LLEGÓ LA 4T A PUEBLA

DE FRENTE Y DE PERFIL

RAMÓN ZURITA SAHAGÚ

Casi ocho meses hubo de esperar Luis Miguel Barbosa Huerta, para concretar su sueño de gobernar Puebla. En medio de ello se encuentra el siniestro que costó la vida a cinco personas, entre ellas la gobernadora en funciones que había derrotado a Luis Miguel en la elección ordinaria.

El candidato de MORENA nunca dejó de protestar por el resultado de los comicios, aunque los órganos electorales nunca le dieron la razón a sus argumentos, los que desestimó una y otra vez.

La muerte de Martha Erika Alonso Hidalgo provocó la realización de nuevos comicios, extraordinarios, de los que resultó ganador el hoy gobernador en funciones, marcado por los sucesos de aquel funesto 24 de diciembre.

Y es que la insistencia por desacreditar el triunfo de Alonso Hidalgo y la repentina muerte de ella, su esposo, dos pilotos y un colaborador, en un suceso que no ha sido aclarado, hasta la fecha, sembró dudas en muchas mentes que, hasta el momento no han sido despejadas.

La persistencia de Barbosa Huerta le permitió convertirse nuevamente en candidato, con todo y la ofensiva lanzada en su contra por el neomorenista, Alejandro Armenta, resultando ganador con amplitud el pasado dos de junio.

Investido de gobernante, el mandatario poblano tendrá que remar contra la corriente, ya que la aplastante victoria conseguida por los candidatos de su partido en julio de 2018 no ha respondido en el terreno de los hechos.

La alcaldesa de la capital del estado, Claudia Rivera Vivanco, ha mostrado su total inexperiencia, mientras que la mayoría legislativa en el Congreso estatal se encuentra partida y los alcaldes de los principales ayuntamientos pasan por demasiados apuros.

El nuevo gobernador se comprometió con sus propósitos de igualdad y equilibrio, además de combatir al crimen. La tarea no será sencilla, ya que la expansión de la delincuencia en Puebla es notoria, tanto que está ubicada como una de las entidades con mayor crecimiento de la criminalidad, incluido el huachicoleo, en su máxima expresión.

Puebla pasó de ser un estado sumamente conservador, con tres triunfos consecutivos de Acción Nacional en el gobierno estatal, a uno fervorosamente morenista, donde el Movimiento de Regeneración Nacional arrasó en los comicios federales del año pasado y generó dudas sobre el cómo había triunfado el PAN en la contienda estatal siendo que había perdido los principales ayuntamientos (incluida la capital), la mayoría en el Congreso local, las dos senadurías y el 90 por ciento de las diputaciones federales.

Esa ola morenista se confirmó con el triunfo de Barbosa Huerta en los comicios extraordinarios para gobernador.

Ahora llegó el momento de la verdad y es cuando podría plasmarse en la realidad todas las promesas de campaña del nuevo gobernante, el que deberá mostrar su capacidad para administrar un estado en que los controles se encontraban en las manos del ex gobernador Rafael Moreno Valle Rosas, cuyos principales operadores se dieron a la fuga después de su muerte y otros más (los menos) se sumaron al clan formado por el hoy gobernador.

Buena la asistencia al cambio de poderes en Puebla, donde el interino Guillermo Pacheco Pulido, dejó una sensación grata, con poco más de seis meses de gobierno y poco margen de acción.

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