**Mujeres y Política .
/ SOLEDAD JARQUÍN EDGAR /
Uno de los grandes aportes de la digitalización es la posibilidad de la ciudadanía de tener mucha información. Y aunque es ambivalente porque también hay desinformación, la realidad nos pone los hechos en blanco y negro. La digitalización no solo significa inmediatez sino también ha contribuido a ensanchar el conocimiento, a formar la opinión de la gente, hay más versiones o ángulos sobre un mismo hecho. El tener la información al alcance de los dedos a través de un teléfono celular nos pone en un lugar distinto como sociedad y al “poder” tendría que ubicarse lejos de las viejas prácticas, pero parece que no se han dado cuenta y su afán diario es ocultar, manipular, trasgredir con las palabras, mentir, a pesar de lo que ven nuestros ojos.
Hoy en día, la línea de usuarios de internet es ascendente. La Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH) 2021 revela que en 2021 (del INEGI) nos dice que en ese año había 88.6 millones de personas usuarias de internet, lo que representó 75.6 por ciento de la población de seis años o más, con acceso a cualquier tipo de información a través de su teléfono, cuatro puntos porcentuales arriba de los reportados en 2017.
Es decir, no hay duda, estamos comunicados y tenemos una altísima cantidad de información, buena y mala, en las redes sociales de forma realmente inmediata y minuto a minuto. Por eso sabemos de los mineros atrapados debajo de la tierra en Coahuila y de cómo se ha manipulado la información a las familias; de los ataques arteros contra población civil por parte de presuntos integrantes de cárteles en ciudades de Chihuahua o Guanajuato y bueno en gran parte del país donde hemos aprendido a vivir con miedo; conocemos de la desaparición de mujeres o de los feminicidios a pocas horas de los hechos…sabemos que este es un país donde la justicia ha fracasado.
Estamos, entonces, frente a la realidad cotidiana que afecta a muchas personas cada día. Desde el espectáculo del robo de celulares en las calles o en el transporte público, sin que sean una “novedad”, hasta los asesinatos y feminicidios más crueles y sangrientos que llegan a ser 120 al día (como pasó en marzo).
Todo eso lo sabemos, somos, podríamos decir, una sociedad informada. Donde buena parte se forma un criterio propio, una opinión, porque, además, la realidad nos toca, nos alcanza, nos avasalla, el círculo se cierra y eso que pasaba a los otros, a las otras está aquí, a la vuelta de la esquina o nos ha tocado la puerta.
De ahí que lo que menos tienen los gobernantes es credibilidad, pues sus dichos contrastan gravemente con la realidad cotidiana de la que hablan los medios de comunicación o en las redes sociales. Y, sin embargo, lo siguen haciendo, mienten al dar declaraciones. ¿Cómo llegan a vivir en esa burbuja donde nada pasa? Mientras afuera todo pasa.
Me pregunto ¿acaso es cinismo, será falta de vergüenza, si no tienen principios como la honestidad, la ética o la responsabilidad? ¿Pensarán que la sociedad es tonta? Un ejemplo: Alejandro Murat Hinojosa, quien des-gobierna Oaxaca y lo hará por los próximos 107 días. Este personaje sueña con ser presidente de México y recita de un lado y de otro, comprando portadas de periódicos y revistas, incluso las rosas o del corazón, el supuesto “milagro” del Modelo Oaxaca, uno que se inventó y que asegura que le salió muy bien, y que por tanto merece ser replicado en el país. Pero, la cotidianidad de cada persona dice otra cosa y muy distinta. El milagro en Oaxaca es estar vivo o viva, porque la realidad es cruenta.
Así lo vemos, una o dos veces por semana, posando para esas revistas, metrosexualizado, porque lo que hace no es política sino marketing, cual producto es, como el jabón para los pisos que los deja relucientes y olorosos, sin gérmenes. Así, Murat Hinojosa vende su milagro y miente porque, aunque supone “descubrir el agua tibia”, lo cierto es que eso mismo se ha dicho repetidas veces. Y, por otro lado, su gestión que está a poco más de cien días de terminar, no es ejemplo de nada, por el contrario, su modelo Oaxaca en materia de justicia está plagada de inacción y omisiones, de actos de corrupción e impunidad, que sumados uno a uno, le costaron la vida a cientos de mujeres que no alcanzaron la justicia pronta ni expedita, eso no existe en el Modelo Murat, el mismo que sueña con replicar en todo el país.
Así, aunque la realidad nos aplaste, los políticos pretenden vendernos sueños y mentiras.