Horas y horas .

* La Corte

/Azul Etcheverry/

Esta semana se habló mucho sobre la reforma de ley que propone la jornada laboral de 40 horas en lugar de las 48 previstas actualmente. Los legisladores aprobaron desde abril una iniciativa para disminuir las horas que, por ley, un trabajador mexicano debe cumplir, en la nueva propuesta se aseguran, al menos, dos días de descanso para el empleado, lo que representaría un cambio importante en este ámbito para todos, las empresas, pero, sobre todo el cambio viene pensando en los trabajadores mexicanos.

El tema no es sorpresa, México tiene una de las jornadas laborales más largas de la región y siempre se ubica dentro de los primeros tres lugares en rankings, como el de la OCDE, en cuanto a horas laborales por año, los mexicanos son quienes más horas dedican al trabajo con un promedio de 2 mil 124 horas por año, lo que se traduce en más de 41 horas por semana, siendo esto sólo un cálculo, significa que hay mexicanos que laboran por arriba de esto.

¿Trabajar para vivir o vivir para trabajar? Esta es la pregunta central que puede impulsar un cambio. De acuerdo con datos del Inegi, el tiempo de los mexicanos para el descanso y esparcimiento es bajo y de mala calidad, siendo la causa principal las largas y pesadas jornadas laborales que enfrentan, sumado a otros factores como traslados muy largos por tráfico o transporte público saturado. Pensemos en alguien que trabaja en atención a público, labor que drena energía y requiere todo el cuidado e interés, más una o dos horas en un automóvil que apenas avanza o transporte público repleto.

Ante esto y el impulso de los temas de la agenda de salud mental y bienestar integral de los seres humanos, la tendencia mundial parece empezar a cambiar, pues en algunos países de Latinoamérica como Venezuela, Ecuador y Chile ya se ha aprobado este cambio de 40 horas, si hablamos de países desarrollados, encontramos ejemplos en donde la semana laboral es de sólo cuatro días y tres de descanso.

Estamos ante un cambio de paradigma. Se ha demostrado que en los peores casos, algunos seres humanos viven una especie de esclavitud moderna y, en los mejores, simplemente, aún teniendo tiempo libre, no quedan energías o ánimos de disfrutar ese tiempo. En ese mismo sentido, de los aspectos positivos que nos dejó la pandemia por covid-19 es el home office, pues trabajando desde casa muchos se dieron cuenta que podían administrar mejor su día y dedicarse a otros asuntos sin sacrificar su compromiso en el trabajo.

Parece que las frases como “ponerse la camiseta” o “dar el extra” han quedado caducas y hoy se miran rancias ante estas nuevas realidades. Esperemos que nuestros legisladores hagan lo propio y no aplacen este debate nuevamente para poner a los mexicanos en una mejor posición que desde ya merecen por su esfuerzo y dedicación de todos los días.

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