** Uso de Razón.
/ Pablo Hiriart /
El deterioro del Presidente avanza con una celeridad mayor a la esperada.
La semana que pasó fue abrumadora en mentiras, contradicciones, calumnias y desfiguros.
No hay manera de atenuar su descomposición, que irá creciendo conforme se aproxima el término constitucional de su mandato.
Pasará a la historia como el peor presidente que ha tenido México en más de 100 años. Lo intuye y se desespera. Sus bandazos preludian un final turbulento, con decisiones imprevisibles.
Aflora con desnuda nitidez lo peor de su esencia. Va a acabar mal y el perdedor será México. Ya lo es.
A sus amigos los usa y los desecha conforme a sus sucesivos pasos rumbo a la destrucción del país.
Llegó a la presidencia con la mentira de que en México todo estaba mal. Todo.
Había mucho que corregir y mejorar, sin duda, pero López Obrador sólo ha podido destruir lo bueno y acrecentar lo malo.
El tejido social de la nación está desgarrado.
Al elegir a AMLO, México desbarató su futuro en manos de un demagogo.
La semana pasada, Fareed Zakaria apuntó el error en The Washington Post: “México podría estar entrando en una edad dorada, perfectamente posicionado como está para beneficiarse de la creciente tensión entre Estados Unidos y China. Partes del país ya están experimentando un auge a medida que las empresas se diversifican fuera de China e invierten en él. De hecho, una buena parte de esa inversión la están realizando empresas chinas que están encontrando la manera de seguir vendiendo productos a Estados Unidos”.
Pero –agregó el analista de uno de los diarios más prestigiosos del mundo– “estos prometedores vientos económicos están siendo sofocados por malas políticas. Durante la mayor parte de las últimas tres décadas, México tuvo una racha de presidentes que se tomaron en serio las políticas y trataron de modernizar el país, aunque con diversos grados de éxito. Por desgracia, esa suerte se ha acabado. El presidente de México desde 2018, Andrés Manuel López Obrador, también conocido como AMLO, es un demagogo populista sacado de las peores páginas de la historia latinoamericana”.
Su presidencia, resume Fareed Zakaria, ha sido un fracaso:
“Las políticas Covid de López Obrador fueron un desastre; México ha tenido una de las tasas de letalidad por Covid de las más altas del mundo. Sus políticas económicas han sido anticrecimiento; según una estimación, casi 4 millones de mexicanos han caído en la pobreza desde 2019. No ha logrado enfrentarse a los cárteles de la droga. Y ha atacado a las instituciones políticas mexicanas, muchas de las cuales habían adquirido legitimidad y competencia recientemente. Su esfuerzo actual podría ser el más peligroso”.
Ese “esfuerzo actual” que menciona Zakaria, lo sabemos, es destruir al INE, a la prensa libre, y someter a la Corte.
Su herramienta para destruir la reputación de personas e instituciones ha sido la mentira. Miente con flagrancia e impunidad absoluta.
La semana pasada, en sólo dos días, pudo haber mentido más que todos los presidentes de México juntos, desde hace un siglo.
A veces por ignorancia, a veces por maldad, miente como respira.
El viernes arrancó su conferencia con el tema de un partido de beisbol contra Colombia, que de ahí era “el gran escritor, el Cervantes de la lengua castellana, Gabriel García Márquez”.
El Cervantes de la lengua castellana no es otro que Miguel de Cervantes. ¿O el autor de El Quijote era francés?
A cualquier otro presidente se lo habrían acabado por ese error, pero con AMLO no da tiempo porque va mentira tras mentira. Una más grande que la otra. Niega la realidad… que él mismo reconoce.
Designó un zar antifentanilo, a la vez que aseguró que en México no se produce fentanilo. Y su gobierno presume el desmantelamiento de laboratorios que producen fentanilo.
A las reporteras Nayeli Roldán y Dalila Escobar, de Animal Político y Proceso, les negó que hubiera espionaje, luego de que ellas refirieron los documentos de la Secretaría de la Defensa que prueban espionaje a defensores de derechos humanos y a periodistas.
Para diferenciar entre labor de inteligencia y espionaje –cosa que no pudo hacer–, dijo que espionaje era lo que le hacían a él en 1988 cuando se pasó a la oposición, pues afuera de su casa había estacionado, día y noche, un automóvil de la Dirección Federal de Seguridad.
Mentira. En 1988 ya no existía la DFS. Existió, sí, en la época en que él militaba en el PRI.
Como no pudo explicar por qué el Ejército espía a civiles sin un sustento legal, atacó a los medios de comunicación que publicaron el reportaje, y de paso confundió a Artículo 19 con el grupo guerrillero colombiano M-19.
Acusó a Carmen Aristegui de ser “alumna de Junco, el del Reforma”, no obstante que Carmen está en el periodismo desde antes que existiera el diario Reforma.
Atacó a quienes hacen periodismo libre, como los medios mencionados y una veintena de directivos, exdirectivos de medios y comunicadores, por haber recibido publicidad del gobierno anterior (entre los que estoy, según él “ligado a la derecha chilena”).
Era publicidad documentada, facturada, está en transparencia, y AMLO mintió al presentarlo como algo ilegal.
-¿También podría mostrar lo que se da ahora? –le dijo la reportera de Animal Político.
-No, no, nada –mintió el Presidente.
-¿A los demás medios? –replicó Nayeli Roldán.
-Sí, a todos, es transparente –se contradijo y volvió a mentir.
-¿Podría mostrarlo? –insistió la reportera.
– Sí, sí, sí, pero Animal Político en particular, igual que Carmen Aristegui, que engañaron durante mucho tiempo de que hacían un periodismo independiente, de la sociedad civil, recibían apoyo del gobierno y por eso no tenían la misma línea editorial que tienen ahora, así de sencillo. Yo lo tengo en mi libro –siguió mintiendo.
Una máquina de mentir, y de destruir, gobierna México.
Está en su fase terminal, la más peligrosa.
Falta lo peor, aunque ya desbarató el futuro de una generación de mexicanos.