¿Cuántas y cuántos más?

Alguien como tú.

Gladys de L. Pérez Maldonado.

Que buenos tiempos eran los de antes…como nos gustaría volver a ellos y con la experiencia de ahora, rediseñar a nuestra sociedad.

Se dice que no debemos vivir en el pasado, sino vivir el presente para formar un mejor futuro, pero lejos de lo que nos digan, es inevitable añorar lo vivido, añorar la paz y la tranquilidad con la que nuestros padres nos dejaban salir a estudiar, a divertirnos, a trabajar, es imposible no recordar la tranquilidad vivida.

En aquel tiempo, los padres ponían reglas de horarios, se sabía la hora en que las y los jóvenes salían de sus casas y se tenía la certeza del momento en que regresarían, durante ese lapso no había comunicación con los hijos e hijas, los teléfonos móviles no habían llegado a nuestras vidas, se contaba con casetas de teléfono públicas de monedas, que en ocasiones no servían, pero aún así, nadie se preocupaba, la vida llevaba su paso con tranquilidad, con uno u otro evento que fuera la excepción.

Se vivía sin estadísticas fatales de muertes, tanto de mujeres como de hombres, no queremos decir que no se cometieran violaciones, homicidios, acosos sexuales, robos con violencia, sin embargo, la seguridad de las y los ciudadanos estaba meridianamente controlada.

Todas y todos tenemos a una o varias mujeres cercanas que queremos y que nos ocupa que vivan en libertad y felices, que regresen a sus casas con bien, hoy se vive una incertidumbre diaria, pues no se sabe que pueda pasar en el transcurso de la jornada al usar un transporte público, al caminar por las calles, al ir a una reunión de trabajo o al salir con la pareja, etcétera.

En esta última semana asesinaron a Montse, una joven de 20 años, su novio la golpeó de tal forma que días después falleció, también escuchamos un audio en el que se advierte como una maestra es golpeada por su esposo pues usaba su computadora para dar clases, por otro lado, fue encontrada una joven de 14 años inconsciente en la calle abandonada por sus agresores y además entre otras muchas, se denunció en redes la golpiza propinada a una mujer en vía pública por parte de su pareja sentimental y que fue auxiliada por personas que pasaban por el lugar para trasladarla al hospital en estado inconsciente y por último para no hacer larga la lista de eventos criminales, se dio a conocer la denuncia de un menor de 16 años por abuso sexual a manos de un diputado federal.

La pregunta obligada es ¿Qué estamos haciendo mal que la violencia contra las mujeres y el abuso sexual contra los y las menores no disminuye?

Nunca antes se había visibilizado este tipo de agresiones de la manera que se hace ahora y pareciera que ya se ha hecho habitual a los ojos de los demás. Es muy fácil hacer una publicación mensual con motivo del Día Naranja en contra de la violencia de las mujeres, es muy fácil dar declaraciones públicas condenando estos actos violentos, a las autoridades les resulta sencillo decir que están implementando acciones para combatir la violencia y agresiones sexuales contra las mujeres, las niñas, los niños y los adolescentes.

La sociedad requiere de acciones rápidas y eficientes que den resultados, pues la realidad es que a las mujeres las están matando, las están violentando y a las y los menores los abusan sexualmente y sus agresores gozan de impunidad.

De acuerdo a cifras del Secretariado Ejecutivo Nacional de Seguridad Pública (SENSP) en marzo de 2021 se registró el promedio diario más alto de asesinatos de mujeres en México con un 11.7, que se resume en 267 mujeres víctimas de homicidio doloso y 95 víctimas de feminicidio.

En los tres primeros meses de 2021 se contabilizaron 239 feminicidios y 715 homicidios dolosos contra mujeres en México. Es decir, 0.4 feminicidios por cada 100 mil mujeres y una tasa de 1.1 homicidios dolosos contra ellas.

Lo sorprendente es que las tasas de 2021 son igual de altas que las registradas en el mismo periodo de 2020, lo que demuestra que la violencia contra las mujeres no se esta conteniendo en nuestro país.

Lo decepcionante es que de acuerdo a las encuestas del Instituto Nacional de Estadísticas y Geografía (INEGI) pareciera que la población se acostumbró al nivel de violencia extrema vivido en los tres primeros meses de 2020, porque un año después la percepción de inseguridad disminuyó.

En marzo de 2021, la percepción de inseguridad bajó 1.7 puntos porcentuales respecto al mismo mes del año anterior. Esto es, en marzo de 2020, 78.6% de las mujeres, de 18 años y más encuestadas, dijeron sentirse inseguras en la ciudad que habitan; en marzo de 2021 fue de 71%. Mientras que la proporción de los hombres pasó de 67.2% a 60.9%.

Acaso el ser humano es tan egoísta ¿que la percepción de inseguridad depende de nuestras vivencias y/o la de nuestros vecinos o vecinas, a pesar de estar saturadas/os de noticias de feminicidios, homicidios y violencia extrema diaria alrededor nuestro?.

Las cifras no engañan querido y querida lectora, la sociedad esta en decadencia…¿Cuántas mujeres más? ¿Cuántas niñas y niños más? ¿Cuántos adolescentes más? La respuesta la tiene la tiene usted…

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