La rebelión de las Musas

Diego Fernández de Cevallos

Ojalá (o sea, quiera Dios) que la movilización de mujeres ayer y su inmovilidad de hoy den los resultados que sus reclamos merecen.

La sociedad y sus instituciones deben emprender una verdadera cruzada educativa y cultural, acompañada con acciones de gobierno que repriman con legalidad, justicia y dureza las felonías que agreden a mujeres de todas edades, lugares y condiciones.

En el resultado no debe operar la ley del péndulo: pasar de un extremo al otro; de la impunidad total a los linchamientos mediáticos y judiciales por denuncias nacidas de venganzas, resentimientos o chantajes. Justicia es lo que se requiere. Es necesario, también, repudiar sin miramientos los calificativos tramposos que no pocos se cuelgan en el pescuezo para ostentarse como los únicos legitimados en la defensa de las mujeres.

Me refiero al maniqueísmo de los que se asumen de “izquierda”, “feministas”, “progresistas” y “revolucionarios” y, por ello, con exclusiva “autoridad moral” para sumarse a esta lucha. Vale recordar lo que al respecto escribió en 1929 el gran José Ortega y Gasset en La rebelión de las masas (clásico del pensamiento social europeo del siglo XX): “La obra intelectual aspira, con frecuencia en vano, a aclarar un poco las cosas, mientras que la del político suele, por lo contrario, consistir en confundirlas más de lo que estaban. Ser de izquierda es, como ser de derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil: ambas, en efecto, son formas de hemiplejía moral.

Además, la persistencia de esos calificativos contribuye, no poco, a falsificar más aun la ‘realidad del presente’, ya falsa de por sí, porque se ha rizado del rizo de las experiencias políticas a que responden, como lo demuestra el hecho de que hoy las derechas prometen revoluciones y las izquierdas proponen tiranías… Las ideologías son buenas cuando definen e identifican; la geometría divide, miente y descalifica”. Por cuanto al aborto, no debe ser tema que fragmente la lucha contra la violencia de las mujeres.

Por ser asunto grave y complejo exige un análisis sereno, informado e integral que:
1) elimine la cárcel como “solución” ciega e indiscriminada que solo aumenta las tragedias;
2) que defienda la vida de todas las mujeres, incluidas las no nacidas. PD. Por apostar en el 94 al voto de “la muchachada y el viejerío” los asnos me tildan de misógino, pero el Diccionario de la Lengua Española Larousse define VIEJERÍO y MUJERÍO como “mujeres en conjunto”.

Por cierto, en el homenaje de ayer a las mujeres que encabezó el presidente con “MIEMBRAS” de su “GABINETA”, ¿por qué faltó la senadora de Morena Jesusa Rodríguez, esa que en “la más Alta Tribuna de la Patria” gritó: “LAS MUJERES, LAS BURRAS, LAS VACAS Y LAS PUERCAS TENEMOS LOS MISMOS DERECHOS”?

¡Así se las gastan!