** Alma Grande ,
/ Ángel Álvaro Peña /
La presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Norma Lucía Piña Hernández, fue utilizada para confrontar al presidente y sabotear el acto de conmemoración del 106 Aniversario de la creación de nuestra Carta Magna de 1917.
Las versiones sobre un desdén al Presidente de la República por parte de la nueva presidenta de la Suprema Corte son tan variadas como mal intencionadas. Hubo malas y buenas intenciones, dependen del cristal con el que quieran verse y lo cierto es que cualquiera que sea la percepción lo cierto es que fortalece la Nación y otorga a los tres Poderes de la Unión, la independencia en la que debe asentarse la democracia mexicana.
Acostumbrados unos, a ser agredidos constantemente por la oposición, consideraron que hubo una agresión, o, en el mejor de los casos, un olvido del protocolo; los otros, acostumbrados a encontrar en cualquier gesto una agresión al gobierno federal, llegaron a considerar a la presidenta ministra Norma Lucía Piña, como posible candidata a la Presidencia de la República en 2024.
La oposición está tan carente de cuadros, de líderes y de candidatos que aprovechan cualquier incidente para abrir un espacio en su lista de precandidatos, la mayoría de ellos tan improvisados como la posibilidad de que la ministra quisiera ser Presidente de la República, lo cual nunca le preguntó nadie.
La ceremonia del aniversario de la Constitución Mexicana inició con la llegada del Jefe del Ejecutivo a la puerta del Teatro de la República, anteriormente llamado Agustín de Iturbide, donde la ministra Norma Piña recibió y saludó al Presidente según el protocolo. Una vez en el recinto la presentación de quienes ocuparon el recinto no fue motivo suficiente para que se pusiera de pie la ministra. A la hora de rendirle los honores al Presidente, no sólo se puso de pie sino que aplaudió. Lo mismo hizo cuando pronunció su discurso Andrés Manuel López Obrador, quien fuera el último orador en el acto.
Las versiones sobre el hecho se multiplicaron. Algunas involuntariamente, otras inconscientemente, otras más sólo siguieron la inercia de un permanente enfrentamiento entre la oposición y el gobierno. Lo cierto es que, al no ponerse de pie en la presentación de los integrantes del presídium, no faltaba a ningún protocolo, el momento protocolario inició cuando se pidió rendir homenaje a la investidura del Presidente de la República, momento en el que la ministra se puso de pie y aplaudió.
Hay quienes quieren hacer de una anécdota un hecho trascendente, incluso de rebeldía. “La política es hacer historia”, como dijera el Presidente en ese acto, pero si se toman incidentes sin importancia como una acción política, las versiones de algunos medios no pueden prevalecer sobre lo que se conmemoraba, sobre el hecho histórico, porque hasta en los discursos trataron de encontrar mensajes cifrados que intentan influir en las elecciones de 2024, a más de un año de distancia.
Lo que sucedió en Querétaro el 5 de febrero, fue un ejemplo de cómo se hace política en los últimos cuatro años, donde la especulación se vuelve agravio, el rumor hecho consumado y la mentira el anticipo de violencia verbal.
Este escenario se convierte en el lugar ideal para crear un enfrentamiento que sólo tiene su origen en la imaginación, pero sobre todo en la mala intención. Este suceso debe servir de llamado de atención para elevar el nivel del debate, subir la calidad del ejercicio político y saber la diferencia entre política y politiquería. Un rumor no puede colocar en segundo término la conmemoración del Aniversario de nuestra Carta Magna.
PEGA Y CORRE
Menudo problema enfrenta el PRD en Coahuila, donde en la última elección obtuvo el 1.25 por ciento de la votación, perdiendo con esto su registro. Entonces está fuera de la alianza, del gobierno de coalición y sin fuerza en la entidad. Debe apostar su sobrevivencia en el Edomex, una de las pocas entidades donde todavía conserva el registro.