Migración hacia la humanidad

Abro Hilo

/ Marcela Vázquez Garza /

–¡Qué lejos estamos! —suspiró.

–¿De qué?

–De nosotros mismos.

Gabriel García Márquez en Del amor y otros demonios.

Más de 70 personas migrantes fueron detenidas y confinadas en las celdas de la estación migratoria del Instituto Nacional de Migración (INM), en Ciudad Juárez, el pasado 27 de marzo. Unas horas más tarde se suscitó un incendio que dejó sin vida a 40 detenidos y al menos 27 personas heridas en estado grave. Mientras el INM reportó 40 decesos –37 en el lugar de los hechos y tres más en el Hospital General– el Instituto Guatemalteco de Migración reconoció a 28 de los fallecidos y Tony García, canciller de Honduras, identificó a otras 13 víctimas.

La tragedia evidencia la incompetencia del gobierno ante un fenómeno que debe atenderse con urgencia, no sólo por las implicaciones en materia de derechos humanos, sino por su exponencial aumento, ya que la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) indicó que el flujo migratorio en el territorio mexicano aumentó en ocho por ciento.

Con la creación de la Comisión Intersecretarial de Atención Integral en Materia Migratoria en 2019, se relegó a la Secretaría de Gobernación la dirección de la política migratoria, así como del INM y la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados, transfiriendo poder a la Cancillería. La nueva delimitación de estas responsabilidades fue sólo aparente, pues no contó con presupuesto ni con un compromiso serio por parte de los servidores. (Salvador Camarena, El Financiero).

Es primordial, junto con una política migratoria seria, conceptualizar de manera humanista la migración irregular. Si bien la globalización ha aumentado las relaciones internacionales, también lo ha hecho con el flujo migratorio. El 3.6% de la población mundial es migrante, del cual, entre 10 y 15% es irregular, estima la OCDE.

La migración irregular suele confundirse, de manera común y errónea, como ilegal.

Y la ilegalidad, como estatus, vulnera la protección de los derechos humanos, poniendo a consideración la dignidad y merecimiento de las personas a recibir un trato digno, asimismo, socava la formulación de políticas públicas.

El lenguaje migratorio evidencia xenofobia y racismo e ilustra cómo llamamos a algunos “migrantes ilegales”, mientras que a quienes vienen patrocinados por la virtualización del trabajo y suele acusárseles de la gentrificación, decidimos nombrarlos “nómadas digitales”.

Según la Red de Documentación de las Organizaciones Defensoras de Migrantes, en México 38 de cada 100 migrantes vienen en busca de empleo, 29% anhela una mejor calidad de vida, 12% busca un trabajo mejor pagado, 7% huye de la violencia y 5% es perseguido por el crimen organizado.

No obstante, al llegar se encuentran con una realidad que de igual manera los violenta y los excluye.

Datos de la Unidad de Política Migratoria de la Secretaría de Gobernación indican, que en lo que va de este gobierno, el INM ha detenido a un millón 298 mil 484 migrantes, cifra récord en la historia de nuestro país.

Esta unidad también reportó mil 998 muertes de personas migrantes en el periodo que va de 2014 a 2019, lo cual significa 30 defunciones al mes. En cuanto a asesinatos, el diario LA Times informó que de 2018 a 2021 se registraron dos mil 832. A ello se suma un informe realizado por el Instituto Nacional de Salud Pública, la UNAM y la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, el cual arrojó que 29% de los migrantes en nuestro país son víctimas de violencia física, psicológica o sexual.

La migración, parecería para algunos enajenados, una insensatez de aquellos que se esparcen como “mal” por el mundo, una decisión liviana y sugerente. Para otros, es una cuestión que se legitima dependiendo del lugar de origen de quien migra. Recordemos que, más allá de un migrante, hay un ser humano que ha dejado su vida sin importar la violencia con la que pudiera encontrarse en la búsqueda de una oportunidad.

En palabras de Ernesto Sábato, en Antes del fin: “Cada mañana, miles de personas reanudan la búsqueda inútil y desesperada de un trabajo. Son los excluidos, una categoría nueva que nos habla tanto de la explosión demográfica como de la incapacidad de esta economía para la que lo único que no cuenta es lo humano”.

* Excelsior

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