Otra vez la titular del Conacyt, María Elena Álvarez-Buylla, se metió al ojo del huracán. No ha salido de la polémica por la indagatoria contra 31 científicos y ya provocó otra: su nuevo código de conducta exige al personal de la institución “abstenerse de emitir comentarios u opiniones negativos o desfavorables sobre las políticas o programas”. Una tras otra.