Desde San Lázaro.
Alejo Sánchez Cano.
El gobierno ha dejado solas a las mujeres de México. Ante una ola imparable de feminicidios, violaciones y casos de violencia de género, el presidente López Obrador sólo ha atinado a responder que sus adversarios ‘zopilotean’ con los feminicidios, al tiempo de molestarse porque el tema no opaque la rifa del avión presidencial.
Si el gobierno no entiende el problema, ¿qué esperanza tienen las mujeres de que la situación podrá mejorar? No hay mujer que no tenga miedo al usar el transporte público, al caminar por la calle, al dejar a sus hijos en la escuela. Y cada día conocemos de casos desgarradores de mexicanas que son asesinadas por el simple hecho de ser mujeres, de niñas raptadas y de jóvenes violadas.
Lo peor del caso es que todos sabemos que el gobierno no las cuidará, ni está haciendo nada por mejorar la situación.
Ante este abandono, las mujeres del país están levantando la voz. Varios colectivos han empezado a convocar a una marcha el 8 de marzo, el Día Internacional de la Mujer, y un paro nacional el siguiente día. Bajo el lema ‘El nueve ninguna se mueve’, pugnan porque las mujeres no acudan a trabajar, a la escuela, ni a hacer compras. Ya que el gobierno las ha dejado solas, las mujeres hacen un llamado a la sociedad que se tome conciencia de la gravedad del asunto.
Un buen primer paso es que todos participemos de la forma que podamos el 9 de marzo. Las empresas y los patrones del país deben no sólo de dar permiso a todos los que quieran faltar ese día, sino sumándose también al paro nacional, con ello mandarían un gran mensaje de solidaridad. Algunas empresas ya han anunciado que no operarán ese día; y en un efecto dominó se espera que otras hagan lo mismo.
Quizá cerrar un día pueda ocasionar pequeñas pérdidas a las empresas, pero nada en comparación a lo que pierden diariamente las mujeres que son víctimas de violencia en nuestro país. El beneficio social será mucho mayor que cualquier pérdida económica.
Un segundo paso es que los hombres tomemos conciencia de nuestras actitudes nocivas que generan estos problemas de violencia de género. Somos los hombres los que causamos el problema y los que debemos aceptar responsabilidad y cambiar nuestra conducta. Si queremos que las cosas cambien para las mujeres, se debe empezar en nuestro entorno inmediato: en el hogar y en los lugares de trabajo. De forma urgente las empresas deben revisar sus protocolos de seguridad para las mujeres y de atención a quejas por hostigamiento y acoso en el empleo. Demasiados casos han sido escondidos debajo de las alfombras, dejando a las denunciantes aisladas, frustradas y atemorizadas.
No aceptamos las excusas, descalificaciones y evasivas que se escuchan todos los días en Palacio Nacional en respuesta a la emergencia nacional que estamos viviendo. Si no pueden con el paquete, que se vayan. Merecemos un presidente que entienda los problemas de México y que tenga los tamaños para crear mejores condiciones para evitar la violencia de género.