De todos es sabido que los niveles de lectura en el país son paupérrimos; que una buena parte de la población está más al tanto de lo que publica el TVNotas que de las novedades editoriales. ¿Cuántos de ustedes recibieron o regalaron un libro, por ejemplo, esta Navidad? ¿Cuándo fue la última vez que pisó una biblioteca? Muchos estudiantes dependen de los buscadores de Internet, aunque sus referencias sean El Rincón del Vago o Wikipedia.
A eso sumemos que nuestras autoridades han dejado caer las bibliotecas. Para muestra un botón: cheque el estado en que se encuentra la Carlos Fuentes o la Municipal, la que está sobre la calle de Juárez, aquí en la capital veracruzana.
Sus fachadas son ruinosas. No vimos una sola visita de la autoridad municipal en cuatro años, mucho menos programas para atraer a los ciudadanos a visitar la riqueza de su acervo. Hace unos días, la senadora Blanca Estela Piña Gudiño, propuso que los gobiernos de las entidades federativas tengan la obligación de fomentar la creación de bibliotecas comunitarias, pues son, dijo y resaltó., fundamentales no sólo para la consulta de libros, sino para promover la cultura y valores de la comunidad en niñas, niños, jóvenes y adultos.
Su propuesta se centra en que estas sean administradas por un grupo de personas que viven en un barrio, colonia, comunidad rural o indígena, cuyo propósito es acercar servicios bibliotecarios y culturales a zonas marginadas, alejadas de los centros urbanos o de difícil acceso. Además, sugiere que su funcionamiento se base en los principios de inclusión, gratuidad, libre acceso a la información, creatividad y participación ciudadana activa. No requiere de miles de millones de pesos para hacerlo, solo de voluntad, de interés.
En el Pueblo Mágico de Todos Santos, en Baja California Sur, en su parque central hay un pequeño módulo con libros que la gente puede tomar para su lectura; aquí en nuestro estado, durante un tiempo, Teocelo hizo lo mismo ante el alto costo que, además, tienen los libros. Si replicáramos estas iniciativas en los 212 municipios veracruzanos ayudaríamos a abatir muchos de los rezagos que enfrentamos como estado. Leer un libro, aunque sea una vez al mes, haría la diferencia en nuestro sistema educativo y en nuestra propia persona. Que el hábito de la lectura sea uno de nuestros propósitos para 2022.
@YamiriRodriguez