/ Ma. Teresa González Osorio*. Psicóloga y coach sistémica./
Todas las personas que hemos emigrado, posiblemente vivamos situaciones similares: un sentimiento extraño de no pertenecer a la nueva tierra, quizás una añoranza por lo que hemos dejado en nuestros países de orígenes, sensaciones de pérdida (de la familia, amigos, cultura, idioma, comida, paisajes, estatus académico, social o profesional…)
El cómo lo vivamos dependerá mucho de las circunstancias de la migración, de las razones de haber salido y de nuestras habilidades psicosociales. Hay una condición llamada El Síndrome de Ulises, o también conocido como síndrome del estrés crónico y múltiple que no es muy fácil de detectar a simple vista porque se ve empañado de otras situaciones como las relaciones con la pareja, la familia, el trabajo, la crianza o los estudios, etc..
¿Por qué se le llama también Síndrome de Ulises?
En la mitología griega, Ulises era un semidiós que se vio obligado a separarse de sus seres queridos y viajar afrontando muchas adversidades. “La Odisea” de Homero cuenta la aventura de este héroe que se enfrenta a lo desconocido, a los peligros y aventruras a pesar de la nostalgia que siente por su familia.
Características del Síndrome de Ulises
Es un estado constante de alerta que experimentamos ante una situación nueva o que resulta un reto o amenaza, por lo tanto se despierta en nosotros el instinto de supervivencia, lo cual hace que suban nuestros niveles de adrenalina y cortisol (sustancias que segregamos) para permitir afrontar la situación con todos nuestros sentidos. Este estado de alerta nos permite adaptarnos mejor a esta nueva situación, sin embargo, al estar con un sistema de alerta constantemente, experimentamos un alto nivel de estrés.
Además, experimentamos sentimientos encontrados, por un lado alegría por el nuevo comienzo o de pérdida por lo que dejamos atrás; podemos sentir rabia por no poder tenerlo todo, sufrir de dolor si no ha sido un cambio elegido, sentirnos tristes o con miedo a la incertidumbre y tal vez, a no conseguir los propósitos. Hay quien puede experimentar ansiedad o estados de ánimo bajos. Podemos tener pensamientos de que no somos capaces, valiosos, lo cual hace que baje nuestra autoestima; así como síntomas recurrentes como irritabilidad, insomnio, preocupaciones, dolor de cabeza, falta de apetito o por el contrario exceso en la ingesta de alimentos, llanto repentido, fatiga, problemas de memoria y de concentración, sentimiento de culpa, indefensión, entre otros.
Cuando el estrés o los sentimientos negativos que nos produce esta situación son excesivos o persistentes es cuando se puede desarrollar el Síndrome de Ulises. Ante este estrés crónico y múltiple es necesario buscar ayuda con un profesional. Con un médico y con apoyo psicológico, para que puedas gestionar de una manera más saludable el grado de estrés al que te enfrentas.
Por experiencia personal y profesional puedo compartirte que sí es posible encontrar diversas estrategias que apoyen a vivir una vida lo más tranquila en el país de acogida. No podemos cambiar lo de afuera, pero sí podem