El clan del Poli .

* Linotipia .

/Peniley Ramírez /

El 6 de diciembre, unos 600 trabajadores inconformes del Instituto Politécnico Nacional marchaban del Monumento a la Revolución a la Secretaría de Educación Pública en la Ciudad de México. Uno de ellos vio un ejemplar de Reforma en la calle. El título en portada era “Acusan red fantasma en compras de salud”. La foto era de la persona contra quien protestaban: Javier Tapia, extesorero del ISSSTE y actual jefe de Administración del Poli.

Los trabajadores llevaban meses enfrentándose a Tapia. En varias ocasiones, me dijeron, incumplió acuerdos con el sindicato. El más reciente incluía un incremento salarial que nunca llegó. Los trabajadores armaron una marcha y una encuesta para el 6 y 7 de diciembre. Votaron más de 6 mil personas. Había una pregunta sobre la oficina que Tapia dirige: ¿Estás de acuerdo en que se designen nuevos funcionarios para la renovación completa en la Secretaría de Administración y en las demás Secretarías del IPN para el periodo de gestión 2023-2026? Más del 92% respondió que sí.

A los inconformes la noticia en Reforma les cayó como bomba. Explicaba que Tapia era el facilitador de una red de corrupción y aprovecha sus cargos para otorgar contratos a empresas vinculadas con él, familiares y prestanombres. Rápidamente, la portada y la nota en interiores de Reforma circularon en WhatsApp entre la comunidad del Poli. Después, advirtieron que la nota hacía referencia a un informe más largo, de la organización Tojil, especializada en litigio estratégico contra la corrupción.

El documento de 70 páginas se divulgó entre la comunidad universitaria. Es una robusta investigación que concluye: Tapia es parte de una red de 84 compañías, muchas de ellas fantasma, que ha conseguido más de 3 mil 300 millones de pesos en contratos con el gobierno.

Hay varios hallazgos destacables: Tapia y las personas conectadas con él han obtenido contratos multimillonarios para servicios de salud que no se han realizado, materiales que no se han entregado o no se pueden rastrear. Muchas empresas de la red cumplen el mismo patrón: no tienen personal calificado, ni oficinas, ni operaciones reales comprobables.

Hemos escuchado antes de redes similares, que robaron dinero del erario en los sexenios del PRI y el PAN. Esta, aunque comenzó en 2012, ha seguido hasta hoy a pesar de que la Secretaría de la Función Pública y la Fiscalía General de la República investigan a las empresas.

“Sabíamos de una red de corrupción en los servicios de salud, pero esta investigación entra y ve quién está detrás”, me dijo Estefanía Medina, cofundadora y codirectora de Tojil. “La narrativa de esta administración es el combate a la corrupción, pero este caso insignia sigue ocurriendo. Siguen otorgando contratos a diestra y siniestra”.

El informe explica cómo Tapia y su grupo han conseguido contratos médicos a través de Sedena y otras dependencias, incluido el Politécnico. Sobre esta institución, Tojil explica que han otorgado contratos al menos a cuatro compañías en las que ha participado el propio Tapia y un colaborador: Marco Antonio Ramírez, coordinador de imagen institucional del Poli. Las empresas comparten accionistas, tienen objetos sociales idénticos o fueron constituidas con el mismo notario.

Han pasado diez días desde que se publicó el informe, sin respuesta del gobierno federal, mientras el Poli dijo que “no tolerará ningún acto de corrupción”. “Parece que quieren esperar a que se calmen las aguas”, me dijo un empleado que teme represalias si habla con su nombre.

En los pasillos del Instituto, han colocado fotos de la portada de Reforma, han divulgado los resultados de la encuesta y preparan una nueva marcha, en enero, para exigir que Tapia deje su puesto.

En WhatsApp, han difundido un resumen de la investigación de Tojil, con los links a los contratos más comprometedores. Casi nadie se atreve a hablar con su nombre. “Tapia maneja casi todos los hilos del Politécnico y es muy vengativo”, me dijo un trabajador. Los estudiantes, por su parte, han alzado la voz públicamente y han exigido respuestas.

No sabemos cuánto prenderá esta flama del Poli en un caso que representa un modelo de corrupción no nuevo, pero vigente. Veremos cuánto más dura el silencio de Palacio, o cuánto más siguen diciendo que las empresas fantasma y los contratos a los amigos solo son cosa del pasado.

@penileyramirez