**Sin tacto.
/ Por Sergio González Levet /
A riesgo de que también me quiera regañar como es su costumbre, me atrevo a decir que el gobernador Cuitláhuac García Jiménez está errando doblemente, pues al pecado ha añadido el que no quiera cumplir la necesaria penitencia.
Lo digo porque después de haber cometido el dislate de maltratar verbalmente a la reportera Sarah Landa, simplemente porque ella se atrevió a hacerle una pregunta ¡en una rueda de prensa!, ha guardado un ominoso silencio que más parece una graciosa huida ante la obligación manifiesta de que explicara su acción tan criticada.
Después de sus groserías a una ciudadana, a una comunicadora, a una dama, el mandatario estatal, en quien descansa la representación de todos los veracruzanos, se desapareció de los reflectores y de la vida pública.
Varios medios internacionales, nacionales y estatales solicitaron una declaración de García Jiménez respecto de los hechos bochornosos de la conferencia de prensa del oprobio, pero su Director de Comunicación Social, el jovenzuelo Iván Joseph en la Luna, hizo lo que mejor sabe hacer, es decir, no hacer nada y no cumplir su función, pues negó a su jefe frente a todos los solicitantes.
Tampoco contestó el mandatario, obviamente, a los señalamientos y las denuncias hechas públicamente por infinidad de periodistas tanto de Veracruz como en la ciudad de México respecto de su penosa actuación del miércoles pasado.
El que calla otorga, dice el refrán que parece aplicarse puntualmente a Cuitláhuac, quien una vez más fue reo de sus emociones y ahora quiere evitar la pena de expresar la disculpa pública que merece la reportera víctima de su actitud soberbia y fuera de lugar.
Y hablando de soberbia, todos (oh, oh, oh, qué craso error estoy cometiendo, perdón Gobernador, dije todos y no es así, son nada más casi todos)… casi todos los veracruzanos, menos usted (y tengo la decencia de hablarle de usted, porque me respeto a mí mismo), reprueban su trato contra una reportera decente y honesta, profesional y honorable. sería el colmo que en la cancha de la Cuatroté jarocha pretendan justificar lo injustificable e intenten decir que estuvo bien su actuación.
¿Dónde, dónde está? ¿Por qué no da la cara? ¿Por qué no muestra altura y sale a reconocer su error (que es de sabios hacerlo) y le pide perdón a Sarah? ¿Por qué no nos tranquiliza a todos (a “todos”) los veracruzanos y promete que no cometerá más exabruptos de ese tipo?
Podría aprovechar hoy, que es el día del amor.
Es tan fácil ser congruente; es tan sencillo ser modesto.
Viera usted cómo se lo reconocerían sus ¿gobernados?
sglevet@gmail.com