Luisa González cae en Ecuador. Apuntes de su derrota presidencial.

Escrito por Arantza Díaz .

17.04.2025 /CimacNoticias.com/ Ciudad de México.- Ecuador le cerró la puerta al partido de Rafael Correa y su bastión, Luisa González. Una derrota bien anunciada que podía augurarse aún sin cartas; el pueblo ecuatoriano apretó el cuello al correísmo y con más de 10 puntos favorables, queda en la silla presidencial el reelecto Daniel Noboa.

Este proceso electoral nombrado como el más vigilado de la historia parecía ser una moneda al aire (para los oficialistas, más no para el pueblo), pues hasta hace muy poco, las casas encuestadoras inclinaban la balanza en pro de Luisa González, aunque la lectura era evidente: La democracia ecuatoriana no permitiría el arribo del partido Revolución Ciudadana al poder.

Luisa González, quien tuvo la posibilidad de ascender como la mandataria número 28 del mundo, perdió las elecciones de su país y las resistencias para aceptarlo aún son sólidas, exigiendo un segundo conteo y manteniendo firme la denuncia de fraude electoral, sin embargo, como ya se anunciaba, la derrota no ha accionado al grueso poblacional, por el contrario, según comparte Melissa Camana desde su trinchera como periodista en Ecuador, es clara la aceptación colectiva al «noboísmo»; una victoria que más bien, sabe a sacrificio por un bien común que vira hacia el futuro.

«Sobre la aceptación de la derrota [de Luisa González] espero que así sea. Es muy irresponsable salir a decir que hubo fraude sin pruebas en un país tan polarizado y con tanta inseguridad. Si esto llegaba a las calles, a una manifestación iba a ser muy peligroso no sólo por la integridad de los ciudadanos, sino por el respeto a la democracia» (Melissa Camana)

La derrota de González es «la verdad ante sí». Aún con los discursos de izquierda y la -presunta- sana distancia de su mentor político Rafael Correa, la memoria colectiva no perdona y menos, cuando al interior del país, se ejerce una resistencia cotidiana a causa del conflicto interno.

Cimacnoticias conversó con Melissa Camana, periodista del medio ecuatoriano La Posta, pues entender, en todas sus dimensiones, quién es Luisa González requiere de un cuestionamiento activo.

¿Qué se vive en Ecuador?

Semanas antes de las elecciones, vimos cuerpos colgados en un paso desnivel en Daule, una ciudad de Guayas, la provincia más poblada del país. En la primera semana de abril, tuvimos 28 asesinatos por día. En lo que va del 2025, ya registramos más de 2 mil 500 muertes violentas, es decir, mil asesinatos más en comparación al primer trimestre del 2024.

En materia de derechos humanos, tuvimos un caso de horror: cuatro niños desaparecidos y luego asesinados a manos de militares, quienes, se supone, fueron enviados para combatir bandas narcotraficantes del país, o sea, para protegernos en medio de este declarado conflicto armado interno.

Desde la crudeza, Melissa Camana narra lo que se ha gestado en sólo un par de semanas en Ecuador. El horror, las muertes violentas y la desaparición forzada a manos de militares, trae a la memoria al calderonismo y su fallida guerra contra el narcotráfico.

Al interior de los centros penitenciarios Melissa Camana refiere que la violación a los derechos humanos es una constante. Y es que, tampoco hay secreto oculto en apuntar a que la militarización se articula de otras estructuras de la violencia como la criminalización, la tortura, los tratos crueles disfrazados del peso de la justicia y por supuesto, la desatención social, jurídica y de salud hacia las personas privadas de su libertad.

La periodista ataja que, sólo en marzo, se detectaron más de mil casos de tuberculosis, así como el fallecimiento de al menos 5 personas por esta causa, aunque el Ministerio de Salud se ha lavado las manos con la entrega de medicamentos, el Comité Permanente de Derechos Humanos de Guayaquil se defiende señalando que no se ha suministrado de forma constante.

El hacinamiento, la desnutrición crónica y tortura es una verdad que pretende ser oculta.


¿Y en materia de derechos humanos de las mujeres?
 Acá el escenario no pinta mejor.

>«Tenemos cifras alarmantes. Según un reporte del 31 de marzo de la Asociación Latinoamericana para el Desarrollo Alternativo (ALDEA), las mujeres y niñas víctimas de feminicidios, desde el 1 de enero hasta el 15 de marzo de este año son, al menos. 82. De estos, 50 feminicidios ocurrieron en sistemas criminales, y 31 en contextos íntimos, familiares o sexuales» (Melissa Camana, La Posta)

Entre balas, feminicidios, desaparición forzada, fuerzas armadas en las calles y punitivismo –escenario que resuena en el paradigma mexicano contemporáneo-, se llega a estas elecciones. Nombrar el contexto no sólo brinda un panorama cercano, sino que anuncia; el pueblo ecuatoriano llegó luchando a las urnas y bajo el escudo, cargan la esperanza de un cambio. De esto último se desprende lo siguiente: ¿Por qué «esperanza» y Luisa González no van en la misma oración?

