De Memoria
/ Carlos Ferreyra /
El Pablotas, me aseguran que así lo llamaban algunos de sus compañeros reclusos en 1968.
Militante del veterano Partido Comunista Mexicano, Pablo Gómez hizo el camino del Calvario que lo ha llevado a las glorias del Señor.
No es cuestión de ir paso a paso tras su simplona biografía que se resume así: estuvo en todas las variantes de la izquierda, fue dirigente nacional en alguna.
Trabajo formal, como lo entendemos quienes dia con día debemos preocuparnos por llevar un bolillo para repartir en la mesa familiar, el exitoso político nunca lo ha tenido.
Dicen que en su etapa de mayor brillo interpartidos, se casó con la heredera de la Cerillera La Central, supuestamente también activo de la izquierda.
Los esfuerzos de Pablotas, que nunca incluyeron tareas plebeyas como boteo, pintas o volanteo, le fueron generosamente compensados.
Ha sido diputado no sé cuántas ocasiones y también senador. Cierto, ganó alguno de estos cargos en las urnas, pero generalmente se refugió en el corral de los toros de regalo: legislador de partido sin campaña por medio.
Difícilmente, supongo que ni siquiera él, recuerdan una propuesta o iniciativa a pesar del chorratal de años en el cómodo culiatornillamiente en escaños o curules.
En la nubosidad de la distancia, surge el recuerdo de la lucha de la izquierda contra el incremento al IVA y su respectiva carga contra las causantes menores.
A la hora de la votación cayó sobre la Basílica de San Lázaro una extraña y maléfica pulsión por acudir a aliviar la vejiga. Obvio, los afectados fueron los militantes de la oposición.
La mayoría tricolor con aquella disciplina que la caracterizaba, se quedó a votar. El triunfo dio pauta para la celebérrima Roqueseñal, equivalente a los dobleces de Paco Ignacio Taibo Ii.
Pablotas volvió en el momento de la votación, lo hizo en favor. Al responder las reclamaciones de sus compinches partidarios, se justificó: es que no leí la iniciativa.
En esas manos, hoy, la persecución de evasores fiscales, no los reales sino “los enemigos”, fifies, aspiracionistas y neoliberales.
Como sugerencia, vale estrenarse con su antecesor adquiriente de modesta casa de 24 millones de pesos a los que habrá de sumar el costo de los fastos nupciales y, desde luego, lo relativo a la Luna de Miel que podría convertirse en Luna de Hiel…