*Se recomienda enfrentar esas agresiones y romper el silencio en torno a lo que pasó, con el objetivo de que no les suceda a otras y para identificar a los agresores: Carolina Pacheco Luna
El mundo está llamado a trabajar por un espacio digital inclusivo que ayude a avanzar hacia la igualdad de género y a proteger los derechos de niñas y mujeres en este entorno, en el que más del 38 por ciento de ellas ha sufrido violencia, de acuerdo con ONU Mujeres.
Además, porque seguirlas excluyendo de la tecnología tiene un costo muy alto, pues se estima que los países de ingresos bajos y medios han dejado de recibir cerca de un billón de dólares del Producto Interno Bruto en la última década, cifra que podría aumentar a 1.5 billones de dólares, en 2025, si no se toman medidas al respecto, agrega el organismo internacional.
“Hablar de la inclusión de las mujeres en el espacio digital y de su acceso a una vida libre de violencia en todos los ámbitos es muy importante y las efemérides justo nos recuerdan qué tenemos que cambiar y/o cómo debemos corregir el rumbo”, señala Carolina Pacheco Luna, académica de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) de la UNAM.
En nuestro país, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) reporta que existen 81.2 millones de personas mayores de 12 años que utilizaron internet en los últimos tres meses y 42.3 millones son mujeres.
Además, el 21.7 por ciento de esa población fue víctima de ciberacoso en 2021: 9.7 millones son mujeres y ocho millones, hombres; señala el Módulo de Ciberacoso (MOCIBA 2021) del INEGI.
Al revisar las estadísticas por grupos de edad se observa que entre las adolescentes de 12 a 19 años el ciberacoso aumenta al 29.9 por ciento; en las mujeres de 20 a 29 años, al 30 por ciento; y de 30 a 39 años, al 22.9 por ciento.
Pacheco Luna también integrante del Laboratorio Feminista de Derechos Digitales añade que se han identificado, al menos, unas 20 modalidades de violencia en el espacio digital. “No tenemos una lista acabada de todas las manifestaciones porque cada vez son más sofisticadas. También, porque muchas veces no las reconocemos”, asegura.
La clasificación del Parlamento Europeo identifica: violaciones a la privacidad, como abuso y explotación sexual basada en imágenes; el voyerismo digital, suplantación de identidad; stalking, que consiste en espiar y reunir información en línea de la víctima, acoso, discurso de odio sexista y otras.
En tanto, el MOCIBA reporta 13 modalidades. Un 36.7 por ciento de las mujeres, por ejemplo, señalan haber sufrido ciberacoso y ser contactadas mediante identidades falsas; 32.3 por ciento recibió insinuaciones sexuales y 32.1 por ciento contenido sexual.
Igualmente, 20 por ciento de las mujeres recibió muchas veces llamadas ofensivas; 17.8 por ciento amenazas de publicar información personal, audios y videos para extorsionarla, y 10.7 por ciento sufrió suplantación de identidad, entre otro tipo de violencias.
Pacheco Luna subraya que es importante denunciar la violencia en el entorno digital, pues muchas ocasiones se piensa que no tiene vínculos con lo humano. “Pareciera que como el espacio digital está lejano a las mujeres, no tiene afectaciones en nuestra vida cotidiana, pero no es así. Por un lado, tenemos las brechas digitales que se relacionan con exclusión, y la violencia que causa dolor y debemos denunciarlo porque afecta todas las relaciones sociales”.
Este tipo de violencia está relacionada con la sexualidad de las mujeres, que ha sido un tabú histórico, destaca.
Estrategias de cuidado
La académica de la FCPyS insiste en que las mujeres tienen que acercarse a la tecnología, pero también protegerse y organizarse para enfrentar la violencia.
La universitaria ha analizado estrategias que ellas utilizan para sobrevivir a esta violencia y entre las que están: enfrentar las agresiones, romper el silencio en torno a lo que les pasó, con el objetivo de que no les suceda a otras y para identificar a los agresores, que no continúen agrediendo e impunes.
Además, construyen redes para enfrentar juntas la violencia, pues ésta viene acompañada de la revictimización. “Porque lo primero que pensamos en violencia digital es que como tú compartiste material, pues es tu problema”, agrega.
Juntas, las mujeres también buscan el acceso a la justicia y que el Estado trabaje en la creación de leyes que castiguen esas agresiones. Hasta ahora, la Ley Olimpia penaliza la difusión de contenido sexual sin consentimiento, pero no es la única manifestación de violencia digital relacionada con delitos, ya que hay a quienes se les extorsiona, chantajea e incluso se les amenaza de muerte en línea, añade.
Otras estrategias de seguridad en el entorno digital están relacionadas con saber qué información no se debe compartir, qué redes ponen en mayor riesgo los datos personales, cuidar los accesos; no utilizar las mismas contraseñas en todas las redes, cambiarlas cada seis meses y tomar cursos de seguridad digital.
“Debemos recordar que internet no es segura para nosotras, estamos trabajando en ello; hay muchos esfuerzos, pero debemos tener presente que por más que nos digan que hay privacidad, los contenidos que subimos llegan a ser públicos. Que una información pública nunca más volverá a ser privada”, añade la experta.
También se debe trabajar con los hombres, pues es común que formen parte de grupos, chats, en los que comparten esos contenidos. “Que aprendan a respetar la privacidad de las mujeres e identifiquen que están causando daño. La violencia no tiene que ver con lo que nosotras compartimos, sino con lo que los hombres han decidido compartir, hacer público”.
Pacheco Luna también explica que aunque las estadísticas de nuestro país indican que hombres y mujeres acceden casi de manera similar al mundo digital, aún existen brechas de género en este espacio, por lo que se requiere impulsar que ellas desarrollen sus habilidades.
Señala que feministas han mostrado que el componente de género es muy importante en el desarrollo, la apropiación y la utilización de la tecnología. “Durante la pandemia se hicieron estudios de cómo se aceleró el uso de la tecnología para nuestras actividades y las mujeres la usaban más tiempo, para resolver asuntos ajenos a su cotidianidad”.
Hay también inequidad de habilidades. “Empresas como CISCO dan talleres a mujeres para usar internet, programar o en ciberseguridad. Existe otra brecha en la disponibilidad y el soporte social: quién nos está enseñando, cómo nos acercamos a la tecnología. Históricamente los núcleos empresariales de tecnología han sido masculinos y las pocas mujeres que hay requieren tejer más vínculos”, añade.
Asimismo, señala estadísticas de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior que muestran que sólo uno de cada tres estudiantes de las carreras de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, es mujer. Por ello, agrega la universitaria, es importante destacar a las mujeres en esos ámbitos, a fin de que niñas y adolescentes se entusiasmen y visualicen allí.
Para ONU Mujeres incorporarlas a la tecnología, junto con grupos tradicionalmente marginalizados, permite soluciones más creativas y tiene mayor potencial para innovaciones que satisfagan sus necesidades y promuevan la igualdad de género.