- El IIH-S de la UV organizó el Coloquio “Violencia de género en comunidades indígenas de seis estados del país”
- Pese a la existencia de reglamentos y protocolos, niñas, adolescentes, adultas y/o adultas mayores siguen expuestas a conductas que responden a procesos socio-históricos
/Texto y fotos: Paola Cortés Pérez (
06/03/2023, Xalapa, Ver.– Una de las grandes falacias es pensar que ya terminó la violencia contra las mujeres porque se cuenta con legislación al respecto, sin embargo, es tangible en lo cotidiano, señaló Rosío Córdova Plaza, investigadora adscrita al Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales (IIH-S) de la Universidad Veracruzana (UV).
La universitaria participó en el Coloquio “Violencia de género en comunidades indígenas de seis estados del país”, el cual es resultado de una investigación que inició en 2021 y recibe el apoyo denominado “Intervenciones para abatir la violencia de género en comunidades indígenas” del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), originalmente planteado para tres estados, pero al final se extendió a seis.
El coloquio contó con también con la participación de Ángel Christian Luna Alfaro, profesor-investigador del Centro Universitario Lagos de la Universidad de Guadalajara; Diana Villegas Loeza, Alma Alejandra Soberano Serrano y Ernesto Hernández Sánchez, profesores-investigadores de la Universidad Autónoma de Baja California; Efraín Quiñonez León, investigador del IIH-S; Óscar Montiel Torres, profesor en la Universidad Autónoma de Tlaxcala, y Gerson Negrín Nieto, integrante de la Universidad Intercultural del Estado de Tabasco.
Rosío Córdova dijo que la pregunta a responder es: ¿sufren las mujeres indígenas el mismo tipo de violencia de género que las demás mujeres? A lo que agregó: “Pareciera ser una pregunta retórica, pero no es así porque nos damos cuenta de la magnitud de los tipos y modalidades de violencia que sufre este sector social”.
Advirtió que una de las grandes falacias es pensar que la violencia contra las mujeres ha terminado porque se cuenta con legislación para atender la problemática; sin embargo, es tangible en lo cotidiano, permea a todos los ámbitos de la vida social y está anclada en los factores socioculturales.
“Pese a la existencia de leyes más amplias, reglamentos y protocolos, enlaces de género en cada dependencia e institución y cursos de capacitación para proteger a las mujeres, estamos lejos de garantizar una vida libre de violencia para niñas, adolescentes, adultas y/o adultas mayores.”
La violencia no es fortuita, responde a procesos socio-históricos de larga data; no es estática y en la actualidad es potenciada por factores que detonan otras expresiones exacerbadas. No sólo se contemplan formas, también territorios donde es aguda y las mujeres están en la indefensión.
“Las mujeres indígenas sufren mayor violencia porque ésta se ve naturalizada e invisibilizada –más aguda que en el resto–, porque los llamados usos y costumbres hacen que haya menor posibilidad de incidir en su combate.”
La académica expresó que la investigación por sí misma no transformará la situación, se necesita de la participación y sinergia con los diferentes órdenes de gobierno, así como el diseño y cumplimiento de políticas públicas dirigidas y propuestas de las mujeres indígenas que impliquen cuestiones más justas para ellas.
Por último, adelantó que de este coloquio emanará un texto que tratará aspectos de educación, género, crianza, violencia política en razón de género, violencia sexual y trata, así como relaciones incestuosas.
Ángel Christian Luna presentó el trabajo de María Magaña Mercado, egresada de la Universidad Intercultural Indígena de Michoacán, intitulado “Propuesta educativa para la erradicación de la violencia de género en una comunidad purépecha”.
Se trata de una experiencia personal que busca implementar un trabajo que va desde la teoría hasta una propuesta de educación, resultado de un trabajo que se propone desde la vivencia de una mujer sobreviviente de violencia feminicida.
“Ella pensó que es una manera de ayudar y colaborar con su comunidad ya que muestra las problemáticas y pendientes en materia de género: trabajo remunerado y doméstico; educación no sexista; salud sexual y reproductiva; violencia de género, doméstica y conyugal, y participación política.
”Pugnamos por la implementación de cursos y capacitaciones, así como evaluaciones constantes en los procesos de implementación del enfoque de género en mecanismos administrativos, de atención, seguimiento y resolución de conflictos vinculados a género, pero con la participación de las mujeres del pueblo.”
En tanto, Diana Villegas y Alma Alejandra Soberano participaron con el trabajo “Breve radiografía social de la violencia de género hacia mujeres mixtecas en la Delegación de Maneadero, Ensenada, Baja California”.
Diana Villegas agradeció la invitación a estar en el coloquio y “ser parte de esta reflexión amplia sobre la violencia de género hacia mujeres indígenas, creo que es algo necesario y sumamente pertinente en este momento”.
Con respecto a su trabajo, mencionaron que Maneadero es una localidad donde hombres y mujeres se emplean principalmente en las actividades agrícolas. La “feminización del mercado laboral” ha significado para las mujeres indígenas mixtecas la transformación de sus condiciones sociales y sus roles de género, sin embargo, continúan siendo violentadas en las esferas de lo público y privado.
En este caso, la violencia está muy ligada con el racismo, sexismo y clasismo. En los campos agrícolas sufren acoso sexual y laboral, miedo a los superiores, objetivación de su cuerpo, solicitud de favores sexuales, condiciones de trabajo deficientes y misoginia internalizada.
Por su parte, Ernesto Hernández presentó el trabajo “Mis raíces, mis pies. Violencia hacia las mujeres indígenas durante el proceso de crianza en San Juan Mixtepec, Oaxaca”, y en dicho estudio encontró que la maternidad es impuesta, es considerada parte del deber ser; existen arreglos familiares durante el periodo del embarazo y crianza para el cuidado y vigilancia de la mujer, y la redefinición del concepto de familia a partir de la migración.
“La movilidad de las familias mixtecas es alta, esto ha tenido efectos en la crianza, impide un correcto establecimiento, arraigo y socialización de las familias. Además, complejiza que las mujeres acudan a redes femeninas de apoyo.”
En tanto, Efraín Quiñonez habló de la violencia política en contextos indígenas de México, donde comentó que la ley por sí misma no garantiza el cumplimiento de los derechos, por el contrario, se requieren instituciones fuertes que lamentablemente no tenemos en el país.
“Debe considerarse que la participación política de las mujeres ha sido amplia e importante, con consecuencias positivas; sin su participación en cargos de representación política no se habrían dado cambios normativos relevantes.”
En su participación, Óscar Montiel dijo que tanto las autoridades como la sociedad deben entender las lógicas comunitarias, así como comprender los diferentes tipos de violencia y sometimiento que sufren las mujeres en las comunidades indígenas, y a partir de esto desarticularlas.
Por último, Gerson Negrín compartió avances del trabajo desarrollado por Adriana Pérez Vargas y Tania Leslie Galindo Quintanilla, estudiantes de doctorado, con relación a la violencia simbólica que viven las mujeres indígenas (procedentes de las culturas tsotsil, ch’ol y zoque) en los espacios universitarios.
Uno de los objetivos, mencionó, es visibilizar que los espacios educativos no están exentos de la violencia simbólica y que se expresa en tópicos como: las mujeres indígenas no deben estudiar, no saben hablar, son dependientes, miedosas, ignorantes, sólo deben casarse, son feas y sucias y sufren rechazo.