/ Jorge Fernández Menéndez /
Negar que el Cártel de Sinaloa y, particularmente, el de Los Chapitos participa en el tráfico de fentanilo es uno de los mayores absurdos que nos hemos podido encontrar en los últimos días. Los Chapitos constituyen la principal organización criminal para la producción de pastillas de fentanilo y su introducción en los Estados Unidos (y cada vez más en México). Son también una de las organizaciones más violentas en el mundo del crimen organizado.
Es una agrupación delincuencial que ha expandido su territorio a varios países para la compra, comercialización y distribución de distintas drogas, no solamente de fentanilo. Tienen presencia en toda Centroamérica, en Colombia y Venezuela; de este último país y de China se aprovisionan de fentanilo puro para la fabricación de drogas. Pero también se encuentran en Perú y Ecuador, mantienen relación con grupos de Brasil y Argentina, sobre todo de la ciudad de Rosario y se extienden a buena parte de Asia y Europa. Es una organización amplia y compleja que se ha beneficiado de la herencia logística y humana que les dejó su padre, El Chapo Guzmán, pero que ha logrado construir redes nuevas para el tráfico, sobre todo de fentanilo.
Según las autoridades, su jefe principal es Iván Archivaldo Guzmán Salazar, conocido como El Chapito, y sus tres hermanos Ovidio Guzmán López, El Ratón (detenido en enero pasado), Jesús Alfredo Guzmán Salazar y Joaquín Guzmán López.
Ahora Los Chapitos, después de años de actividades ampliamente difundidas (sus primeras operaciones con fentanilo datan de 2014) se han dedicado a publicar cartas y mensajes negando su participación en el tráfico de fentanilo, cocaína y heroína. También aseguran que no han ordenado asesinatos y dicen que si no estudiaron fue porque se les negó ese derecho, ya que las autoridades buscaban a su padre y que eran y son víctimas de una persecución.
No es una especulación asegurar que Los Chapitos no sólo han traficado con todo tipo de drogas, aunque se han especializado en los últimos años en el fentanilo, sino también que construyeron una de las maquinarias más violentas del mundo criminal, dentro de su propio cártel en la lucha por la sucesión y contra sus grupos rivales. Han asesinado, descuartizado, violado, secuestrado, extorsionado y envenenado con su droga a la población.
¿Por qué estas declaraciones? Porque han sido puestos como objetivo central de las autoridades de México y, sobre todo, de Estados Unidos. En realidad lo que están haciendo es preparar su defensa para cuando sean detenidos, lo que ocurrirá más temprano que tarde si todas las fuerzas de seguridad de los dos países se empeñan en su búsqueda.
Los hijos de El Chapo operan la red de laboratorios ilegales más amplia que jamás ha existido en el país, para producir grandes cantidades de fentanilo y exportarlo a la Unión Americana y cada vez distribuirlo más en México. En Estados Unidos las redes de distribución de Los Chapitos han provocado la muerte de unas 110 mil personas cada año por sobredosis de fentanilo.
No es nuevo, hace tres años explicamos muy ampliamente cómo funcionaban estas redes y el papel protagónico que tenían en ella Los Chapitos en el libro La nueva guerra, del Chapo al fentanilo (Grijalbo). La DEA ha incluido a Los Chapitos en la lista de los diez delincuentes más buscados del mundo, ofreciendo una recompensa de 10 millones de dólares por cada uno de ellos para quien ofrezca información que los lleve a su captura.
Fuentes federales aseguran que después de la caída de Ovidio seguirá la de Iván Archivaldo, ya que cuentan con información sustantiva en su contra y con su captura se desmembraría buena parte de la operación del cártel. Iván es central, mucho más que Ovidio o cualquiera de sus hermanos en la organización criminal, por su capacidad operativa, de la que carecen sus hermanos.
Iván Archivaldo es el principal generador de violencia en cuatro estados y de la región noroeste del país. Se ha fortalecido porque la facción de El Mayo Zambada, que también se dedica a la manufactura de pastillas de fentanilo, se ha visto afectada tras la captura de varios de sus integrantes, como José Guadalupe Tapia Quintero, Lupe Tapia, Heibar Josué Tapia Salazar y César Osvaldo Toledo Rodríguez.
En los últimos meses han caído 21 laboratorios clandestinos de procesamiento de pastillas de fentanilo en Sinaloa y uno más en Tijuana, de los cuales nueve estaban vinculados con Los Chapitos y 13 con El Mayo Zambada.
Ahora, Los Chapitos quieren victimizarse y ocultar que son los principales productores y traficantes de fentanilo a nivel global, y hacer creer tanto a las autoridades como a la sociedad que quien fabrica la droga sintética en Sinaloa son sus grupos rivales, entre ellos la facción de El Mayo Zambada.
No se trata sólo de cartas. El miércoles 3 de mayo pasado una denuncia anónima llevó a personal militar a un domicilio en Culiacán, donde localizaron un narcolaboratorio clandestino, pero casualmente en el inmueble se encontraron evidencias muy claras y notorias que llevaban a la ubicación de otros dos laboratorios clandestinos en el mismo municipio. Se decomisaron en los tres aseguramientos más de 200 kilos de pastillas de fentanilo, tres máquinas tabletadoras y calcomanías con la figura caricaturesca de El Mayo Zambada. Todo indica que fueron entregados por Los Chapitos para exhibir a El Mayo, y es parte de la campaña que están realizando para tratar de salir de la mira de las autoridades mexicanas y, sobre todo, estadunidenses. Será difícil porque la suma de pruebas en su contra es abrumadora.