La peor inflación en 23 años .

 

/ Verónica Malo Guzmán /

Tenemos un problema. O varios. Los mexicanos están sufriendo la peor inflación en los últimos 23 años. Si bien a nivel mundial la inflación ha estado haciendo estragos en gran parte de las economías, en algunas, muchas, la misma empieza a decrecer. Pero en cambio, en nuestro país, esta no alcanza aún su máximo.

En nuestro vecino del norte y mayor socio comercial, ya la inflación tiene dos meses que decrece. Aquí, en lugar de seguir esa tendencia, sucede lo opuesto, vulnerando aún más los “alicaídos” bolsillos de la población en su conjunto.

La inflación la sentimos todos; en los precios de las medicinas, en las consultas médicas, en los combustibles y en lo mucho que se ha encarecido la comida. El gobierno podrá culpar a los factores exógenos, como el alza del precio de los granos básicos (maíz, trigo, arroz, frijol) o a empresarios que han incrementado el precio de productos como el pan o los refrescos. Sin embargo, se está olvidando una de las razones que más fomenta la inflación — y que fue resumida de manera magistral por Ronald Reagan—: “La inflación es el precio de los gastos del gobierno que pensabas eran gratis”.

El gobierno tiene la oportunidad (unos dirían la obligación) de invertir el dinero recaudado (o conseguido vía préstamo/endeudamiento) en estrategias y acciones que verdaderamente ayuden a disminuir la inflación, creando oportunidades de empleo y crecimiento. Siempre está la alternativa no deseable: gastarlo en obras que no se traducen en fuentes realmente productivas.

Puede invertir, como lo hace Estados Unidos, en medidas para controlar la inflación y desarrollar la cadena de proveeduría (inversión superior a 450 mil millones de dólares; afortunadamente algo nos tocará gracias a cómo los estadounidenses buscan desarrollar dicha cadena) o, bien, hacer un “pacto” en Palacio Nacional —que resultó en una foto “alicaída” sin mayores propuestas como en México— (eso sí, durante la reunión que se tuvo con importantes empresarios del país, en lugar de forjar con ellos un plan antiinflacionario serio, viable e integral, se les pidió que compraran los cachitos para la rifa del 15 de septiembre de la Lotería Nacional).

Estados Unidos puso en marcha, además, una Ley contra la inflación, la cual no es “letra muerta” o “cortina de humo” como aquí. Se trata de un plan donde se destinarán 400 mil millones de dólares para controlar el aumento de precios y combatir el cambio climático (que, por cuestión de los hidrocarburos, van de la mano). En México, se “entierra” el dinero en Dos Bocas, apostando al pasado y a la contaminación, y se continúa el subsidio a las gasolinas (este año supera los 395 mil millones de pesos).

A estas alturas sabemos bien que la inflación continúa galopante a pesar del referido subsidio y que tenemos encima el costo de dicho “apoyo”. Uno que sirvió para presumir que la gasolina era más barata que en Estados Unidos y subsidiar a los estadounidenses de la frontera que se atravesaban a cargar en nuestro país. En otras palabras, se esfumaron los ingresos adicionales que Hacienda obtuvo (cerca de 400 mil millones de pesos) por concepto del aumento en los precios internacionales del petróleo.

Habría que notar que en el Paquete Económico para el próximo año, una vez más no se contempla un apoyo para las empresas (como el de Estados Unidos), tampoco una estrategia para revertir la alta inflación. El derroche en obras faraónicas y en programas sociales llenos de opacidad y corrupción, sólo impulsan la inflación (cuando estos últimos debieran combatirla).

La respuesta del gobierno mexicano ha sido lenta (casi inexistente) para contrarrestar la inflación elevada. No es culpando a los empresarios, a la situación externa o dando “otros datos”, como se puede le puede afrontar. Existen formas de contrarrestarla sin que signifique un alto costo para los contribuyentes cautivos.

Desafortunadamente, dada la indolencia y lo que se visualiza de presupuesto de 2023, sólo se puede pensar que la inflación seguirá, poniendo en riesgo al país para que el próximo año tenga estanflación, esto es, un estancamiento con inflación.