** El Ágora .
/ Octavio Campos /
El INEGI publicó el informe trimestral 2023 de la Encuesta Nacional sobre Seguridad Pública Urbana, donde el 62 por ciento de los mexicanos reconoció sentirse inseguro en su localidad. Las ciudades donde hay más percepción de inseguridad son Fresnillo, Zacatecas, Naucalpan, Cuidad Obregón, Uruapan y Colima. Poco ha cambiado la sensación de los ciudadanos desde 2011, año en que comenzó a realizarse este ejercicio demoscópico. La percepción es realidad y aunque los picos más altos registrados corresponden al final de los sexenios de Felipe Calderón y de Enrique Peña Nieto, ningún gobierno ha podido bajar de 60 la sensación de inseguridad.
Más de seis de cada diez mexicanos experimenta la impresión de estar inseguros en el lugar donde viven y es en espacios públicos donde más se acentúa esa apreciación. ¿Pero qué tan distante es la precepción de la inseguridad real? La verdad no mucho, este no deja de ser, con mucho, el sexenio más sangriento, donde la violencia del crimen organizado es testimoniada por los noticiarios de televisión, principal fuente de información de quienes se sienten inseguros -según la Encuesta Nacional-, luego sigue las redes sociales y la comunicación persona a persona.
Ese trípode genera la percepción de inseguridad, la cual tiene un sustento real. ¿Cómo se puede ocultar la violencia delictiva, las masacres, los descuartizamientos, los asaltos en la vía pública a transeúntes y a pasajeros del transporte público, las noticias de secuestros, las víctimas colaterales de los tiroteos o la agresividad en los ajustes de cuentas a plena luz del día, la violencia contra las mujeres o los feminicidios?
Una constante en todos los reportes trimestrales de los estudios sobre percepción de Seguridad Pública Urbana es que las mujeres se sienten más inseguras que los hombres, independientemente de edad, estrato social o nivel educativo. La violencia ataca más a las mujeres; en 2021 se cometieron casi mil feminicidios, en 2020 fueron 949 y en 2015, 412. En 2021 se registraron 2,746 asesinatos de mujeres, en 2020 la cifra fue de 2,792, mientras que en 2015 eran 1,734. En 2021 se denunciaron 21 mil 189 violaciones. A pesar del incremento de esta incidencia delictiva, hay un 98 por ciento de impunidad, es decir, de cada 100 casos, solo se resuelven dos. De las personas desaparecidas, 80 mil -aunque la ONU habla de cien mil-, 32 mil son mujeres.
Ante esa realidad inocultable, a la que se suma la violencia intrafamiliar, laboral, académica, digital, de género, sexual, psicológica, vicaria y el hostigamiento y acoso sexual que sufre a diario la mujer, también se incrementa el número de víctimas de la violencia provocada por las delincuencia organizada y común. Por ello es fundada la percepción de inseguridad femenina y poco hacen las políticas públicas para mejorarla.
Percepción es realidad, y llevamos más de dos décadas de planes gubernamentales fallidos sobre seguridad pública que no aciertan a reducir la incidencia criminal. A la ineficiencia de las policías y ministerios públicos se agrega la corrupción que se da en todo el sistema de justicia. Mientras eso no se cambie, difícilmente podrá mejorar la percepción ciudadana sobre la inseguridad y siempre estaremos entre seis o siete ciudadanos, de cada diez, que se sienten inseguros ante la indolencia de las autoridades.
Más vale que atiendan los reclamos feministas, ya que no solo son más de la mitad de la población del país, sino que representan también más del 50 por ciento del padrón electoral y ellas son las que definen las elecciones. Percepción es realdad.
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