/ Eduardo Sadot /
Desde aquel memorable huracán Janet que tocara Chetumal el 28 de septiembre de 1955, dejando una población devastada, que a la fecha conserva recuerdos que evocan esos momentos. El gobernador Miguel Borge Martín, erigió una escultura conmemorativa a unos metros de la frontera con el rio Hondo y Belice donde comienza la República mexicana y con ella América del norte, es también la frontera con América central y ahí se puede observar el conjunto escultórico que muestra la fuerza del mar en el huracán Janet, famoso entre otras cosas por levantar casas completas y depositadas en otro lugar, esas casas construidas de madera, una reminiscencia de la costumbre inglesa de construirlas de ese material, heredada de la colonia inglesa Belice y observable también en Estados Unidos que aún conservan esa costumbre inglesa. La experiencia de Janet, dejó tan mal sabor en los chetumaleños, que todavía a principios de éste siglo, no construían sus casas frente a la bahía de Chetumal. De entonces a la fecha muchos huracanes han pasado, de los últimos más devastadores sin duda fue el huracán Gilberto que inclusive llegó hasta monterrey causando muertes y destrucción.
Pero todo ello ha desarrollado entre los quintanarroenses la cultura de la prevención, en materia de huracanes, todos los quintanarroenses son expertos, tan es así que desde el huracán Gilberto que impactó Cancún, en septiembre de 1988, a la fecha incluyendo el Wilma en octubre de 2005, en Quintana Roo, siempre ha habido saldo blanco, destrucción sí, de infraestructura, pero ni una sola pérdida de vidas humanas. Porque hoy son previsibles.
Hoy ante la amenaza del Huracán Beryl, los quintanarroenses están preparados para recibirlo. A diferencia de los acapulqueños, que no desarrollaron una cultura de la prevención de desastres que incluye prevención de inundaciones, la gobernadora de Quintana Roo, Mara Lezama, ha coordinado magistralmente la prevención y apoyos de los tres órdenes de gobierno (no obstantes encontrarse enferma de la garganta), Mara, una jovencita acostumbrada a sortear huracanes desde el tiempo de su tribuna en la estación de radio turquesa, sabe a lo que se enfrenta con la llegada de un huracán, ha sabido alertar a los tres órdenes de gobierno incluido el federal, orientando al respecto hasta a los asesores del presidente obrador, cosa que no sucedió por la inexperiencia de la gobernadora de Guerrero en el lamentable evento de hace unos meses en Acapulco con el huracán Otis, el 25 de octubre de 2023 que les impactara a las 0:25 horas de ese miércoles, sin que nadie orientara al mismo ejecutivo federal, de lo que debía hacerse, allá ni siquiera había voces de alerta ni preparación de albergues, solo dijeron tibiamente que habían pasado mensajes de perifoneo, pero ni un solo refugio habilitado. Todo lo contrario en Quintana Roo, donde se espera impacte en el puerto de Majahual o poco mas arriba (en la reserva de la biósfera de Sian Ka’an, a 289 kilómetros de Cancún, lejos pues) se ha requerido el desalojo de personas para preservar sus vidas, no obstante que se espera que impacte en la reserva de la biósfera de Sian Ka’an (lugar donde nace el cielo), donde no hay nada o prácticamente poco de presencia humana, salvo un lugar famoso por su belleza y aislamiento propiedad del mexicano Roberto Hernández, lugar espléndido para disfrutar de la naturaleza sin guaruras, que seguramente será el más afectado, pero la población no es mayor a veinte personas, que a estas horas ya las habrán desalojado.
Los huracanes crecen en aguas cálidas, si el huracán es lento (menos de 20 kilómetros por hora) entonces se robustece y es muy destructivo, afortunadamente Beryl se desplaza rápidamente aunque trae vientos máximos sostenidos de 215 km/h trae ráfagas de 250 km/h, pero en su conjunto se desplaza a 33 km/h va con cierta rapidez lo que provoca que se debilite – hay que distinguir que una velocidad es a la que se desplaza el huracán y otra las ráfagas que trae en su cuerpo esa velocidad es lo que mide su capacidad destructiva – hay huracanes de agua o de viento o de ambos, los de viento son menos destructivos, los de agua son peligrosos por inundaciones y fuerza pero los de ambos son muy destructivos dependiendo de su velocidad, a mayor velocidad de desplazamiento aunque tengan mayor velocidad de vientos su poder destructivo es menor, pero si su desplazamiento fuera de menos de 20 o de 15 kilómetros o ha habido hasta de cinco km/h es cuando chupan agua crecen se fortalecen, se robustecen y su capacidad destructiva aumenta. Afortunadamente el huracán que esperamos Beryl se va debilitando y su velocidad de desplazamiento es de 33 kilómetros por hora (va rápido) y pasará rápido. Hasta ahora, porque los huracanes no tienen palabra de honor.
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