Los Revueltas: biografía de una familia

  • (Apuntes para una reseña)

                                                           /   Juan José Barrientos / 

Hace unos días compré un ejemplar de Los Revueltas: biografìa de una familia, escrito por Rosaura, una de ellos, y en La Parroquia, frente al parque Juàrez, leí unas páginas del relato que hace acerca de la película La sal de la tierra filmada en Nuevo México sobre una huelga de mineros, en los días del macartismo; a ella lograron echarla de los Estados Unidos para boicotear la producción, pero algunas escenas que faltaban se filmaron en México, y la película fue un éxito, gracias en parte a la publicidad generada por su expulsión. Más tarde, la invitaron al Festival de la juventud (comunista) en Moscú y ahí vio la película.

En esos años el Kremlin se lucía invitando artistas e intelectuales de todo el mundo, a los que agasajaba con caviar y champagne ruso, en vez de malgastar en guerras estúpidas, como la de Ucrania

Después, le eché un vistazo a otra parte de su libro, la correspondiente a Silvestre, el compositor, a quien su esposa se vio obligada a recluir en un manicomio, por su alcoholismo (y delirium tremens) y ahí Rosaura transcribe algunas cartas de su hermano, que se sintió muy triste al salir por dejar a todos los amigos, locos y cuerdos, que había hecho en ese lugar.

También traza un retrato de otro de sus hermanos, José, a quien  recuerda “hecho un ovillo en un sofá de la sala, envuelto en varios sarapes, sacudido por los fríos de la enfermedad”, pues había contraído el paludismo en las Islas Marías. También recuerda que unos años antes fueron a avisarle a su madre que lo iban a deportar, por lo que ella y su hermana, Consuelo, inmediatamente fueron a verlo en “el andén de alguna estación (no recuerda cual) paradas entre una multitud de mujeres con niños, en sus brazos o agarrados a sus faldas, todas gritándoles a sus hombres, llorando y levantando a los niños en alto, para que los vieran sus padres”.

Menciona, por cierto, que cuando volvió del penal “muy joven todavía, contrajo matrimonio con Olivia Peralta, con quien tuvo cuatro hijos, entre ellos Andrea, quien, con su esposo, un francés, recopiló las obras de su padre; el yerno además convenció a Olivia de que escribiera Mi vida con Revueltas.

También le dedica unas páginas a otro hermano, Fermín, el pintor, y recuerda que “una mujer …vestida de negro y cubierta con un chal también negro”, tocò a la puerta de la casa.

.. Vengo a avisarle a Romanita que Fermín murió esta mañana, dijo y se fue.

Rosaura da la impresión de haber leído a Stevenson y aprovechado sus observaciones, por la forma en que construye sus relatos en base a escenas como esta y la de la despedida en la estación.

Total, un libro ameno, interesante, sobre una familia que enriqueció el patrimonio cultural del país.

Originalmente publicado por Grijalbo hace años, ha sido rescatado por el Fondo de cultura económica.