** Rúbrica .
/ Por Aurelio Contreras Moreno /
Conforme se le acerca el momento de entregar el poder, van en aumento los niveles de agresividad e intolerancia del que cobra como gobernador de Veracruz, Cuitláhuac García Jiménez.
Siempre a imagen y semejanza del presidente Andrés Manuel López Obrador, a quien imita hasta con un falso acento costeño, y ya no digamos en sus descalificaciones a los críticos y la represión a los opositores y disidentes, García Jiménez vive la decadencia de su sexenio sin haber probado gloria alguna, pues nada relevante logró ni emprendió.
Su supuesto “récord” de obras se limita a trabajos y construcciones que podrían haber realizado los ayuntamientos, pero que él presume como si de grandes proezas de la ingeniería se trataran. Y eso que se supone que de dicha materia sí sabe.
Al cuarto para las 12 y ante el fracaso del único proyecto medianamente importante que propuso, un tren ligero para la región de Xalapa, el gobierno de Cuitláhuac García se lanzó a la construcción de dos puentes vehiculares, uno en cada salida de la capital del estado. Obras que además de volver aún más caótica la circulación en una ciudad con los graves problemas de tránsito de la capital veracruzana, no cuentan con una adecuada planeación urbana ni son sustentables.
Lo anterior ha quedado demostrado con la tala inmisericorde de árboles que el gobierno estatal, en complicidad con el Ayuntamiento de Xalapa –que encabeza el alguna vez aguerrido y hoy muy dócil Ricardo Ahued Bardahuil-, ha perpetrado para sacar adelante sus puentes. Un verdadero ecocidio que pretende remediar con el anuncio de la siembra de nuevos árboles en un lugar diferente.
Ante las críticas que esto generó entre los ciudadanos de Xalapa y otras ciudades del estado, la respuesta del gobernador es la burla y la sorna. Acusó a sus gobernados de ser “activistas de Facebook y Twitter”, sin creer que por iniciativa propia –sin despensas ni becas de por medio- muchos permanecerían por varias horas en vigilia para impedir que su gobierno derribe más árboles. Ahí seguían al momento de escribirse estas líneas.
Ensoberbecido y cada vez más iracundo, Cuitláhuac García no soporta el mínimo cuestionamiento y lo toma como una agresión. Si viene de la prensa que cubre sus actividades, responde con particular altanería y ofuscación. Y si es una mujer, se regodea siendo un patán.
La más reciente de sus “hazañas” –porque está lejos de ser la última- agrediendo reporteras ocurrió este mismo martes, cuando al ser cuestionado sobre el papel de la Fiscalía General del Estado en los casos de maltrato animal denunciados también en Xalapa desde la semana pasada, intentó intimidar a la corresponsal de NMás y Televisa Veracruz, Denisse López Barrera, cuestionándole por qué la empresa para la que trabaja no ha publicado sus boletines al respecto.
-“Sí, ya tenemos una persona en la cárcel. Pero ustedes nunca lo difundieron. Ustedes lo callaron”, atacó el gobernador.
-“Nosotros no somos quiénes para difundir sus boletines. Nosotros estamos aquí para difundir la noticia”, aseveró Denisse López.
-¿De qué canal es?”, preguntó el gobernador con intención de intimidar.
-“De Televisa Veracruz y NMás”, respondió con arrestos la periodista.
-“Para que se sepa que Televisa no apoya en esto, hombre. Debe apoyar”, gritoneó Cuitláhuac García.
-“No debe apoyar. Nosotros somos reporteros, somos de noticias, no somos voceros”, le reviró la valerosa y joven reportera.
Y así en todos los asuntos. Si una jueza actúa con independencia, a la cárcel. Si los ciudadanos protestan ante una injusticia, les echa encima a la fuerza pública. Si el presidente se mete en una polémica con un actor público, el gobernador se regodea en su abyección y “compra” el pleito. Pero si son mujeres, el enano de palacio de gobierno se ensaña. Algo ha de arrastrar en su contra que simplemente se descoloca.
Solidaridad y reconocimiento para la compañera Denisse López Barrera.
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