El más mexiquense

Norma Meraz.

Los amigos son la familia que hacemos en el camino y en ocasiones se tienden lazos más fuertes con ellos que con la familia de sangre.

Se ha ido un miembro muy querido de mi familia de vida: Ignacio Pichardo Pagaza.

Durante 30 años tuve el privilegio de gozar de su amistad, de sus enseñanzas y de su generosidad humana.

Fue mi jefe, maestro y amigo. Caballero a carta cabal, inteligente, culto, escritor, político, académico y diplomático. Pichardo Pagaza fue el más mexiquense de los mexicanos.

Licenciado en Derecho por la UNAM y en Relaciones Industriales por la Universidad Iberoamericana, hizo un posgrado en Administración en Dartmouth College y una maestría en la London School of Economics.

Su desempeño en la administración pública de México fue siempre de entrega, compromiso, eficiencia honestidad y gran amor a México. Como secretario de la Contraloría General de la Federación, hoy de la Función Pública; en la Procuraduría de la Defensa del Consumidor, Gobernador del Estado de México, embajador en España, presidente del CEN del PRI a la muerte de Luis Donaldo Colosio , llevó a cabo la campaña de Ernesto Zedillo a la Presidencia de la República y, pasadas las elecciones, logrando 17 millones de votos. Ocupó la Secretaria de Patrimonio y Fomento Industrial, hoy de Energía. Ahí Pichardo Pagaza logró instrumentar la apertura de la industria energética del gas natural.

En el año 1996 ocupó la embajada de México en Holanda hasta el año 2000.

Fue Presidente del Instituto Nacional de Administración Pública y escribió varios libros en esa materia, pero también escribió biografías y uno que él consideró especial titulado Triunfos y Traiciones.

En este hace una crónica personal del año político de 1994.

Pocos como él conocieron a fondo el sistema político mexicano.

En este libro escrito en el año 2000, Pichardo Pagaza desentraña qué ha sucedido en México entre la clase política, entre los políticos y entender así los cambios que se han vivido y explicarían por qué el PRI perdió el poder casi absoluto desde 1997.

Con gran claridad expone los entretelones de las campañas presidenciales, de las luchas al seno de éstas y lo que él mismo enfrentó durante la campaña de Ernesto Zedillo, aún con el propio candidato.

Este libro, Triunfos y Traiciones, escrito en tono anecdótico, muy interesante, en el que sostiene que 1994 marca el fin del siglo XX con una rebelión zapatista, la firma del Tratado de Libre Comercio, el ingreso de México a la globalización, el asesinato de Luis Donaldo Colosio, el triunfo del PRI y al mismo tiempo, la declinación de este partido.

El ‘94, marca una línea definitoria en la historia moderna de nuestro país.

Pichardo hace la aclaración de que no es un libro de denuncia aunque en él refiera un testimonio diferente de lo sucedido en las investigaciones del asesinato de José Francisco Ruiz Massieu, de “cómo a su pesar” la clase política lo fue convirtiendo en un suceso político al tiempo que se apagaba el interés jurídico.

Paso a destacar algunos apuntes que hace el mexiquense en su libro como gran testimonio histórico que desvela las entretelas de un personaje que ganó la Presidencia gracias al PRI, pero que sin agradecimiento al partido, le declara “la sana distancia”.

Ernesto Zedillo, al recibir la noticia de su triunfo en las elecciones, con su gesto adusto, le dice al presidente del PRI, quien esperaba una felicitación, mínimo una expresión de gusto por el exitoso trabajo de los priistas, exclama: “Nacho las elecciones fueron ciertamente legales, pero no equitativas”. El 29 de agosto de 1994, todos los priístas que habían trabajado pie a tierra, y estaban en el auditorio Plutarco Elías Calles, del PRI. para ovacionarlo, felicitarlo y echar porras, quedaron defraudados. Los integrantes del CEN, los líderes de los sectores, senadores y diputados electos, coordinadores, delegados estatales dirigentes de organizaciones y movimientos territoriales, la clase priísta del momento, todos esperaban el arribo de Zedillo y de su parte una “oración de la victoria”, para todas sus huestes. Dice Pichardo: me equivoqué, nada de eso.

El mensaje de Zedillo tuvo dos grandes vertientes recíprocamente vinculados; la primera. dirigida a los partidos políticos perdedores y a la opinión pública nacional; la segunda, a los priista actuales y futuros, y fueron sus propuestas anunciando su alejamiento respecto del PRI.

Ignacio Pichardo considera en su libro que, el proceso intelectual de Ernesto Zedillo que desembocó en la formulación de sus ideas sobre “la nueva cultura democrática” de México deriva de su conocimiento a fondo del sistema estadounidense donde realizó sus estudios de posgrado.

En fin que lejos de un reconocimiento, fue la lectura de la cartilla a los hombres y mujeres que se habían entregado de lleno a ganar las elecciones.

Relata Ignacio Pichardo Pagaza que se sintió abrumado por la actitud y pronunciamientos del candidato triunfante, como acusando a los priistas de no haber hecho bien las cosas.

Ante ello, Pichardo le pidió a Zedillo unos minutos para plantearle que se convocaría para elegir a una nueva directiva del partido a lo que Zedillo le respondió que esperara que todo iba a cambiar.

Finalmente en esta crónica, Pichardo rebate, con pruebas y razonamientos, las acusaciones de obstruir la justicia que en su momento le hizo Mario Ruiz Massieu encargado de investigar el asesinato de su hermano José Francisco. El autor muestra que, pocas horas después del crimen, se conocía la implicación de Raúl Salinas y que culpar a los directivos del PRI, fue un fallido intento de proteger a los responsables.

Ignacio Pichardo Pagaza que a partir de una intervención quirúrgica de aneurisma en la aorta siendo secretario de Energía, hace 25 años, cumplió solo un año en su encargo.

Hoy, una nueva intervención de lo mismo no la resistió.

Su trabajo, entrega y compromiso y amor a México, confirman el legado de un hombre cabal, miembro de la clase política mexiquense. Fue la excepción del llamado Grupo Atlacomulco por su honestidad, rectitud y entrega al servicio de los demás .

Descanse en Paz.

¡Digamos la Verdad!