Los tamaños de la ira

Estela Casados.

Amanece este lunes con una valla frente a Palacio Nacional que ha causado más revuelo que las marchas que tendrán lugar en todo el país a propósito del Día Internacional de las Mujeres. Llama la atención por varias razones, pero principalmente porque ejemplifica de manera material la separación que hay entre el Presidente de la República y las exigencias de mejorar las condiciones de vida de más de la mitad de la población.

Nos encontramos en un año electoral con gran encono entre partidos; también en medio de una contingencia sanitaria que ha diezmado al país, mostrando la dinámica de las violencias contra las mujeres tanto en la casa como en la calle. Y algo pasa aquí: podremos ser nombradas hasta la saciedad, pero seguimos sin aparecer en el mapa de los asuntos por resolver.

Los partidos políticos que no están en el poder, y que no han sabido ser oposición, utilizan los temas del feminicidio y las violencias contra mujeres como cualquier otra carta que les permita posicionarse de cara al proceso electoral de 2021. Es decir, como un pretexto para hablar de “los recién llegados que no saben hacer las cosas”. La “aparición espontánea” de la crisis humanitaria que rodea a las mujeres y a la población en general permea su discurso que se multiplica en redes sociales a través de las voces de mujeres y hombres “calificadísimos” en la materia.

A su vez, desde el partido en el poder tildan a las manifestaciones de mujeres como violentas e infiltradas por el virus del “bloque negro” o cualquier otra agrupación que, a su parecer, incite a la violencia. Infiltradas por el conservadurismo azul y el oportunismo rojo. Llaman a una cultura de paz, sin tener la menor idea a qué cultura de la violencia desean neutralizar y deconstruir. No se conoce a la fuente que genera la ira de las mujeres, solo se especula y se argumentan sobreentendidos desde una izquierda que está perdiendo capacidad de diálogo con las nuevas generaciones de mujeres.

“No soy machista estoy a favor de los derechos de las mujeres, a favor de la igualdad”, ha dicho este domingo el Presidente en un video desde su cuenta en Twitter al referirse a la valla. Argumentó que se colocó para proteger al Palacio Nacional a manera de estrategia para evitar poner granaderos. Hay más opciones que una barda, señor Presidente. Sin duda.

Desde Palenque, Chiapas, en los casi ocho minutos que dura el video referido, es evidente la confusión entre paridad e igualdad. Me llena de orgullo que haya una mujer en la titularidad de la Secretaría de Gobernación y que la mitad del gabinete esté ocupada por destacadas funcionarias, tal como nos lo recordó el Presidente vía Twitter. Esa excelente práctica en el poder ejecutivo constituye solo una parte de lo que debe prevalecer en el país.

La igualdad no debe tejerse únicamente en la cúpula de la burocracia, sino también en la cotidianidad de las mujeres de a pie que habitamos este país. Por ejemplo, cuando una ciudadana denuncia que fue víctima de agresión sexual por parte del candidato a la gubernatura de Guerrero. Impulsar los mecanismos para la resolución del caso y la debida impartición de justicia también es construir igualdad.

En tanto, en Veracruz la marcha a realizarse este 8 de marzo ha causado ánimos encontrados: expectación, entusiasmo, preocupación y persecución de funcionarias ampliamente identificadas con el movimiento feminista local. Esto es sumamente lamentable y reprobable de cualquier gobierno.

Mientras que hay añoranza por las “civilizadas protestas de antaño”, en donde seguramente sí se hicieron bien las cosas y las mujeres cumplían el papel que se esperaba de ellas, hoy se descalifica la manera en que se manifiestan. No se tiene claro que el papel de quien gobierna es proteger por igual a la ciudadanía y coordinar a las fuerzas del orden.

Animadversiones van y vienen, así como intereses de orden partidista. En tanto, el problema de fondo sigue eclipsado.

De acuerdo a la documentación y registro realizado por el Observatorio Universitario de Violencias contra las Mujeres, del 1 de enero al 28 de febrero de 2021, los medios de comunicación locales dieron cuenta de 35 asesinatos de mujeres. De éstos, 15 mostraban alguna de las razones de género para ser considerados como feminicidios. Además, 93 mujeres desaparecieron en ese periodo y 96 sufrieron agresiones. Aún así no se entiende por qué las manifestantes están tan enojadas.

Este lunes amanece con una valla frente a Palacio Nacional con los nombres de las víctimas de feminicidio en México. Es una valla grande, pero apenas ha sido suficiente para albergar los nombres de aquellas a las que les ha sido arrebatada la vida.

La valla es grande como grande es el abismo que hay entre la impartición de justicia y la ciudadanía. Simbólicamente siempre ha habido un muro entre los gobiernos y las mujeres. Vale la pena preguntarnos, ¿de qué tamaño será ahora la ira?

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