16.15.2022. México.- La artista plástica Circe Irasema hizo un recorrido histórico sobre el muralismo mexicano y no reparó en argumentar la distancia que encuentra en el contexto actual y la visión oficial del muralismo Siqueiros-Orozco-Rivera, un movimiento masculino por excelencia.
Comparó las condiciones en las que David Alfaro Siqueiros pintó preso en Lecumberri en 1959, donde convirtió su celda en una oficina de derecho y taller de producción. Circe subrayó la desigualdad de condiciones y privilegios con que las mujeres de Santa Martha han pintado en la actualidad.
En un siguiente momento, Gladys Morales, doctoranda de la FLACSO México, replanteó una pregunta hecha antes por Aida: “¿Cómo nos hacemos escuchar jurídicamente hablando?”. Y respondió: “Ella trata los murales como una manera de expresar un reclamo de acceso a la justicia”.
La abogada aprovechó para denunciar que en el sistema de justicia mexicano “hay dos categorías de personas privadas de libertad: las que se pueden reinsertar socialmente y las que son una causa perdida”.
En el espacio de diálogo, André, nieto de Aida, tomó la palabra para preguntar sobre el primer pensamiento con el que despertaba para hacer los murales. Aida respondió: “Qué placer, voy a seguir y voy a subirme al andamio”. Ella pensaba en la sensación de subirse a la estructura, para poder ver más allá de lo que la tapaban los muros, ver el horizonte, poder sentirse más libre y que la tocara el viento en las alturas.