“Las palabras han sido mi campo de batalla”: Escritora Ana Rossetti:

*La poetisa, que presenta ‘El libro de las ciudades’ y reedita ‘Una mano de santos’, cree que la sociedad ahora es más conservadora que en los 80.

/ Montse F. Frías /

Desde que publicara en 1980, casi por casualidad, Los devaneos de Erato, con el que revolucionó a la sociedad, Ana Rossetti no ha parado ni un segundo de escribir.

Ahora, tras la publicación de El libro de las ciudades (Siruela, 2021), se reedita una edición cuidada de Una mano de santos (Siruela, 1997,2022) y hoy, la podemos encontrar firmando ejemplares en la Feria del Libro de Madrid.

“Me gustan mucho las leyendas y me gustan mucho los mitos. La cuestión es que todo lo relacionado con la mujer también me interesa. En El libro de las ciudades se tocan muchas preocupaciones de ahora. En las fundaciones de las urbes, también estaban las mujeres, aunque nunca se hable de ellas cuando se está contando la historia”, asegura la escritora.

Y añade: “Me di cuenta, de que muchas de las leyendas que me gustaban de la mitología, con cuadros maravillosos que admiramos, están llenas de violaciones, abusos y fechorías…”.

Pregunta: En alguna ocasión, ha dicho que “las mujeres seguimos siendo lo otro”. Ni se nos lee igual, ni se nos juzga igual.

Respuesta: Se piensa que las mujeres tenemos que tocar temas de mujeres. Que tenemos que tener las cualidades que se supone que tienen las mujeres, y se nos lee bajo ese prisma.

Hay unos versos de Rosalía de Castro, que ella los escribió en gallego, claro, pero dice más o menos así: “los que hablan de flores y de pájaros dicen que tienen alma de mujer. Yo que no hablo de esas cosas, de qué la tendré”. Siempre se busca definirnos con esa característica.

Hace tiempo se hizo un experimento con dos grupos de personas a los que se les daba la foto de un bebé. Y lo tenían que describir. Unos decían que era niña y los otros decían que era niño, y entonces los adjetivos que se les atribuían eran completamente diferentes y sexuados. Con la literatura que escribimos las mujeres, ya se nos quieren buscar esos rasgos.

Lo de los hombres es universal y lo de las mujeres sigue siendo particular. Esto es lo que de verdad cansa, sobre todo, porque si realmente no estamos cumpliendo esas expectativas, y no te pueden encasillar en el grupo, pues ya entonces es que somos transgresoras, es que somos no sé qué…

Literatura de mujeres…

Se ha publicado una antología de poesía escrita por mujeres que se titula Insumisa, ¿pero de qué…? Insumisas son estas mujeres que están en Afganistán y que se han puesto a manifestarse sin el burka. Eso es insumisión, no escribir un poema.

Se magnifica todo lo que hacemos, para bien o para mal, pero nunca se nos da una visión justa. A finales de los 80 y principios de los 90 empecé a plantearme, si todo el revuelo que yo estaba armando ocurría porque era mujer.

Si yo fuera hombre, no sé si hubiera llamado tanto la atención, lo que yo estaba escribiendo. Entonces, luego que si tenemos síndrome de la impostora, etc. Es que una se plantea si lo que estoy escribiendo es importante para la literatura o es que se asombran porque una mujer se atreve a decir estas cosas…

¿Hemos avanzado en derechos de mujeres o sentía más libertad en los 80?

Sí, hemos avanzado y, quien te diga lo contrario miente. Hay cosas que ya hasta están mal vistas decirlas. No te digo que no se piensen… Es verdad que todavía queda mucho camino, porque aunque haya leyes si no se cumplen, si no se aplican, pues no valen para nada.

Pero bueno, por lo menos ahí están. Y luego, porque yo estoy hablando en España, pero imagínate cómo está la cosa en el mundo.

Ahora en España, puedes hablar de unas cosas que antes ni se nos pasaba por la cabeza.

“Tenemos una percepción que antes no existía. Lo que no quiere decir que no fuéramos agredidas o acosadas…”

¿Como cuáles?

Mira, yo contaba antes cosas de mi vida cosas curiosas que me habían pasado, pero no me di cuenta hasta hace bien poco que lo que yo contaba eran situaciones de acoso.

Tenemos ya una percepción que antes no existía. Lo que no quiere decir que no fuéramos agredidas, que no estuviéramos acosadas o que no estuviéramos en una mala situación. Pero eso no se contemplaba. No había manera de nombrarlo. Eso ya es un avance porque hemos tomado conciencia.

¿Se considera feminista?

A mí me ha costado mucho trabajo considerarme feminista, porque por honradez no puedes ir diciendo “soy feminista o soy socialista”. Lo que uno tiene que ser es coherente con lo que está diciendo.

Y como no se tenga una idea clara de lo que es feminismo, y esas ideas las lleves a la vida diaria, no puedes declararte feminista tan tranquilamente.

