¿DEMOCRACIA EN EL PRI?

DE FRENTE Y DE PERFIL

RAMÓN ZURITA SAHAGÚN

Seis son los aspirantes a suceder a Claudia Ruiz Salinas en la presidencia del Comité Ejecutivo Nacional, cuatro de ellos con excelente trayectorias dentro de la administración pública y dos más que simplemente vieron burro y quisieron aprovechar el paseo.

De entre los cuatro con amplia trayectoria política saldrá el nuevo dirigente, el que pretende situar nuevamente al partido tricolor dentro de la competencia electoral.

Con sus vicios y sus virtudes, los aspirantes son los que alzaron la mano en los momentos más complicados que ha vivido el partido y donde algunos los ubican en los estertores del dinosaurio.

El puñal que le clavaron los electores el pasado mes de julio, dejó al organismo político con el rictus contraído y a punto de exhalar su último suspiro, por lo que les urge refrescarlo ante el riesgo de desaparecer has pronto de lo imaginado.

Los resultados electorales del pasado dos de junio, significaron otra estocada, por lo que solamente le falta la del morrillo para pasar a mejor vida.

Baja California, Puebla, Tamaulipas, Aguascalientes, Durango y Quintana Roo, no dejaron resultados aceptables, aunque lo peor vino en Baja California donde ya ni siquiera fueron la tercera fuerza electoral, sino que quedaron más relegados, con un candidato a gobernador con menos de dos dígitos de porcentaje.

El panorama es desolador, por lo que llama la atención que políticos que en el pasado reciente fueron considerados de primer nivel busquen reanimar un partido que requiere convertirse en un Ave Fénix, para renacer de sus cenizas.

Tres ex gobernadores y un ex secretario son los que disputarán el cascaron de un partido que posiblemente tenga que hipotecar las sedes de su oficina para poder realizar el cómputo necesario que les permita el tinte democrático que pretenden.

Considerado como uno de los partidos más fraudulentos de la historia de México, el priismo pretende enmendar el camino, aunque son sus propios aspirantes los que anticipan la posibilidad de un fraude y se oponen al uso de un padrón de militantes viciados.

Los ataques de unos a otros son constantes y la polémica envuelve a cada uno de ellos, por la trayectoria de sus cargos públicos.

Ivonne Ortega, ex gobernadora de Yucatán; Alejandro Moreno, gobernador con licencia de Campeche; Ulises Ruiz, ex gobernador de Oaxaca y José Ramón Narro, son los cuatro jinetes que se espera no representen el augurio del apocalipsis priista.

Ivonne y Narro pretendieron ser candidato presidenciales en la pasada elección y tal como han dictado los cánones del PRI, desistieron de ello cuando fueron reprimidas sus intenciones por el gran Tlatoani que marcaba los rumbos del partido.

Ni siquiera los dejaron participar como pretenden ahora en una contiende democrática, ya que las decisiones siempre han sido democracia vertical.

Ulises Ruiz trae muchos negativos, desde los tiempos en que gobernó Oaxaca y siempre se le ha tachado de “mapache electoral”; mientras que “Alito” Moreno cuenta con el respaldo de los otros gobernadores de su partido.

Sin embargo nombres de los poderosos del sexenio pasado, aquellos que contribuyeron en grande al hundimiento del PRI no figuran. Emilio Gamboa, Gerardo Ruiz, Aurelio Nuño y Luis Videgaray, entre otros, se abstuvieron de entrarle a la rifa del tigre.

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