** El Baldón .
/ José Miguel Cobián /
Cuando lo conocí me pareció un hombre bien intencionado. Un hombre que platicaba de su experiencia de persecución política, cuando se vivía a la sombra de una gubernatura tan agresiva como la de Miguel Ángel Yunes. Un sujeto tranquilo, en aquél entonc3es insensible a la adoración que causa el ser candidato o posible ganador. Un político no acostumbrado a hacer política y un candidato malísimo para hacer campaña. La vida no le corría, recorría una colonia en Córdoba en lugar de aprovechar el día. Estaba muy seguro de ganar, y sus colaboradores cercanos también. Un grupo de no más de cinco personas, de las cuales solo recuerdo a Dorheni, muy agradable, sencilla y servicial, y a Zenyanzen, muy echado para adelante y muy preocupado por lograr el triunfo de Cuitláhuac.
Nada más. Si acaso, comentarios despectivos que escuché en otro momento por parte de Eric Cisneros, quién me sorprendió como un Fouché en la secretaría de gobierno, ejerciendo el poder de una manera que ni el más atrevido priísta hubiera soñado. Y sin mayor experiencia que haber participado como edil (creo) en un ayuntamiento pequeñísimo en Baja California o la Sur.
Todavía recuerdo una reunión con quién hoy es el más poderoso de los diputados locales, a quién le solicité encarecidamente que no permitiera que subiera a la tribuna algún diputado de esos electos por tómbola que no supiera ni leer ni escribir. Algo que después comprobé no prestó atención, y tuvo razón, hagan lo que hagan o digan lo que digan, los diputados locales de morena son queridos por sus simpatizantes.
Recuerdo también haber acudido a una reunión con una diputada local, que me pedía un consejo, ya que me decía que toda su bancada admiraba la técnica legislativa de los panistas, y se avergonzaba de la falta de calidad de las sesiones, que ganaba morena gracias a la fuerza bruta de los votos de una mayoría aplastante.
Poco a poco vi cómo se transformaban personajes que consideré en un principio humanos y sensibles debido al poder. Y también pude ver que algunos seguían igual que en campaña, pero lamentablemente, los menos.
Cabe aclarar que yo estaba apoyando a los Pepes, a Meade y a Yunes, pero eso no impedía conocer cómo funcionaban otras fuerzas políticas. Hasta que comprendí que el PRI se había aliado con morena para sacar a Miguel Ángel (que no al PAN) del poder en Veracruz. Miguel Ángel con su estilo agresivo y prepotente, se olvidó de muchas promesas de campaña e incrementó el número de sus enemigos, sobre todo entre los más poderosos. El día de la elección comprobé como operadores que normalmente compraban votos para el PRI ahora lo hacían para Morena. Lo mismo sucedió con personas acostumbradas a liderar grupos y llevarlos a votar, el tradicional voto priísta se volcó a favor de Morena, lo cual se reflejó en la bajísima e inmerecida votación que tuvo Pepe.
Durante sus primeros años, vi a un gobernador de Morena sin acciones reales en beneficio de los veracruzanos, sin un plan o proyecto para desarrollar la economía del estado, más allá de los programas sociales del gobierno federal. Pero poco a poco, observé como la sombra de autoritarismo aumentaba vía la secretaría de gobierno. Ví algunas travesuras que le hizo Eric al gober, y comencé a ver una nueva camada de ricos originada desde el poder estatal. Nada de que espantarse, eso pasa con cada mexicano que llega a un puesto de poder. Ya estamos acostumbrados.
Pensé que la gobernabilidad del estado podía estar en riesgo, pero no, Eric dentro de su perversidad política supo jalar algunos hilos y soltar otros. Los acuerdos confesables e inconfesables comenzaron a dar resultados. Pero quizá el elemento más importante de la suerte del gobernador, son los veracruzanos.
Bueno, lo primero fue la amistad de AMLO con su padre, lo que permitió que fuera primero diputado, que por su fidelidad pudo aspirar a ser candidato a gobernador por segunda vez, y a lograr lo increíble, ganarle a toda la operación política a un maestro de la política y de las marrullerías como es Miguel Ángel.
De ahí, lo mejor fue que gobierna veracruzanos. A nivel municipios y estado, vemos a prácticamente todos los organismos empresariales, sumisos y sometidos a gobierno del estado. Hay algunos periodistas críticos, pero la inmensa mayoría están comprados por los departamentos de comunicación social de los ayuntamientos, de congreso del estado y del gobierno del estado. Las protestas son mínimas y casi siempre vienen organizadas desde adentro.
Que si no se usó el dinero para los veracruzanos y se declara sub ejercicio de decenas de miles de millones de pesos, nada pasa, aunque sospechamos que es una cuota que solicita AMLO para su partida secreta y discrecional. Que no hay apoyos a pescadores, o que los ganaderos del norte del estado padecen sequía, o los agricultores del sur tienen problemas de financiamiento, pues tampoco pasa nada.
Lo más grave que se puede ver de vez en cuando, es una declaración de algún político importante, que por cierto, el 90% de las veces pasa desapercibida. O grupos políticos que durante meses y meses hablan y chismean los chats, allí donde se quejan y a veces, hasta exageran en cuanto a sus opiniones o comentarios ofensivos hacia el gobierno o los simpatizantes de morena, pero nada más. El Veracruzano es amloista, en el sentido de que habla y habla y habla, y a veces hasta se contradice, pero al final, no actúa. No pasa nada, y Morena sigue firme en el gobierno, y rumbo al 24.
Últimamente uno o dos o tres (Héctor, Pepe y Julen), se sueltan un poquito señalando los errores de la administración, pero cargan con el fardo del PRI y del PAN, ese fardo que las dirigencias de ambos partidos no han querido quitarse durante más de cuatro años. El fardo del descrédito, de los agravios a la población (reales o imaginarios pero muy creídos).
Con los resultados del gobierno de Cuitláhuac, es una suerte gobernar veracruzanos, y él, el gobernador de Veracruz es un hombre con suerte.
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