Primero, hay que tener conciencia y llevarla a cabo. Y después, difundirla de alguna manera, pero sobre todo, con tu ejemplo, porque si no es muy fácil autodenominarse uno como le dé la gana.

Me parece que fue muy honrado lo que dijo Paco de Lucía, que siempre se consideró de izquierdas hasta que vio que ganaba el primer millón y lo tenía en el banco, y no hizo una Fundación, ni nada por el estilo, y dijo que: “yo de izquierdas ya no puedo ser”.

¿Qué podemos hacer el resto de mujeres para seguir avanzando hacia esta igualdad real?

Lo que no se puede hacer es tirar la toalla, ni desanimarse, ni tampoco relajarse, porque sé esté satisfecha, porque no es así. Siempre hay un paso más que se puede dar. Y sobre todo, vamos a suponer que nosotros hubiéramos encontrado la igualdad real. Entonces tendríamos que luchar por nuestras hermanas de otros lugares.

Porque mientras todo el mundo no esté en las mismas circunstancias, los que estemos disfrutando de derechos, no se pueden considerar derechos sino privilegios. Y si hay privilegio, no hay igualdad.

¿Y qué podemos decirles a las niñas y a las más jóvenes para que un día ocupen sus cargos sin techos de cristal en la ciencia, en la industria y en el mundo en general?

Hay que educarlas contra el síndrome de la impostora, y contra todo ese tipo de cargas que tenemos nosotras. Hay que imprimirles fuerza para que sepan que no hay nada que desenmascarar porque lo que tienen se lo han currado. Hay que educar en esa confianza.

“Mientras todo el mundo no esté en las mismas circunstancias, los que estemos disfrutando de derechos, no lo son sino privilegios”

¿Vivió en su juventud en una sociedad menos conservadora que la que tenemos ahora?

Esta sociedad es más conservadora que la de los años 80, pongo por caso, porque yo en los 80 ya era una persona mayor. Pero veo que en los años 80 había una buena manera de enfrentarse a las cosas, que ahora es imposible. En mi época, que claro, naturalmente era más conservadora, yo tenía mucha libertad de acción y de pensamiento, que a lo mejor no era generalizado a mi alrededor, pero yo sí lo tenía.

Muchas veces hablo con chicas jóvenes y les cuento cosas que yo hacía cuando era joven, y se asombran mucho de que pudiera tener esa soltura.

Ten en cuenta, que yo vine a Madrid a estudiar a los 18 años. En mi época, con 18 años eras menor de edad, y yo estaba viviendo sola.

Comenzó a escribir por casualidad porque no iba para escritora…

Yo escribía desde siempre. Lo que pasa, es que no sabía que eso me condicionaría tanto la vida. Yo estaba dentro del mundo del teatro y dentro de los grupos, hacía casi todos los libretos de las obras que hacíamos. Pero no era muy consciente de eso. En esa época, en los grupos independientes todo era inspiración colectiva, no se ponían los nombres por orden de importancia, ni nada, sino por orden alfabético… e incluso sin apellido. No teníamos esa cosa de narcisismo personal o protagonismo, sino del grupo.

Y después saltó a la poesía…

Cuando escribí Los devaneos de Erato era una forma de comunicarme con la gente de mi entorno. Y la gente se comunicaba conmigo también de esa forma. No pensé en ningún momento que eso fuera a causar tanta impresión. Mi interés más que por publicarlo era por ganar premios, porque yo necesitaba el dinero. Tuvo mucho impacto, no por la gente sino porque repercutió y me cambió la vida. Me encauzó hacia la escritura, que cada vez fue tomando más parcelas de mi vida.

En alguna ocasión, he visto que le ponen el adjetivo de poesía escrita por mujeres. No creo que le guste mucho…

(Se ríe) Sobre todo, porque nos ponen en otra sección, Yo tengo la suerte de que he salido en antologías también con varones. Y eso es a lo que se debe tender, para que se esté en la misma categoría.

Yo no tengo nada en contra de salir una en una antología con más mujeres. Porque si uno empieza a negarse, no está en ninguna parte, y yo no pongo pegas por eso. Pero lo que una aspira es estar con los demás escritores, y no estar en la sección femenina.

¿Qué son las palabras para usted?

De muy niña ya jugaba con las palabras. Me gustaba cómo sonaban, cómo se ponía una junto a la otra, la música que tenía, la retahíla… Después, empecé a interesarme por su significado, y cómo una cosa es lo que decía la palabra, y otra cosa lo que interpretábamos. Y en ese momento, me di cuenta de que no le veía el sentido y ‘me comí mucho la cabeza’ con las convenciones del lenguaje.

Por eso, cuando uno aprende un idioma, no tiene que aprender solamente las traducciones de las palabras, sino la organización de pensamientos. Porque las palabras si tú las traduces literalmente no tienen sentido.

Las palabras han sido mi campo de batalla continuo. A veces, un campo de batalla en cuanto a lucha, pero en general un campo de batalla en cuanto a juegos. Y pronto me di cuenta de lo peligroso que puede ser atribuirle cierto significado.

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