La matrix patriarcal hace villanas favoritas a las mujeres en la política.

20.11.2025 BPNoticias.- Trasladar el fenómeno de las y los “villanos” en realities al ámbito político, especialmente en el caso de mujeres gobernantes, se encuentra un paralelismo muy claro, pero con consecuencias mucho más graves porque se trata de violencia política de género.

En casos como el de los ataques sistemáticos a la Presidenta y Gobernadoras, no se centran únicamente en sus decisiones políticas, sino en su condición de mujeres que ejercen poder. Esto combina tres factores:

– Ser mujer en un espacio masculino.
– Ser política en un contexto polarizado.
– No doblegarse ante insultos y difamaciones, lo que para el patriarcado no es aceptable, por lo que genera más violencia simbólica.

En los realities vemos que los villanos casi siempre son los preferido de las y los espectadores porque los jugadores los victimizan y en este país siempre se apuesta por las y los más débiles.

¿Cómo se traduce este fenómeno en el ámbito de las mujeres en política? Cuando vemos que son el blanco preferido de la matrix patriarcal vemos que no se apuesta por ellas, las vuelven villanas  favoritas en las narrativas de la conversación publica, pues representan todo lo que odian, y más si son firmes en sus respuestas, las quieren quemar en leña verde.

No las tornan “villanas” por sus actos, sino por su condición. A diferencia de los realities, donde alguien puede ser construido como antagonista por su comportamiento, en política las mujeres suelen ser estigmatizadas y atacadas simplemente por ser mujeres en posiciones de poder. Es inadmisible para el pensamiento único del patriarcado, que ocupen lugares que según ellos y algunas de ellas , corresponden a hombres.

La “Matrix patriarcal”, ese sistema cultural y político tiende a reforzar estereotipos de género. Una mujer que ejerce autoridad rompe con el molde tradicional y eso provoca resistencia, burlas e insultos.

Entre los Factores acumulativos ser mujer en un espacio históricamente masculino no es tolerable. Ser política, ya implica exposición pública y oposición.

Y si son de esas mujeres  que no se doblegan ante descalificaciones, se interpreta como “arrogancia” o “frialdad” en lugar de liderazgo.

Todo lo anterior incrementa la violencia simbólica y mediática en su contra .

De los efectos de los insultos en la percepción pública podemos anotar:

– Victimización y resiliencia: Igual que en los realities, los ataques pueden reforzar la imagen de fortaleza. Una mujer que no se quiebra ante insultos puede ser vista como resistente y capaz.

– Normalización del ataque: El riesgo es que la sociedad empiece a ver los insultos como parte del “juego político”, invisibilizando que en realidad son violencia política de género.

– Reacción social dividida: Parte del público empatiza y se solidariza, mientras otra parte reproduce los mismos prejuicios, reforzando el ciclo.

¿Qué nos toca hacer frente a este fenómeno de convertir en villanas a las mujeres en cargos de liderazgo?

– Nombrar la violencia: Exhibir que insultar a una mujer política no es “crítica legítima”, sino violencia política de género cuando se basa en su condición de mujer.

– Promover análisis crítico de medios: Igual que con los realities, explicar que los discursos mediáticos construyen narrativas que pueden reforzar estereotipos.

– Visibilizar la resiliencia sin romantizarla: Reconocer la fortaleza de las mujeres políticas, pero sin caer en la idea de que “los insultos las hacen más fuertes”. La violencia nunca debería ser el camino hacia el reconocimiento.

– Educar en igualdad: Trabajar desde la escuela y los medios para desmontar la idea de que el poder político es masculino por naturaleza.

En política, las descalificaciones, los insultos y mofas no fortalecen por sí mismos, sino que exponen la estructura patriarcal que busca deslegitimar a las mujeres en el poder.

La educación crítica y la visibilización de la violencia de género son claves para que la sociedad no normalice ni glorifique este fenómeno.