Día de las y los Abogados

“Las mujeres abogadas deben actuar desde la Sororidad y dejar de ser cómplices del patriarcado,

Alguien como tú. Columna.

Gladys de L. Pérez Maldonado..

El origen de la celebración del Día de las y los Abogados en México se remonta a casi 500 años. En el año de 1551 Carlos V ordenó establecer en la Nueva España un Centro de Estudios de Universidad de las Ciencias. El 25 de enero de 1553, se estableció en nuestro país la Real y Pontificia Universidad de México y el 12 de Julio de ese mismo año, se instituyó la primera cátedra para la enseñanza del Derecho y además se leyó por primera vez la Prima de Leyes, una de las materias que había en ese tiempo, en la que se introducía en los principios fundamentales del Derecho Romano.

Es así, que cuatro siglos después, el presidente de México Don Adolfo López Mateos, tomando como precedente esa memorable fecha declaró el 12 de julio Día del Abogado y este año 2020 se cumplen 60 años de dicha celebración.
Debido a los obstáculos sociales y culturales, las mujeres difícilmente se podían matricular a la formación jurídica. No debemos olvidar que la mujer vivió milenariamente invisibilizada para la actividad pública en la academia y la política por mencionar algunas y que la lucha feminista ha logrado que se dignifique el estatus de ellas de manera exitosa.

En México, la abogacía era considerada una carrera exclusiva de hombres, como casi todas las carreras de educación superior. El ministro de Justicia e Instrucción Pública en 1870, José Díaz Covarrubias, señalaba que la educación femenina no debía orientarse hacia las carreras profesionales, pues consideraba que aún no existían las condiciones necesarias para compartir con ese sexo “la alta dirección de la inteligencia y de la actividad humana”.

La primera mujer que desafió este pronunciamiento fue María Asunción Sandoval, quien cursó la carrera de abogada en la Escuela Nacional de Jurisprudencia, entre 1892 y 1898 y a su corta edad de 22 años sustentó su examen profesional a finales del siglo XIX en julio de 1898. En aquel tiempo en un país de más de 12 millones de habitantes, de los cuales 7 millones eran mujeres, únicamente había una abogada.
Su trayectoria académica no fue fácil dadas las costumbres de la época, pues sus profesores se resistían a enseñar a una mujer, ya que consideraban que era poco fructífero pues las mujeres debían dedicarse al cuidado del hogar y poco tiempo tendrían para ejercer su profesión, no obstante María Asunción casó poco tiempo después de obtener su título de abogada y litigaba en los tribunales compaginando su responsabilidad profesional con la familiar. Ella además fue una luchadora incansable en pro del voto femenino.

En la actualidad la Licenciatura en Derecho es cursada por miles de mujeres, los paradigmas se han ido superando y el ejercicio de la abogacía no es más considerado limitativo para hombres. Por fortuna, han precedido mujeres con impulso y tenacidad para cambiar el tradicional “lugar en la sociedad” de nosotras.

Ahora las mujeres brillan con luz propia en el litigio, en la procuración e impartición de la Justicia en el ejercicio y defensa de la debida aplicación de la Ley. La norma se establece en la Constitución General de la República que nos dota del Derecho de la Igualdad, del Derecho de la Dignidad y respeto a la integridad de cada Ser Humano.

Las mujeres abogadas deben actuar desde la Sororidad y dejar de ser cómplices del patriarcado, actuando siempre con apego a los principios éticos de cada profesionista: La Verdad y la Precisión, la Independencia, la Equidad y la Imparcialidad, La Humanidad y la Responsabilidad.

¡Felicidades a todas y a todos que honran la extraordinaria profesión de la Abogacía!