* Escrito por Luz Cecilia Andrade.
24.07.2024 /Cimac Noticias.com /Ciudad de México.- Mujeres indígenas nahuas de Santa María Ostula, del municipio de Aquila, que rodea la costa y sierra del estado de Michoacán, llevan más de dos décadas resistiendo frente a la situación de ocupación y violencia que ha lastimado sus vidas y territorio debido a la apropiación de las bandas de delincuencias organizada quienes han impuesto su presencia en la zona a través de la violencia y son ellas, las mujeres, adolescentes y niñas quienes son utilizadas como botín de guerra.
A diario, las mujeres indígenas de la zona enfrentan altos niveles de violencia y acoso debido a la colonización, racismo, patriarcado, doble discriminación, violencia económica; explotación o esclavización para ejercer labores domésticas; el reclutamiento forzado de sus hijas e hijos, así como la criminalización por la protesta y defensa de sus tierras y territorios.
La Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) 2021 estimó que, en el estado de Michoacán, 64.9 por ciento de las mujeres de 15 años o más, experimentaron algún tipo de violencia: Psicológica, Física, Sexual, Económica o Patrimonial a lo largo de la vida y 42.7 % en los últimos 12 meses.
María, una mujer originaria de Ostula, platicó con Cimacnoticias, y detalló que Ostula, no está llena de gente que “lucha con armas de guerra”; se trata de personas que trabajan la tierra sembrando maíz, frijol y todo lo que esta les provea, y esperan seguir haciéndolo por mucho tiempo.
“Ostula está levantado, está unido y vamos a seguir luchando con todo para todas y todos, para el bien de todas nuestras familias que vivimos aquí adentro, para nuestras mujeres y niños que vienen en camino. Y todo para el bien, nada para el mal”.
María, encargada del orden en la localidad de La Cofradía
Por la gravedad de los hechos, la comunidad notificó a los tres niveles de gobierno, que hasta la fecha han hecho caso omiso para atender la emergencia y desactivar los ataques. El 4 de julio por la mañana, periodistas reportaron que elementos de la Secretaría de la Marina hicieron presencia en la comunidad, sin embargo, solo sobrevolaron la comunidad con un helicóptero que no se acercó a las zonas de donde provenían los ataques. Lo que generó tensión entre la población.
Debido a que la situación en Ostula es crítica, la Red Todos los derechos para todas, todos y todes (TDT) hizo hincapié sobre las medidas que deben tomarse para garantizar los derechos de las pobladoras y pobladores de la comunidad:
- Actuación inmediata de las autoridades competentes para proteger a la población, garantizar la vida e integridad de todas las personas y el cese de los ataques del grupo delincuencial contra la comunidad.
- El respeto, reconocimiento y otorgamiento de las garantías necesarias para el funcionamiento de la Guardia Comunal y el ejercicio de la libre determinación y autonomía de la comunidad indígena Nahua de Santa María Ostula, para mantener la paz en la región.
- La construcción de estrategias conjuntas entre gobierno federal, estatal, municipal y comunitario para enfrentar estos ataques.
- El reconocimiento a la libre determinación y autonomía de Santa María Ostula como uno de los procesos históricos en México.
- No abonar a las narrativas que minimizan la gravedad del contexto que se enfrenta en el estado de Michoacán.
Mujeres, infancias y adolescencias: las más afectadas por el crimen organizado
En La Cofradía, la parte norte de Santa María Ostula, viven alrededor de 400 personas, detalla el portal PueblosAmérica, de las cuales, María señala 100 son mujeres (muchas de ellas embarazadas o adultas mayores) y 150 niñas y niños, aproximadamente. “Todas las personas en la comunidad, tanto hombres como mujeres, ayudamos a cuidar a otras mujeres, personas adultas, niñas y niños de los ataques, es lo primero que se ve, porque la comunidad crece y ellos son importantes para que prevalezca”.
Aunque los pobladores buscan garantizar la seguridad de sus habitantes, Ostula es un pueblo marginado que no cuenta con servicios básicos, como personal médico capacitado para atender situaciones graves de salud. En cambio, este problema, es resuelto a través de conocimientos ancestrales, hierbas y masajes.
“Mi mamá fue una de las personas que sentía que se le enchuecaba la boca por el nerviosismo que le provocaron los ataques y con eso le ayudamos, con hierbas y masajes. Las mujeres embarazadas también son atendidas con estas personas, pero cuando no se puede, pues hay que caminar más adelante, pero ya desconfiado a que uno pues regrese con bien.”, comenta María.
Pero de todas las personas de la comunidad, las infancias han resultado ser las más afectadas, principalmente porque su salud mental, psicosocial e incluso física ha mermado con el paso de los días en La Cofradía. Las niñas y los niños viven nerviosos, con ansiedad e incluso con temor de salir de casa.
Se ha documentado que las vivencias resultantes de los conflictos armados no solo atentan la seguridad y la estabilidad de las poblaciones, sino que también producen sufrimiento con consecuencias en la salud mental y el bienestar psicosocial, detalla un artículo publicado en la revista Biomédica.
