**El Ágora .
/ Octavio Campos Ortiz /
Fue el último reducto del priismo, develo de un mítico y tal vez inexistente grupo político atribuido al abogado, internacionalista y exgobernador mexiquense Isidro Fabela, cuya tierra también fue cuna de cuando menos cuatro gobernadores, incluida la estirpe de los Del Mazo: Atlacomulco, y triste entrega de una plaza que controlaran por casi cien años los herederos del instituto político creado por Plutarco Elías Calles, el EDOMEX.
Cayó la entidad con el mayor padrón electoral del país y la de más población en la República. También se derrumbó la idea de que el Grupo Atlacomulco defendería hasta la muerte el EDOMEX, tierra de Gustavo Baz, de Adolfo López Mateos, de Carlos Hank González. Pero no, el hijo y nieto de exgobernadores entregó la plaza de manera aterciopelado a la 4T, ni las manos metió. Cuando Alfredo del Mazo compitió contra la que ahora será la gobernadora, ganó por un pequeño margen, lo que hizo suponer que además de hacer un buen gobierno, mantendría una estructura electoral que le permitiera manejar la sucesión en favor de su partido y mantener la estirpe priista. Nada de eso ocurrió, operó en función de los contrarios, por eso se inclinó por la candidata menos conocida y sin carisma, con nulo trabajo territorial y pésima campaña publicitaria, además de dejarla a la deriva, sin ningún tipo de apoyo lícito. Durante toda su administración no tocó ni con el pétalo de una rosa al gobierno federal, además de subordinarse a la estrategia gubernamental de la entonces jefa de Gobierno en temas metropolitanos, sin propuestas propias que beneficiaran a los mexiquenses.
No chistó cuando se canceló, contra toda lógica, el NAI en Texcoco, obra que detonaría el desarrollo sus paisanos, a pesar de la mega infraestructura que generó el gobierno federal en la época de Enrique Peña Nieto para que fuera un HUB. Sumiso aceptó la inundación del que sería el aeropuerto más grande del mundo, lugar que ahora ocupa el de Turquía. Pero eso sí, sirvió de escenografía en la “inauguración” del aeropuerto militar de Santa Lucía.
Nada espectacular hizo durante su administración el pusilánime Alfredo del Mazo, salvo el ser receptor de inversiones nacionales e internacionales que en su último informe compartió como logro con el inquilino de Palacio Nacional. Anodino fue el sexenio del atlacomulquense y en política ni se metió. En las elecciones para gobernador, el PRI perdió hasta en la tierra de Isidro Fabela. De pena ajena el último informe del mandatario, donde lejos de dirigirse a sus coterráneos, demostró su zalamería y falta de dignidad como gobernador, para convertirse en abyecto y servil empleado del Ejecutivo Federal.
Triste final de una clase política de la que se esperaba más; si como tradicionalmente se suponía, los comicios en el EDOMEX eran el laboratorio de las elecciones presidenciales, poco pueden esperar los aliancistas del legado del macista, ya que un tibio mandatario no dejó ninguna estructura sólida en el PRI y acotó a los otros partidos del Frente. Fue tan insulsa su administración que, como sucedió con Peña Nieto, antes de que concluya su mandato constitucional ha dejado que ya opere el grupo Texcoco y tampoco se inmutó cuando la nueva gobernadora cambió la fecha de toma de posesión para que asista el presidente a la ceremonia, con lo que le restaron dos días de gestión a Alfredito, sin que este protestara. Se asombraron cuando Porfirio Díaz cambió la fecha del Grito de Independencia para que coincidiera con su cumpleaños. Y dicen que no son iguales.
Apostilla: La unción de la exjefa de Gobierno como precandidata de la 4T a la Presidencia solo fue la crónica de una farsa anunciada. No hubo sorpresa en la designación de la corcholata preferida, solo el cochinero que escenificaron los otros “aspirantes” al más puro estilo priista. El dedazo presidencial sigue vigente. ¿Marcelo realmente es un rebelde o un quinta columna?