Si bien puede resultar complejo comprender cada una de las decisiones del por qué, Luisa González no dio batalla en las elecciones, de forma esencial, se puede apuntar a que la figura de González es un incisivo recordatorio de Rafael Correa, y no como un señalamiento sexista que dibuje un poder autoafirmativo, sino porque, la carrera política de Luisa echó raíces en el correísmo y ahí prosperó.

Su campaña y ofensivas políticas resultaron ser calcas de Rafael Correa que, en añadidura de comentarios desatinados -tropiezos-, ejecutaron la no sorpresiva derrota. A colación, se recuerda cuando González propuso reconocer la legitimidad de Nicolás Maduro y con ello, deportar a la población venezolana; el desconecte con las necesidades de la población y la pobre cohesión para ofertar políticas públicas sólidas terminaron por desencantar al pueblo ecuatoriano.

Melissa Camana explica que Ecuador prefirió el autoritarismo de Noboa antes que el de González y su partido correísta, mismo, que tiene una lista larga de escándalos de corrupción, prófugos, miembros sentenciados, denuncias actuales por tráfico de influencias y ejercer opresiones para silenciar la prensa.

Y así, si bien no es el hilo negro en la conversación, si recuerda que, la participación política de las mujeres no siempre llega como sinónimo de cambio; el cambio no llega cuando quienes ejercen el poder replican la misoginia, la censura, la violencia y el autoritarismo. Así como Meloni en Italia o la misma Marine Le Pen en Francia.

De esto se desprende que, a pesar de los intentos de Luisa González por conducirse sobre la brecha de los derechos humanos y las mujeres, el discurso terminó hueco cuando el pacto patriarcal con su cercano, Rafael Correa -acusado de violencia de género, corrupción e inacción ante el feminicidio-, se mantiene como un nexo sólido. Resulta urgente la desmitificación del paradigma que liga las bondades de la política a las mujeres, particularmente, cuando detrás de ellas hay un sistema patriarcal que las sostiene y solapa.

«Luisa González se convirtió en la carta más viable del movimiento por los cargos desempeñados y su cercanía con Correa. Es la primera mujer en llegar a una segunda vuelta presidencial en Ecuador y de manera consecutiva (2023 y 2025). Su derrota es el tercer fracaso de Revolución Ciudadana por llegar a la Presidencia. A pesar de esto, no podría decirte que es el fin de la RC. Han logrado levantarse de alguna forma, incluso luego de la traición de Lenín Moreno. Actualmente, tienen la mitad de los curules de la Asamblea Nacional», explica Melissa.

¿Qué sigue ahora?

El presidente Daniel Noboa fue reelegido con aproximadamente el 56% de los votos, superando a la candidata correísta Luisa González, quien obtuvo cerca del 44%. A pesar de la ventaja, González no reconoció los resultados y denunció fraude sin presentar pruebas. Sin embargo, figuras prominentes de su movimiento aceptaron la derrota, como por ejemplo, Aquiles Álvarez, alcalde de Guayaquil, la ciudad más poblada del país, explica Melissa Camana.

Las declaraciones de González para desconocer su derrota y pronunciarse bajo la denuncia de que todo se ha tratado de un fraude magnánimo pone en tensión el panorama actual; el miedo latente a la protesta y al conflicto es un amague directo para la población ecuatoriana. El asunto medular no es la libre manifestación, sino el riesgo de estos espacios y la opresión que se ejerce a manos del Ejército, mismo, que tiende a desaparecer y asesinar civiles en total impunidad.
«Sin embargo, no se dio«, repara Melissa.

«Si bien la reelección de Noboa indica un respaldo significativo a su gestión, aún hay preocupación por el aumento de medidas autoritarias, como el conflicto con su vicepresidenta Verónica Abad, quien ha denunciado maltrato y hostigamiento; el irrespeto al Código de la Democracia, ya que Noboa no solicitó licencia para ser candidato y continúo siendo presidente y candidato; el control del Tribunal Contencioso Electoral, con el que, a través de jueces aliados, logró sacar de la contienda electoral a un gran rival de estas elecciones. Estos saltos inconstitucionales son evidentes en distintas áreas de su gestión, [desde México se comprende] tras lo sucedido en la Embajada de México en Quito», explica la periodista.

Esto último infiere que, Noboa tampoco ha salido limpio en estas elecciones y aunque democráticamente el pueblo lo ha elegido para continuar su gubernatura, su victoria tampoco fue laxa. Noboa no va sobre el altar del pueblo ecuatoriano -ello sin mencionar su denuncia por violencia vicaria-, hay preocupación vigente sobre la violencia y la más reciente crisis energética que hace tambalear algunas regiones del país.