Por: Alba Valdez/Testigo Púrpura.com/
Antes del 2017 Xochilt daba clases de zumba, voleibol y basquetbol a niños con discapacidad motriz, era estudiante de la carrera de educación Física en la Universidad Veracruzana, hasta que una madrugada de octubre de ese año fue atropellada por Javier CH. L. quien desde entonces se encuentra prófugo de la justicia.
El día que le cambiaron la vida.
Esa madrugada de octubre había acudido a bailar con sus amigos a un conocido centro nocturno de Boca del Río, a los pocos minutos de que llegó se suscitó una riña entre algunos jóvenes, entre ellos Javier, quienes fueron sacados del antro; Xochilt también salió y optó por tomar un taxi.
“Cuando yo intento cruzar la calle lo veo por el espejo, él también me ve y arranca, me arrastró unos 10 metros, y después regresó a rematarme, mi cabello se enredó en la parte trasera de la camioneta y volvió a arrancar hasta dejarme tirada varios metros adelante. Después de eso huyó y yo fui trasladada al hospital. Todos me daban por muerta, tenía roto todos los huesos y estaba en terapia intensiva”, recuerda.
En ese momento, creyó que todos sus sueños se habían truncado, pues al mes de ser internada perdió la vista, desde entonces sus piernas son sometidas constantemente a cirugías para que pueda volver a caminar.
Sus ojos grandes y brillantes es lo que más extraña; antes del accidente Xochilt también se dedicaba a maquillar de manera profesional, ahora con mucho esfuerzo se maquilla sola. Solo con el recuerdo que tiene de su cara.
En estos últimos años tuvo que aprender a caminar, a sentarse y a comunicarse desde cero. Su padre tuvo que abandonar su trabajo y dedicarse cien por ciento a sus cuidados, mientras que su mamá trae el sustento económico a su familia.
“A mí me dejaron lisiada de por vida. Yo estoy aquí gracias Dios, yo no fui a terapia en realidad no tenía para pagar un psicólogo, todo lo que he logrado porque yo me deprimí mucho, fue gracias a mi familia y a Dios. La verdad es que yo sí quiero justicia”, dice.
La nueva vida
Hace un par de semanas Xochilt pudo terminar la Universidad, uno sus tuits se hizo viral en donde se le veía parada frente a la puerta de su facultad, y contaba el viacrucis que ha vivido los últimos 4 años de su vida, al mismo tiempo que daba a conocer el gran logro de titularse de la Universidad Veracruzana.
Estos últimos años tuvo que adaptarse a su nueva vida, ya no pudo tomar las clases prácticas que implicaban algún movimiento físico, la tesis la escribió con el apoyo de sus compañeros y dejó de dar clases de acondicionamiento físico.
Del responsable, nada se sabe, la carpeta de investigación fue archivada, su familia no tuvo recursos para poder pagar un abogado y ante la alta influencia que representó la familia de su agresor, nada pudieron hacer.
Ahora, con la recuperación que ha tenido pide justicia, pide que Javier CH. L., pague lo que hizo.
Se dice que huyó del estado, su familia es conocida entre la sociedad veracruzana por ser hijo de un piloto naval, con todas las posibilidades económicas para huir.
“Yo quiero justicia, sé que mi vida no volverá a ser como antes, pero podría luchar por recuperar mi vista. Recuperar un poco de la vida que me fue arrebatada tanto a mí como a mis papás”, añade.