¿ Eficientar o cambiar el Estado?

/ Por Inocencio Yáñez Vicencio. /

Han observado que con excepciones casi todo mundo reclama desviaciones, distorsiones, transgresiones, mala administración, corrupción… de un Estado, que pareciera que salió de alguna revelación o de unas mentes iluminadas.

Para saber si lo que el actual Estado es recomponerlo o por lo menos reorientarlo es necesario saber de dónde salió y para qué fue creado o secundamos la tesis paulina de que ” todo poder viene de Dios” o el pecado original y por naturaleza es malo, un castigo que los mortales tenemos que sufrir o algo semejante.

El Estado tiene dos vertientes. La sociohistórica y la jurídica. Separadas nos dicen poco. Para entender la realidad estal es necesario articularlas.

No siempre el poder estuvo separado de la sociedad. En la Grecia Clásica el pueblo decidía reunido en la Plaza Pública, sus asuntos generales. Las tiranías que irrumpieron mostraron que había otras formas de organización.

En Roma Antigua, después de poner fin a la monarquía se inaugura un poder republicano, que, en virtud de ser un poder separado de la sociedad se piensa en distribuirlo y equilibrarlo. La expansión hace imposible que el Senado pueda estar siendo consultado en cada acción, por lo que termina siendo arrumbado por una forma imperial cada vez mas centralizada y maniatada por las legiones.

Durante los siglos XII y XIII empieza a desquebrajarse la estructura señorial basada en el vasallaje y la servidumbre.

El Estado feudal explotó porque los inventos para cultivar la tierra, transformar la materia prima, extraer metales, los instrumentos geográficos y de navegación, la producción, el comercio … lanzaron a los burgos y mercaderes contra la nobleza y el clero, que tenían bienes sin hacerlos circular y que no permitían construir un mercado y menos un mercado laboral, para la expoliación salarial.

El maestro Alfonso Toro, investigando en los archivos de la Iglesia Católica encontró que para 1796, era propietaria de más tierras el la CDMX, que el gobierno y los particulares juntos. Ya sabemos que gracias a las Leyes de Reforma y a la obra de la Revolución mexicana, se rescataron esos bienes y se pusieron en circulacion y se sentaron las bases para el mercado nacional.

Desde fines del siglo XVI en Inglaterra se inició una acumulación iriginaria de capital, basada en las tristemente célebres CERCAS, con lo cual se despojó y desapareció al campasino, se explotó y superexplotó el trabajo de las mujeres y los menores.
En 1789 en Francia estalla la revolución, en la que la burguesía en alianza con el campesinado, derrotan a la nobleza y al clero, que se había atrincherado en un régimen absoluto.

El nuevo Estado que surge de los escombros del feudalismo, es fundado por la burguesía y para la burguesía, pero como nadie puede mantenerse en el poder solamente por la fuerza de las bañonetas, hubo necesidad de levantar sobre las relaciones de dominación capitalistas, una estructura que legalizara el despojo del excedente de la mano de obra que realizan los empresarios y patrones y una cultura e ideología que haga que los doninados acepten esa explotación y sometimiento como algo natural y divino, ahora lo han racionalizado por una supuesta competencia, que es falsa desde el momento de que no se parte del mismo sitio.

Toda la teoría del Estado que se nos enseña en los planteles universitarios es aberrante, desde el momento que parte de supuestos falaces, como que la sociedad o nación sobre la que se edifica el Estado, es monolítica. Falso de toda la falsedad. No encontramos en ninguna parte del mundo un colectivo igualitario. La supuesta igualdad prepolitica de que nos habla Thomas Hobbes, es una ficción y así lo plantea.

Ver a la sociedad monolíticamente llevó a Sieyés y a la Revolución francesa a abolir los gremios, sindicatos, partidos y todas las sociedades intermedias. De ahí viene no sólo el rechazo hacia los partidos sino de la política misma. Es obvio que si la burguesía no admite la diferenciación social, no hay razón para que exista un instrumento que encauce esa lucha de contrarios, y si se le acepta es con animadversión. Los marxistas al proponer la desaparición de las clases sociales, proponen consecuentemente también el fin de la política.

