Disculpe Presidente, pero no..

/Sara Sefchovich /

No todos los que criticamos somos de oposición. Hay los que sí y los que no. Pero no ser de oposición no significa que no podamos ejercer la crítica. Es algo que algunos hemos hecho durante muchos años, a través de nuestros artículos, libros, militancia, conferencias y seguimos haciéndola porque la consideramos esencial para la democracia y para el avance del país.

De hecho, eso usted lo apreciaba antes, en los tiempos en los que desde la oposición, usted mismo ejercía duramente la crítica y nos conminaba a los demás a hacerlo.
Tampoco los diarios que nos acogen son todos pasquines. Hay los que sí y los que no. Algunos son pasquines precisamente porque se la pasan elogiando al poder en turno, algo que usted siempre denunció pero ahora parece que le gusta.

Me confunde señor Presidente, que lo mismo que usted hizo antes de llegar a ese cargo, le moleste tanto ahora cuando se le hace a usted. Me sorprende señor Presidente, que no acepte que es posible opinar diferente y criticar decisiones y medidas del gobierno sin que eso signifique ser de oposición o complotar contra su gobierno. Me duele señor Presidente, que sea precisamente usted, quien más ha luchado por el cambio en este país, el que no quiera reconocer que la crítica es necesaria y el que quiera que todo sean elogios. No es eso lo que habíamos aprendido de usted en su larga trayectoria. De hecho, habíamos aprendido exactamente lo contrario.

Usted descalifica e insulta a los críticos y a los medios que nos acogen, y alienta a que sus seguidores lo hagan. Y vaya que lo hacen. Usted y ellos nos han dicho de todo: desde conservadores hasta chayoteros, desde corruptos hasta mentirosos. Pero hay los que sí y hay los que no. Muchos no somos conservadores ni jamás hemos apoyado a ningún gobierno o partido político, ni recibido dinero o favores para decir esto o aquello ni mentimos ni somos corruptos ni insultamos o faltamos al respeto. Por supuesto, nos podemos equivocar en lo que afirmamos, como cualquier ser humano, pero eso no nos hace merecer los insultos y epítetos que usted y sus seguidores nos lanzan.

Lo que hacemos, eso sí y a la mucha honra, es criticar las decisiones y las políticas que nos parecen equivocadas (y de que las hay, las hay), a los colaboradores ineptos (y de que los hay, los hay), a los corruptos (hay muchísimos) y a los mentirosos (también hay muchísimos); criticamos a un Congreso de levantadedos que pasan cualquier ocurrencia que viene de Presidencia y algunas otras que ellos inventan y a quienes dicen mentiras (y se dicen demasiadas en relación a asuntos de gran importancia como la salud —sobre todo durante la pandemia—, la manera de asignar y utilizar el dinero, la militarización a que hemos sido sometidos, los escasísimos logros en materia de seguridad, los errores en materia de generación de energía, la falta de apoyo a la cultura, la ciencia y el deporte entre otras cosas).

Señor Presidente: con el respeto que me merecen su investidura y su persona, lo conmino a que reconsidere su actitud de descalificar e insultar a los críticos y a los medios que nos acogen y a que acepte y reconozca la importancia de la crítica, la necesidad de la diversidad de opiniones y posturas, lo lamentable y falsa que es la unanimidad y lo peligroso que es alentar a sus seguidores para que agredan y ataquen a los que piensan distinto.
Escritora e investigadora en la UNAM.