NOSOTRAS, LAS MUJERES.

Alma Delia Hernandez.

“La falta de amor es la mayor pobreza del ser humano”.Madre Teresa de Calcuta

Nuestra sociedad atraviesa momentos muy particulares para nosotras las mujeres. Por un lado, el Presidente de la República optó conveniente que la terna enviada al Senado para ocupar una vacante en la Suprema Corte de Justicia de la Nación fuera exclusivamente conformada por mujeres; a nivel local, una mujer ocupa, por primera vez, la titularidad del Poder Judicial del Estado; la titularidad del Órgano de FIscalización Superior del Estado es ocupado también por una mujer; de igual manera ocurre en el Tribunal Electoral local, la Comisión Estatal de los Derechos Humanos y la Fiscalía General del Estado, por señalar los más relevantes.

Con independencia de los grupos políticos, sinceramente es satisfactorio que las mujeres ganen cada vez más y más protagonismo en los puestos de mando, esto le da sentido a una lucha silenciosa pero tenaz, que miles de mujeres a lo largo de la historia han venido sosteniendo y que hoy le corresponde a nuestra generación consolidar para las mujeres y niñas que vienen detrás de nosotros.

Sin embargo, a pesar de este empoderamiento que se viene produciendo, paralelamente la violencia contra las mujeres parece no detenerse e ir en incremento cada vez de maneras más burdas y grotescas.

De ejemplo sirve el caso de Óscar García Guzmán, un presunto asesino serial del Estado de México detenido hace unos días en la capital del país mientras se paseaba de lo más tranquilo por una estación del metro de la Ciudad tras haber asistido a un festival musical, así, sin ninguna preocupación.

Esta persona, que confesó ser autor de 4 feminicidios, no se detuvo en acabar con la vida de 4 mujeres, sino que se dedicó a realizar publicaciones en redes sociales burlándose de las autoridades y de los seres queridos de las víctimas. El caso de Óscar no es aislado, hace no pocas semanas el mundo se conmocionaba con la historia de los “monstruos de Ecatepec” una pareja que asesinaba a mujeres jóvenes del Estado de México y que llegaban al extremo de cometer canibalismo con los cadáveres. Ambos casos ponen el dedo sobre la llaga y desnudan nuestra realidad en los temas de violencia de género.

Y estos son sólo dos casos notoriamente mediáticos, públicos y que han obligado a las autoridades a investigar en serio para dar con el paradero de los criminales. Sin embargo, podemos preguntarnos ¿cuántos crímenes, cuántas desapariciones, cuántas agresiones más quedarán sin resolver? Resulta escalofriante pensar en asesinos solitarios que cometen una vez en su vida el crimen y regresan a su vida cotidiana, de manera normal y sin que medie la menor sospecha sobre ellos.

Las desapariciones siguen. Los feminicidios siguen, La violencia contra las mujeres y niñas sigue y es una realidad que nos lastima mucho como sociedad.

Coincido en que no podemos culpar a un gobierno por las conductas de personas que evidentemente tienen algún trastorno mental que los obliga a cometer crímenes tan atroces, pero si podemos exigir a nuestras autoridades que se pongan las pilas para que ningún feminicidio quede impune, para que no sigan burlándose de la ley aquellos que, como Óscar García Guzmán, creen que la justicia nunca los alcanzará.

Veracruz tiene en sus manos una oportunidad histórica para atacar el problema de frente, si bien no erradicarlo por completo si atenderlo como nunca antes. Por primera vez la procuración y la administración de justicia están comandados por mujeres, de quienes se espera sensibilidad, justicia y, sobre todo, sororidad.

No pedimos cosas a modo, no pedimos linchamientos ni tampoco ambientar una polarización social innecesaria, lo que se pide es justicia y un entorno en donde las mujeres podamos salir a la calle sin miedo, que podamos destacar en nuestros trabajos sin temor a ser hostigadas o acosadas y que podamos luchar en igualdad de condiciones por las diversas oportunidades que se presenten.

MI RESTO.

Mal la acción de Karen Espíndola que en una mentira inocente hecha a su madre generó una gran movilización en redes sociales, producto de la desesperación de sus familiares y amigos. Al final Karen nunca estuvo en riesgo y apareció en su domicilio tras muchas horas de angustia de propios y extraños.

El caso de Karen da pauta a muchas reflexiones.

La primera es que la sociedad civil es una fuerza inquebrantable cuando se une en torno a una misma causa. Bastaron unas cuantas horas y una viralización improvisada en redes sociales para generar la presión necesaria para que las autoridades se pusieran las pilas y resolvieran las indagatorias en tiempo exprés. Esto no es nuevo de las y los mexicanos, los desastres naturales han mostrado la gran hermandad que existe en México, la cual rebasa toda expectativa presentando un superávit de buenas voluntades.

Lo segundo es ese aspecto de la idiosincrasia mexicana que dio pauta a que en un acto millones se volcaran en apoyo a Karen Espíndola y en cuanto se supo la realidad de los hechos procedieron a lincharla públicamente y hacerla objeto de burlas. Comunicadores, políticos, figuras públicas y sociedad civil en general reaccionaron iracundos e indignados porque Karen Espíndola nunca había estado secuestrada y había regresado con vida a casa, aunque “no en las mejores condiciones” como lo dijo su hermano atinadamente.

Una voz destacó entre las miles de voces indignadas que reclamaban el haber entregado su apoyo a una causa que consideraron legítima, la de Pedro Carrizales. El diputado local de San Luis Potosí conocido como “El Mijis” en un tuit le puso serenidad al asunto y con total objetividad puso sobre la mesa el sentimiento que tienen cientos de personas que tienen un ser querido desaparecido: que regrese a casa, como sea, pero que regrese.

No se justifica de ninguna manera la acción de Karen, no se aplaude, no ayuda en nada en la lucha justa y legítima de miles de personas a las que nadie les da respuesta sobre el paradero de sus seres queridos. Pero tomemos lo positivo y repliquémoslo más y más, de esto aprendimos que la participación de la sociedad civil y la unidad de la gente es un frente común que está por encima de cualquier burocracia, que está por encima de la impunidad misma.

Mtra. Alma Delia Hernández Sánchez

Integrante del Comité de Participación Ciudadana del Sistema Estatal Anticorrupción de Veracruz

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