Esta es la razón por la que Hannah Arendt, no considera al hombre en abstracto. Ella pone en el centro al hombre concreto, con todas sus diferencias, haciendo de esas diferencias el motor de la historia y la razón de la existencia de que haya una practica que encauce esa la conflictividad, porque donde hay diferencias hay conflicto.
Para el liberalismo, ideología de la burguesia, su Estado tiene como fin la protección de derechos naturales que como considera anteriores a su constitución, los extrae de toda discusión y decisión soberana. John Locke, reduce los derechos, a la vida, a la libertad y a la propiedad, a este último. Ve en la división de poderes, que ulteriormente desarrolla Montesquieu, una garantía de su ejercicio. Para Kant el Estado se realiza en el derecho, dando lugar a una lógica jurídica estatal.

El Bien Común no puede ser el congelamiento de una hipoteca voluntad y menos una expresión holística que sólo elegidos puedan representar. Dijera Bobbio, únicamente sirve para oponerse al bien personal o equipararse al orden jurídico, pero en todo caso no es propuedad de nadie y menos algo dado. Todo bien común debe ser resultado de la deliberación y decisión soberana. La unidad orgánica es nostalgia mediaval.

Para el liberalismo el Estado es la sede del poder formal, pero eso es válido constitucionalme, no tácticamente. En la realidad , el poder, aún concebido weberianamente, no tiene sede( por eso el lo distingue de una forma de dominación). El poder resulta de la correlación de fuerzas y tiene autonomía respecto a los capitales en particular pero frente a la masa de capitales.

La lucha social ha llevado a hacer del Estado un Estado más allá de mero guardián nocturno. Los trabajadores manuales e intelectuales le han arrancado conquistas que tienen muy irrritados a los barones del dinero. El problema es que no se libra esa lucha en el campo material. Se libra física, cultural e ideológicamente. En nuestro territorio la conquista se realizó con la espada y la cruz. Ya vimos que al final de la Colonia nadie había acumulado tanta riqueza como la Iglesia Católica. Que gracias al farsante de Iturbide esa estructura colonial quedo intacta hasta que la destruyó Juárez y la Revolución mexicana. Pero desde entonces no han parado en inculcarnos por medio del púlpito, sus escuelas confesionales, órdenes religiosas, grupúsculos, televisoras, empresas radiofónicas, cines, revistas, periódicos, portales y hordas de fanáticos, que todo estaría bien con sólo hacer eficiente la administración y alejarla de las corruptas élites políticas.

¿Saben quienes son los ladrones más grandes que tenemos?

John Womack Jr., nortamericano, sin ningún interés de por medio, en uno de sus ensayos nos relata, como los empresarios sinvergüenzas, al confiarles Ernesto Zedillo, un movimiento de la banda de flotación, sumieron aquel 19 de diciembre de 1994 a México en una catástrofe y si por si fuera poco, más tarde, haciéndose préstamos personales sin ningún soporte, hicieron del FOBAPROA, el saqueo más grande a la nación, hipotecando el futuro de nuestras generaciones. Que hay empresarios que son la excepción, claro, pero de que los empresarios son buitres que están al acecho del patrimonio nacional, lo demuestra el atraco que en el 2008, hicieron en Estados Unidos, simulando de la manera más corrupta calificaciones para acceder a créditos para viviendas, que exhibió la falta de escrúpulos de calificadoras, bancos y financieras, pero allá el Estado no absorbió esas deudas. Les compró acciones que luego se las revendería. Esas son hechos que prueban la falta de escrúpulos de los empresarios. ¿ Cuál es la diferencia entre lo que hacen los empresarios y los políticos? Muy sencillo. Los empresarios son los dueños de los medios de difusión que magnifican o hasta sepultan sinvergüenzadas. Los ataques a los políticos, no pocos son justificados, pero en la mayoría tienen como fin debilitarlos para que las decisiones favorezcan al capital y al mercado.

Por estas razones tenemos que empezar a discutir no sólo que este Estado clasista, se apegue a la ley que se ha dado y se eficientice, sino en construir un nuevo Estado sobre bases plurales y sociales, que responda a una visión republicana, que para serlo debe tener como eje la libertad como no dominación y priviligiar lo público.

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