El año que las veracruzanas no queremos que se repita

Estrenamos 2021 con la amenaza de que sea el “año de la marmota”: la pandemia no cede, cientos de miles continúan muriendo, la economía aún no conoce su punto más bajo, quien puede se encierra, y a quien no le es posible acuartelarse en ese privilegio se sumerge en la aventura cotidiana de sobrevivir en las calles y el trabajo portando su cubreboca en la cara… o en la mano.

Solo que para enero a la gente le pasa como a Bill Murray en la película El día de la marmota, en el ambiente flotan el hartazgo y la apatía. Un día más, lejos de ser considerado como una oportunidad, es visto desde la calamidad de convivir con quienes somos. Para fortuna de la levedad de nuestro ser, ahí están Netflix, las redes sociales y siempre han estado presentes las salidas en manada, pese a la prohibición de las concentraciones masivas.

En la última recta de 2020 las fiestas comenzaron a popularizarse aún más en diferentes puntos del planeta. En Barcelona, por ejemplo, encontramos que para recibir al año nuevo se realizó un rave sin permisos y ningún tipo de medida sanitaria. Sin embargo, se divirtieron 300 personas provenientes de diferentes puntos de la Unión Europea.

No nos vayamos a otro continente. En el primer fin de semana del año, en Catemaco se realizó un baile en un campo de béisbol con los debidos permisos municipales, sin sana distancia, pero con mucha alegría por empezar un nuevo ciclo bendecido por una vacuna que no termina de desembarcar en el país y la cual aún no nos han aplicado.

Muchos son los problemas a los que está sometido México nos preocupan, porque se han aderezado gravemente por la crisis sanitaria y parece que se correrá con igual suerte que en 2020.

Quienes desde hace años trabajamos sobre violencias contra las mujeres, sabemos que cada año que pasa no será igual al otro, sino peor. Incluso, cada inicio de sexenio, federal o estatal, trae consigo patrones de horror que matan, desaparecen y mutilan. Aquí no hay “año de la marmota”. Hay impunidad, complicidad y falta de estrategia para hacer efectivas las políticas públicas diseñadas para defender a las habitantes de nuestro país. Así, el desastre presupuestal en 2021 afectará principalmente a las mujeres.

Probablemente se vea repetido el encierro de 2020, pero en 2021 habrá menos presupuesto para atender las violencias. Afirmo lo anterior tomando en consideración que las instituciones de los tres órdenes de gobierno que atienden el “tema de género” siempre han tenido problemas de presupuesto, personal y de respaldo político para hacer su labor. Se les observa como a la mujer invisible: ni está ni existe.

Veracruz es muestra de ello. Desde mayo de 2019 el Instituto Veracruzano de las Mujeres (IVM) no cuenta con Directora. En vez de iniciar el proceso señalado por la ley para la elección de una nueva titular, han pasado veinte meses en que no se ha cumplido con esta urgente formalidad y nos hemos conformado con un Encargo de despacho. Forma es fondo. Esta ausencia lo es.

¿Cuándo se emitirá la convocatoria para elegir a la Directora del IVM? Solo se sabe que hay un misógino desdén ante el tema. Algunas voces de quienes conforman los Consejos Consultivo y Social del Instituto esporádicamente han manifestado a la opinión pública que ellas ya elaboraron una convocatoria para tal fin, pero la Junta de Gobierno del IVM no le ha dado seguimiento.

Dicho sea de paso, otro tema importante son estos órganos auxiliares. ¿Por qué? De acuerdo al artículo 38 del capítulo VII de la Ley que Crea al Instituto Veracruzano de las Mujeres, ambos consejos son responsables de emitir la convocatoria y seleccionar una terna que ponen a consideración del Gobernador de Veracruz, pues él es quien elije a la próxima Directora. Este mecanismo de elección implicó un gran esfuerzo de las organizaciones de veracruzanas para que fuera incluido en la Ley y así garantizar que desde la sociedad civil hubiera una amplia participación en el proceso. Veracruz es uno de los pocos estados, sino es que el único en la República, que cuenta con un proceso de este tipo.

Es importante señalar que, de acuerdo a la citada Ley, las Consejeras pueden permanecer en este cargo honorario por tres años, prorrogables a un periodo similar. Ellas fueron nombradas en 2017 y en 2020 cerró el ciclo marcado por la Ley. Se desconoce si la Junta de Gobierno del IVM ha recibido sus solicitudes para prórroga o si ellas desean continuar en los Consejos.

Tampoco sabemos si la Junta de Gobierno emitirá una convocatoria para renovar los Consejos, los cuales deben estar conformados por un mínimo de doce y un máximo de veinte mujeres. ¿Actualmente los órganos auxiliares del IVM tienen esta conformación? ¿Cómo están funcionando? No lo sé.  Lo cierto es que en un estado sobre el que pesan dos Declaratorias de Alerta de Violencia de Género contra las Mujeres, el cual figura como la segunda entidad del país con más feminicidios, es preocupante el descuido gubernamental hacia la única institución dedicada a transversalizar la perspectiva de género e impulsar la política pública en beneficio de las veracruzanas.

En 2018, el entonces Gobernador Electo del estado de Veracruz, Cuitláhuac García Jiménez, y Erick Patrocinio Cisneros Burgos, actual Secretario de Gobierno, se reunieron con organizaciones de mujeres para conocer y abordar algunos de los pendientes más urgentes por resolver en la entidad. Uno de los compromisos asumidos por ambos fue garantizar que el IVM estuviese encabezado por feministas expertas y de amplia trayectoria.

Han pasado más de dos años de esa reunión. Ahora más que nunca, el IVM está cumpliendo con el trabajo burocrático que corresponde, pero no es congruente con lo que marcan sus discursos ni con las urgentes necesidades de más de la mitad de la población de Veracruz. ¿Hasta cuándo seguirá así, como marmota?