Emulsión electoral

Sin tacto.

Por Sergio González Levet.

Ocupo la Wikipedia para aprender que una emulsión “es una mezcla de dos líquidos inmiscibles (que no se combinan) de manera más o menos homogénea. Un líquido (la fase dispersa) es dispersado en otro (la fase continua o fase dispersante).”
La enciclopedia digital me dice también que “muchas emulsiones son de aceite/agua, con grasas alimenticias como uno de los tipos más comunes de aceites encontrados en la vida diaria.”
Y da ejemplos de emulsiones: “la mantequilla y la margarina, la leche y crema, el expreso, la mayonesa, el lado fotosensitivo de la película fotográfica, el magma y el aceite de corte usado en metalurgia.”
Para no quedarse con nada sin aclarar, nos explica que “en el caso de la mantequilla y la margarina, la grasa rodea las gotitas de agua (en una emulsión de agua en aceite); en la leche y la crema el agua rodea las gotitas de grasa (en una emulsión de aceite en agua). En ciertos tipos de magma, glóbulos de ferroníquel líquido pueden estar dispersos dentro de una fase continua de silicato líquido.”
¿Qué tal?
Y culmina doña Wiki con una definición de a kilo: “El proceso en el que se preparan las emulsiones se llama emulsificación.”
Ya armadas las lectoras y munidos los lectores con estos conceptos, podría afirmar que las coaliciones que están armando el PAN, el PRD y el PRI, en realidad no son tales, sino emulsiones.
Con eso quiero decir que no son en realidad una mezcla durable ni estable, sino un accidente físico en el que se mantienen unidos de manera temporal y artificial.
¿Cómo entender que un partido de izquierda como el PRD, uno de derecha como el PAN y uno que no es de centro como el PRI pero se opone a los extremos ideológicos de sus nuevos socios, puedan encontrarse de cualquier manera en una campaña con una sola oferta para el público elector?
El agua y el aceite no se mezclan, y esos partidos terminarán por romper su unión coloidal cuando sean gobierno…o antes.
Y puede ser antes porque una vez que logren superar las negociaciones y determinar a los candidatos, vendrá otro problema: ¿cómo serán las campañas?
Cada partido tiene su propia forma de ver las cosas, y se verán obligados los tres a establecer acuerdos muy firmes para que no empiecen los problemas a la hora de diseñar las estrategias y las tácticas que usarán para convencer a los votantes de que sufraguen por los candidatos coalicionados (o emulsionados).
Aún debe pasar mucha agua por el río para que las coaliciones sean una realidad, pero atrás de todas las desconfianzas y las diferencias, bulle una necesidad que todos ven, la de sacar del poder omnímodo a los morrenos, porque si no lo hacen, se van a eternizar.
Y esa idea es más importante que cualquier ideología.

sglevet@gmail.com