En el caso de los migrantes, no hubo tal “rescate”

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/Héctor de Mauleón./

Ayer, a las 13:32, la secretaria de Gobernación, Luisa María Alcalde, informó en su cuenta de X que los 31 migrantes secuestrados el sábado pasado en una carretera de Tamaulipas “fueron rescatados, sanos y salvos”, y agradeció “a las autoridades del Estado, a la Guardia Nacional y a las Fuerzas Armadas” por el “rescate”.

13 minutos después, el vocero presidencial Jesús Ramírez Cuevas informó en su propia cuenta: “Gracias al esfuerzo coordinado del gobierno de Tamaulipas, la FGE, Sedena, Guardia Nacional y la SSPYC se logró rescatar a los 31 migrantes que fueron secuestrados el 30 de diciembre de 2023”.

En realidad, no hubo nunca tal rescate.

Cerca de la una de la tarde, según información recabada por el portal tamaulipeco Elefante Blanco, las autoridades recibieron una llamada telefónica que les informó que los 31 migrantes secuestrados habían sido liberados por el grupo criminal que los capturó frente a la tienda Soriana ubicada en la avenida Francisco I. Madero.

El operativo de búsqueda, según informó ayer en la mañana el gobierno federal, había peinado las colonias cercanas al sitio en donde los migrantes fueron secuestrados. Además de las autoridades del equipo interinstitucional de seguridad, se había echado mano de binomios caninos, y se habían revisado las cámaras de seguridad localizadas en la zona donde ocurrió la desaparición.

El sábado 30 de diciembre, en el kilómetro 6 de la carretera Reynosa-Matamoros, cinco camionetas con hombres cubiertos con pasamontañas interceptaron el autobús 9570 de la línea Senda. Obligaron a los 31 migrantes a descender y, según la confusa información proporcionada por los autoridades, dejaron a bordo a cinco personas, dos conductores y tres mexicanos, quienes reportaron el secuestro al 911.

Las autoridades tardaron en reaccionar e incluso en confirmar la desaparición. Se informó más tarde que entre los secuestrados había venezolanos, ecuatorianos, colombianos, hondureños y mexicanos. De acuerdo con autoridades locales, la mayor parte de ellos habían recibido una tarjeta para acudir a una cita en el consulado de Estados Unidos.

El operativo de rastreo incluyó el cateo de 22 hoteles situados en la zona. La noticia del secuestro, como diría el Presidente, llegó hasta el Vaticano.

Como en el caso del secuestro en Matamoros de cuatro ciudadanos estadounidenses, dos de los cuales fueron asesinados, y en el que a consecuencia de la inmensa presión, tanto mediática como del gobierno de Estados Unidos, el Cártel del Golfo optó por entregar, amarrados, a los responsables, los autores del secuestro de los 31 migrantes optaron por dar marcha atrás: ellos mismos decidieron liberarlos.

En una región atiborrada de autoridades estatales y federales, los miembros del grupo criminal –en la zona pelean Los Metros y el Cártel del Golfo– pudieron trasladar a plena luz del día a 31 personas e incluso se dieron el lujo de dejarlas frente a un Soriana.

Alcalde y Ramírez Cuevas, de manera coordinada, optaron por la mentira. Incluyeron en sus comunicaciones la palabra “rescate” y enumeraron a un grupo de instituciones que, sin embargo, no habían logrado encontrar a los desaparecidos a lo largo de tres días, y que solo llegaron al supermercado cuando una llamada anónima les informó su ubicación.

Según la nota de Elefante Blanco fue entonces cuando “elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), Guardia Nacional y la policía de Tamaulipas acudieron a identificar y resguardar a las personas”. Fue entonces cuando “la población migrante fue rodeada de patrullas y vehículos” y subida a un autobús de transporte público.

Desde hace 20 años existen relatos y denuncias que narran el horror vivido por migrantes que atraviesan la costa del Golfo, enfrentando la brutalidad de los cárteles y la corrupción de las autoridades. Hace poco más de una década estremeció el testimonio de un ciudadano hondureño que fue llevado a un lugar donde se hacinaban decenas de personas a las que los criminales les habían cortado los dedos “porque sus familiares no respondían o no querían pagar”. Ese tipo de historias se sigue repitiendo diariamente: apenas en noviembre pasado 123 personas fueron abandonadas dentro de la caja de un tráiler (se salvaron de milagro). En noviembre de 2021, 19 migrantes fueron ejecutados y calcinados en una brecha de Camargo, en la frontera chica de Tamaulipas. El sacerdote Francisco Gallardo, de la diócesis de Matamoros, ha dicho que cada mes se entera de unos 450 casos de secuestro: ¡más de cinco mil al año! Y eso, solo en Tamaulipas. Según el sacerdote, la mayor parte de estos hechos no se denuncia.

Tamaulipas es una tierra sin ley.

Mentir descaradamente y colgarse las condecoraciones de un supuesto “rescate” no logrará la tapar la realidad, a pesar del “esfuerzo coordinado” de quien usted guste y mande.

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