En el caso de la población infantil, estas afectaciones comprometen procesos sociales, productivos, capacidades y habilidades para convivir en la comunidad. Algunos estudios coinciden en que la vulnerabilidad es mayor cuando la exposición ocurre en etapas tempranas de la vida. Las secuelas físicas de los ataques directos sin duda incrementan esta vulnerabilidad.
“Todo este tiempo que hemos estado viviendo con toda esta situación, la verdad nuestros hijos están creciendo en pánico, en miedo, en temor a todo lo que pueda suceder […] que las escuelas estén suspendidas desde febrero también evita que nuestros hijos salgan a aprender, a divertirse con otros niños; las canchas y las escuelas están vacías… todo eso los afecta demasiado”.
Santa María Ostula, es un territorio rico en recursos minerales y forestales por lo que ha sido disputado por grupos delincuenciales que utilizan la violencia para la ocupación absoluta, escenario que afecta a sus habitantes, sobre todo a mujeres, niñas, niños y personas adultas mayores.
Pese a que los ataques hacia las y los pobladores de Santa María Ostula han sido continuos por mucho tiempo, estos se intensificaron en febrero del presente año a tal grado que del 1 al 3 de julio reportaron ataques por grupos armados en los puntos de seguridad de la Guardia Comunal que velan por el bienestar de las y los habitantes, poniendo en riesgo a toda la población y de forma particular a mujeres embarazadas, niñas, niños y personas adultas mayores.
“Yo nunca había visto esa tensión en los niños pequeños, de no saber qué va a pasar mañana; ahora miran hacia el cielo y se cuidan de los alrededores esperando que nada los ataque”, señala María, encargada de Orden de la localidad de La Cofradía, perteneciente a la comunidad indígena de Santa María Ostula en entrevista con Cimacnoticias.
La Red Todos los derechos para todas, todos y todes (TDT), informó que tras recuperar su comunidad indígena (en este 2024), la cual estaba en manos de grupos del narcotráfico desde el 2009, les ha costado el asesinato de 40 comuneros, entre ellos un niño de 12 años quien murió a manos de militares en 2015 durante un operativo para detener a quien en ese momento coordinaba la Guardia Comunal, y la desaparición de cinco más.
En diciembre de 2011, Cimacnoticias documentó que el entonces Movimiento Por la Paz con Justicia y Dignidad acudió a Santa María Ostula a petición de la comunidad en calidad de observadores de la consulta interna para la negociación sobre tierras que sostenían con la Secretaría de la Reforma Agraria y el gobierno de Michoacán.
No obstante, al salir de la comunidad, el grupo fue asaltado, maltratado y amenazado por cuatro individuos enmascarados y con armas de alto poder. Durante el asalto, los atacantes se llevaron a Trinidad de la Cruz Crisóforo, comunero y líder moral de la comunidad.
Su cuerpo fue encontrado sin vida 6 días después en un paraje cercano. Se trata de la misma comunidad donde el 6 de octubre del mismo año fue asesinado Pedro Leyva Domínguez, un inteligente y valiente líder indígena que representaba a Ostula en el Movimiento por la Paz.
La violencia hacia la población continúa de forma sistemática, pues se enfrenta a un contexto criminal que trabaja en conjunto con grupos de poder político y económico.
Protección de mujeres, niñas y adolescentes indígenas
Tarcila Rivera Zea, de la Nación Quechua-Chanka de Perú, activista indígena, defensora de los derechos de las niñas, mujeres, jóvenes y pueblos indígenas, fundadora del Enlace Continental de Mujeres Indígenas de las Américas (ECMIA), enfatizó como miembro del Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas de las Naciones Unidas que para las mujeres indígenas se deben hablar de violencias en plural, es decir, de la necesidad y urgencia de vincular las violencias que viven frecuentemente las mujeres indígenas con sus derechos individuales y colectivos.
En la mayoría de los casos no se visibilizan las violencias sistemáticas hacia las mujeres e infantes indígenas, sobre todo cuando existe un conflicto con un grupo armado sino hasta después de mucho tiempo.
Pero, cuando se abordan, Tarcila Rivera expresa que la atención a las víctimas presenta obstáculos recurrentes en los registros realizados sin pertenencia étnica, y una falta de visión integral debido a que predomina la ausencia de un análisis en profundidad de las causas cercanas y lejanas que sostienen la perpetuación de las violencias, además de una deficiente cobertura de servicios básicos con personal sensibilizado y capacitado.
El Grupo de Trabajo Internacional para Asuntos Indígenas (IWGIA, por sus siglas en inglés), señala que las mujeres indígenas son las que más sufren de asesinatos, persecución, violencia física y sexual, así como problemas de salud en general por defender los derechos de sus comunidades.
No obstante, lejos de ser vistas solamente como víctimas, las mujeres indígenas también deben ser consideradas como impulsoras cruciales del cambio y protectoras de los derechos de sus pueblos y comunidades. Las y los pobladores de Ostula reconocen los conocimientos, las estrategias y la organización de las mujeres indígenas al interior de sus comunidades para llegar a resoluciones, muchas de ellas pacíficas, aunque no siempre son posibles.