**Análisis sin Fronteras /
/ Ana María Salazar /
Después de ver las imágenes de la “celebración” en Palacio Nacional del 8 de marzo, es obvio la misoginia de Andrés Manuel López Obrador. En lugar de honrar a estas mujeres, fieles a la cuarta transformación y las más leales al Presidente, éste se dedicó a denigrarlas para debilitar y así traicionar la esencia de estas mujeres. Después de este evento público y las imágenes publicadas, ¿cómo podrán ellas justificar su lealtad al presidente, al mismo tiempo exigir igualdad y justicia para las mujeres mexicanas?
Las imágenes fueron sorprendentes y repulsivas. El gabinete de la paridad de la cuarta transformación, legisladoras y funcionarias de diferentes niveles, fueron convocadas para “celebrar” al presidente Andrés Manuel López Obrador, como si fuera un rock star o ministro de un culto religioso. Así cobijaron y apapacharon horas antes de que se llevaran a cabo la marcha multitudinaria en el Zócalo, el patio de Palacio donde vive López Obrador.
Y sí, la marcha feminista de ese día sería en contra de las deficientes políticas de seguridad que no protegen a las mujeres mexicanas. Pero lo más repugnante del evento fue la forma en que el Presiente saludaba a las funcionaras presentes, tocándoles la cabeza, en algunos casos parecía hasta acariciar su cabello.
De la misma forma en que el amo acaricia a sus mascotas.
Quiero pensar que estas mujeres, la mayoría con años de experiencia política y profesional, sintieron incomodidad, molestia, enojo. Seguramente algunas, las más leales, pensaron que el comportamiento de López Obrador era perfectamente aceptable y normal de un gobernante que puede faltarles el respeto públicamente, pero asegurando que ellas jueguen un papel en la cuarta transformación, y en el legado histórico de este hombre que traicionó a sus aliadas.
Para entender la gravedad de lo que sucedió en Palacio Nacional, si en lugar del Presidente, el “apapachado” del evento para reconocer el día de la mujer, hubiera sido un CEO de una empresa. El comportamiento del presidente, perdón el CEO, hubiera garantizado protestas de directivos, cancelación de contratos, patrocinios o clientes, filtraciones y acusaciones por redes sociales. Por lo menos tendría que tomar un curso de sensibilización donde aprendería que está prohibido saludar a las subalternas tocándoles la cabeza y tratándolas como si fueran un cachorrito.
Y seguramente algunos lectores, de la vieja guardia, pensarán que mis comentarios son una exageración o que AMLO fue electo con, así como es y no cambiará. O tal vez el error ha sido no exigir más de él, y las funcionarias que lo rodean. ¿Por qué el presidente no las escucha? ¿Por qué no renuncian? Les pregunto a ustedes, si tienen hijas, ¿aceptarían que un hombre, con poder, las denigrara públicamente como lo hizo López Obrador con sus funcionarias?
Probablemente la imagen más preocupante, la que más daño hace no solo al movimiento feminista, sino también la seguridad del país fue la fotografía que se viralizo del presidente López Obrador acariciando el cabello de la cabeza inclinada con las manos atrás de su espalda de la Secretaria de Seguridad Pública y Protección Ciudadana, Rosa Icela Rodríguez. Difícil imaginarse una imagen más denigrante para la funcionaria mujer, de más rango, encargada de la seguridad del país.
Además, Rosa Icela es la funcionaria CIVIL, de más rango, con funciones en materia de seguridad en el país.
Las mujeres que de una forma u otra hemos trabajado en el ámbito de seguridad, entendemos el machismo, sexismo y misoginia que prevalece en los aparatos de seguridad. La forma en que el Presidente denigró a la secretaria Rosa Icela, envía un mensaje a todos los actores en el ámbito de seguridad, particularmente a las Fuerzas Armadas: no tienen que respetar a las mujeres de rango. Adicionalmente no tienen que respetar a funcionarios civiles encargados de la seguridad en un país donde se ha militarizado la estrategia de seguridad pública país.
El tener un gabinete incluyente e igualitario tiene poco valor si el mensaje que envía el presidente o gobernantes es de desdén a las mujeres de más rango en su gobierno. ¿Puede una mujer asumir la presidencia en un ambiente político donde el que debe impulsarlas, las denigra tan públicamente?