*En un contexto de violencia, incluso puede llevar al feminicidio.
18.03.2023. BPNoticias México,- En la intersección entre los discursos de odio y el discurso patriarcal, se revelan las profundas raíces de la discriminación y la opresión que persisten en nuestra sociedad contra las mujeres o el diferente.
De ahí se infiere que el debate electoral hoy las mujeres sean víctimas de este modelo de ataque en el marco del binomio letal del discurso de odio y proceso rumbo al dos de junio.
El patriarcado, como sistema de dominación basado en la superioridad masculina, ha permeado durante siglos las estructuras sociales, políticas y culturales, estableciendo un orden jerárquico que relega a las mujeres y a otros géneros a una posición de subordinación.
Esta estructura de poder patriarcal se sustenta en la perpetuación de estereotipos de género y en la normalización de roles y comportamientos que refuerzan la desigualdad al que en la estructura política de México no están al margen, quien se salga de lo establecido la crucifican con un odio desmedido, mas allá del debate natural en elecciones.
Dentro de este contexto patriarcal, los discursos de odio, se convierten en acoso y emergen como una manifestación virulenta de la intolerancia y la discriminación que se refuerzan cuando una mujer osa irrumpir en la escena política pues si no la aprueban, no tienen su permiso , merece la violencia de género extrema.
Estos discursos se manifiestan a través de la violencia verbal, física y simbólica dirigida hacia ellas o grupos que son percibidos como diferentes o inferiores en función de su género, orientación sexual, raza, etnia, religión u otras características.
Las mujeres, en particular, son blanco frecuente de estos discursos, enfrentando la misoginia y la objetificación sexual como formas de control y dominación, lo que hoy se perciben en todas las latitudes de la República Mexicana.
La misoginia electoral, y es lo más preocupante, en su expresión más extrema puede conducir a la violencia de género de los más , el acoso sexual, la discriminación laboral y otras formas de opresión hasta con el feminicidio que limitan el acceso de las mujeres a oportunidades y recursos.
Estas actitudes misóginas se perpetúan y normalizan a través de diversos medios, incluidos los medios de comunicación, la cultura popular y las organizaciones sociales, lo que refuerza la subordinación de las mujeres en la sociedad.
Además de la misoginia, el patriarcado también promueve la exclusión y la discriminación hacia personas LGBTQ+ que desafían las normas de género y la heterosexualidad dominante.
La homofobia y la transfobia son formas de odio que se derivan de la creencia de que las identidades y expresiones de género no conformes a la norma son una amenaza para el orden social establecido.
Es importante reconocer que los discursos de odio y el patriarcado no son fenómenos aislados, sino que están interconectados y se refuerzan mutuamente.
El patriarcado proporciona el marco ideológico y estructural que sustenta la discriminación y la violencia hacia las mujeres y otros grupos marginados, mientras que los discursos de odio sirven como herramienta para mantener y perpetuar este sistema de opresión.
Para abordar eficazmente estas formas de discriminación y violencia, es fundamental desafiar y desmantelar las estructuras de poder patriarcales y promover la igualdad de género y la inclusión en todos los ámbitos de la vida.
Esto requiere un compromiso colectivo para desafiar las normas de género restrictivas, promover la educación sobre la diversidad y la inclusión, y crear espacios seguros y respetuosos donde todas las personas puedan vivir libres de discriminación y violencia.