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Por Beatriz Pagés.
Imposible olvidar la frase de Javier Coello Trejo, ex abogado defensor de Emilio Lozoya: “Mi cliente no se mandaba solo”.
Eso significa una sola cosa: que el ex director de Pemex solo es una pieza del ajedrez , pero no la más importante.
López Obrador ha presentado, sin embargo, la extradición del inculpado y su disposición a revelar la verdad como un “momento estelar, algo inédito y nunca visto”. El presidente festeja que se “sabrá todo”, saborea el uso que puede darle a la información, se siente poderoso porque podrá amenazar, chantajear a sus adversarios, como acostumbra, pero no habla de verdadera justicia.
Lo estelar o inédito no está en que Lozoya declare, sino en que la 4T se atreva a poner a Peña y Videgaray en la cárcel.
¿López Obrador está dispuesto a enjuiciar y encarcelar a quien le entregó la presidencia y lo hizo ganar con 30 millones de votos? ¿A quien ordenó a los gobernadores del PRI bajar los brazos y entregar todo a Morena?
¿La Fiscalía General va con todo para demostrar que Odebrecht entregó sobornos a quien en 2012 era candidato a la Presidencia de la República?
¿O la aprehensión de Lozoya no es más que un circo de cuatro pistas donde los payasos y trapecistas, junto con el elefante, se van a encargar de engañar al público?
La retórica presidencial ha dado de pronto un giro. En las mañaneras ya pasó a segundo plano Odebrecht y la mala compra de la planta Agro Nitrogenados. Ahora resulta que el ex director de Pemex viene, sobre todo, a entregar 15 videos donde supuestamente aparecen exfuncionarios y legisladores panistas recibiendo dinero a cambio de votar por la reforma energética.
Videos, cuya existencia, fue inventada en la oficina de Palacio Nacional donde se arman las tramoyas y los escenarios. Donde Julio Scherer, Antonio Navalón operaron con el juez Baltazar Garzón la entrega de Lozoya.
Lozoya no fue aprehendido en España y extraditado a México para combatir la corrupción. El ex director de Pemex fue elegido por los asesores del presidente para resucitar en la memoria colectiva la corrupción del pasado y evitar que el electorado castigue a la 4T por ser autora un desastre nacional sin paralelo.
Si se tratara en verdad de combatir la corrupción –como tanto presume López Obrador– y de castigar a los verdaderos culpables, se hubiera permitido que Lozoya y sus abogados dieran a conocer los nombres y las pruebas de quienes saquearon a Pemex.
El 26 de julio de 2019, Javier Coello anunció que él y su cliente revelarían, a través de una videoconferencia de prensa, los detalles sobre la compra de Agro Nitrogenados y Fertinal. Conferencia que nunca se llevó a cabo porque Lozoya comenzó a ser presionado con la detención de su madre, Gilda Margarita Austin en Alemania.
La estrategia inicial de la defensa de Emilio Lozoya pretendía no solo dar a conocer lo que había sucedió con Odebrecht y la compra-venta de las plantas, sino denunciar cómo el entonces secretario de Hacienda, Luis Videgaray desfondó a Pemex al quitar 80 centavos de dólar a cada divisa estadounidense que recibía la empresa.
Pero ahora resulta que quienes están en la mira del régimen no son los que saquearon a Pemex, sino un partido político que no deja dormir al presidente porque puede construir alianzas en el 2021 y ganarle la elección a Morena.
Para López Obrador, el combate a la corrupción no es una causa, es un mero recurso retórico para engañar a los ingenuos. Lo único que le importa es el “apoderarse del poder” por eso no va a enjuiciar a Peña Nieto ni a Luis Videgaray con quienes construyó una trama de pactos, dádivas y favores que dejan corta cualquier película de conspiración política.
Al tiempo, si no. AMLO necesita a ese PRI que le regaló el poder y que está representado por los gobernadores que acordaron convertir a Alejandro Moreno en dirigente nacional de ese partido para garantizar la docilidad electoral del Revolucionario Institucional a López Obrador.
Por eso también, la libertad condicional que le prometieron a Lozoya a cambio de hablar, está en riesgo. Si Peña y Videgaray no van a ir a dar a la cárcel, como piden los radicales del régimen, entonces para qué tanto circo. Alguien tendrá que servir de carne para saciar el hambre de los leones y ese puede ser el ex director de Pemex.