*Sin tacto .
/ Por Sergio González Levet /
Pepe Yunes hizo en este año la mejor campaña electoral en la historia de Veracruz.
Y también la mejor precampaña y la ante-precampaña. Mire Usted nomás: cuando la oposición era un cúmulo de desencuentros y encontronazos, el diputado peroteño saltó a la palestra como el candidato que todos andaban buscando, que todos parecían no ver y que resultó una coca fría en el desierto.
Héctor Yunes lo explicó bien en su momento: con Pepe es imposible pelearse. Eso quiere decir para el vulgo político jarocho, que es una persona con la que se puede llegar a acuerdos porque los va a honrar, y que es abierto a escuchar, a dialogar, a negociar (que es ceder).
Cuando los grupos panistas, los grupúsculos priistas y Sergio Cadena hacían fuercitas para imponer al aspirante de sus amores y de sus intereses, Pepe Yunes emergió. Lo hizo igual que Xóchitl Gálvez en el caso de la candidatura nacional. Estaba ahí, pero nadie se había dado cuenta.
Así que los unió a todos, sin imponerse, a fuerza de amabilidades, urbanismos y la mejor disposición para convencer a todos.
Para la precampaña, frente a los ojos del partido oficial, Pepe logró gestar la alianza de la oposición. Se reunió con los azules de todos los colores, con los priistas casi oscurecidos y con Sergio Cadena.
Y ahí comenzó la cosa. Atrás del aun joven y experimentado político, empezó a caminar la gente del pueblo y de los pueblos de Veracruz, lo siguieron porque había pasado alguna vez, en ese rincón, hace 10, 20, 30 años y había llevado un apoyo, una gestión, una obra. Lo conocían por su mano derecha y por su mirada honesta. Nunca les falló y cuando no pudo, nunca les mintió.
La campaña de Pepe fue la mejor de la historia de Veracruz. Fue como nunca antes había sido el recorrido de un candidato por Veracruz. Se acercaba a las veracruzanas y a los veracruzanos, y veían que era bueno, honesto, sincero.
Alrededor de Pepe, de su talento político y de su conocimiento, se fueron adhiriendo las voluntades antes encontradas. El aceite de acción nacional hizo emulsión con el agua priista y también se sumó Sergio Cadena.
Es cierto, al fragor de la batalla, hubo discusiones, pleitos, grillas dentro del equipo de la campaña, pero Pepe siempre salió al paso, siempre dio la clave para solucionar las querellas y siguió siendo, en lo interno y en lo externo, el factor de unión.
Una campaña así de emotiva, así de entusiasta, así de alegre, no se había visto antes en Veracruz. Las personas sonreían, se esperanzaban, gritaban porras exultantes… todo indicaba que la victoria estaba asegurada con ese candidato tan bueno y tan bien dispuesto.
El único negrito en el arroz fue que perdió. Lo demás es historia.
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