Asunto: columna de Ramón Zurita Sahagún
DE FRENTE Y DE PERFIL
RAMÓN ZURITA SAHAGÚN
Se les conoce de formas diversas en el mundo delincuencial, desde chivatos, sapos, soplones, delatores y otras formas más, aunque ahora se les bautiza de otra manera y ser un testigo protegido es garantía de impunidad o de reducción de condena para ellos.
El mundo del hampa o delincuencia cobra caro esas denuncias de los que fueron sus socios, que para salvar su pellejo procedían a esas acusaciones, algunas de las cuales resultan falsas.
En México, el mundo de la delincuencia y la política se encuentran sumamente vinculados, por lo que no faltan acusaciones de unos hacia otros, siendo favorecidos unos y perjudicados aquellos que caen en desgracia.
Llama la atención que con la derrota electoral del PRI se desató una etapa de dimes y diretes entre militantes de este partido, donde se acusan con todo y revelan pactos y secretos que se mantuvieron ocultos durante los años de fortaleza del partido tricolor.
Y es que ahora se descubren las estrategias que usaban los altos jerarcas de ese partido y que le han permitido a muchos de sus principales exponentes no sacrificar demasiado a favor de sus ganancias.
Por lo que revela Javier Duarte de Ochoa, es un síntoma de los gobernantes, ex gobernantes y altos mandos, que se resignen a caer en desgracia, con tal de mantener a flote la nave.
Sin embargo, el caso de Duarte de Ochoa es digno de estudio psicológico, por toda la trama que relata y que sus defensores han tomado como real.
El ex gobernador de Veracruz fue considerado como modelo de una nueva generación de priistas, los que se encargaba de elogiar el entonces Presidente Enrique Peña Nieto, con todo y que la Auditoria Superior alertaba sobre desvío de recursos y en Veracruz era comentario en voz alta los abusos del gobernador y su corte de favoritos.
Su relación con los altos mandos de gobierno era tan estrecha que Emilio Gamboa lo tomó de la mano para placearlo ante empresarios y dueños y directivos de los medios de comunicación, por lo que fue defendido a ultranza cuando se descubrió un avión que transportaba 25 millones de pesos en efectivo, provenientes de las arcas veracruzanas y que aportaba a la campaña presidencial de ese entonces.
La pésima operación de esa trama bajó los bonos de Duarte y más cuando se advirtió sobre su pésimo gobierno, los abusos cometidos y la malversación de fondos, por lo que se le urgió dejar el gobierno o correr el riesgo de ser destituido.
Duarte dejó el gobierno y pronto enfrentó acusaciones, por lo que se dio a la fuga y fue detenido en Guatemala y extraditado a México.
Ya en prisión reconoció delitos menores que lo condenaron a nueve años de cárcel.
Desde un principio se dijo que la detención de Duarte fue pactada, para proteger a su familia y dejar a su esposa fuera de estas denuncias. Ahora Duarte rompe un supuesto silencio y acusa que no le respetaron el pacto e involucra a político priistas que van desde el ex Presidente Peña Nieto, pasando por Miguel Osorio y los jefes de la entonces Procuraduría General de Justicia, a los que sobornó (según cuenta) y no le cumplieron la parte del pacto.
De ser cierta la versión de Duarte se tendría que investigar de dónde procedía el dinero que le entregó en efectivo Peña Nieto y el soborno a las autoridades de la PGR, los que deberán responder por esos delitos, al igual que el propio Duarte por provocar ese cohecho.
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