De memoria.
El gran dragón…
…el de los cien fuegos, el intocable monstruo del mayor poder en este país, fue liberado, exonerado, apapachado y hasta avión privado le pusieron para regresarlo a México.
La foto doy por supuesto que es un arreglito de los malvados feisbuqueros. Me parece muy buena y sobre todo muy explícita: en términos educados estaría pintando un violín y con intenciones políticas, el gesto es correcto aunque también pudo usar los caracolitos con la consabida expresión: ¡mocos, güeyes!
Tenemos por allí el registro de esa señal, a cargo de fina dama, pero no es el caso.
La detención en Estados Unidos del alto mando castrense, causó desazón, angustia y total extravío en el Palacio Virreinal. El ocupante en su diario tartajeo, apenas alcanzó a dejarnos saber que personalmente se haría cargo.
El sinlustre canciller con machincuepas y brincoteos sin entender nada, lo único que hizo fue justificar el atropello de la justicia a la gringa, estilo Lejano Oeste.
Dejar que el jefazo militar viajara con su familia a Estados Unidos para que allá lo apresaran, fue no sólo una falla de los órganos mexicanos de inteligencia, palabra esta que no es de uso común entre nuestros funcionarios y en general políticos de relevancia.
Que lo apresen, está bien; que lo procesen, perfecto; que usen testigos de ocasión, delincuentes probados a cambio de sus acusaciones sin pruebas al canto, parece excesivo, ilegal, criminal, fascista, dictatorial y muchas otras calificaciones que se cuelgan al actual gobierno.
Pero hablamos del país de los libres, del ejemplo de buen ejercicio de la justicia que se fundamenta, lo vemos y lo estamos copiando, en negociar con algún criminal incluso el perdón, a cambio de que acuse de algo a los enemigos del sistema.
Hace poco tiempo, Ricardo Alemán expresó su opinión de que Cienfuegos sería puesto en libertad sin cargo alguno. Extendió su vaticinio a García Luna.
Las razones que no han sido explicadas, empiezan a trascender pero como es costumbre, debemos esperar el gesto omnímodo, omnipresente y omnisciente del mandatario Andrés Manuel que, como en el asunto Ovidio, que salió a toro pasado para hacer saber que sólo su voluntad cuenta.
En esta ocasión y era de esperarse así, hubo voluntades más fuertes, los mayores grados de las Fuerzas Armadas que no permitirán que los enjuicien. Ni hoy ni en el futuro.
Se habla de una visita y de llamadas telefónicas al presidente. Una comisión de jefes castrenses agrupada o amafiada en veterana asociación profesional, hizo saber de su existencia y su poder al mandatario.
Las versiones trascendidas, enfatizan el hecho de que en momento alguno se involucró al actual titular de la Defensa, mostrando que lo admiten como florero, palabra de uso para describir a un funcionario inútil.
Los uniformados que realmente tienen el poder de mando, recalcaron su inconformidad por lo que consideran una grave ofensa contra el Instituto Armado, y de paso contra la soberanía nacional.
En sus comunicaciones con López Obrador, le informaron qué hay mucha inconformidad no sólo entre mandos superiores e intermedios sino que alcanza a la tropa y que no es conveniente tal estado de ánimo que podría manifestarse en incidentes peligrosos.
Se mostraron satisfechos por la virtual entrega del control ciudadano mediante la Guardia Nacional y las disposiciones legales para que los verdes actúen sin control en detenciones, expropiaciones y consignaciones.
Pero al término del sexenio, no quieren estar en el peligro de ser llamados a cuentas. Como en los pasados tiempos neoliberales, pretenden conservar la excepcionalidad que los equiparaba al presidente y a la Virgen de Guadalupe.
En adelante, sólo ellos… México, creo en tí.