¿Qué hacer cuando vamos para atrás?

 

/Clara Scherer /

Una de las formas para reflexionar con mayor claridad es recordar experiencias pasadas. Los ejércitos, sus armas y sus conductas tienen entre sus más importantes metas, aterrorizar. Y hay poderosas razones para no dedicarlos a otras tareas para las que carecen de capacidades.

Mujeres que han sufrido en otros tiempos y en otras tierras las consecuencias de las botas militares alzaron la voz, tomaron la pluma y gritaron al mundo que, para solucionar conflictos, lo mejor es la palabra, el diálogo, la mirada digna y a los ojos. Bertha von Suttner (Praga, 1843), vivió en el militarizado imperio austrohúngaro. Periodista y novelista, puso en letras sus convicciones: ¡Abajo las armas! Obra que Tolstoi calificó como “símbolo del antimilitarismo”. Ganó el Nobel de la Paz.

En Illinois, 1860, nació Jane Addams. Aterrada por la Primera Guerra Mundial, funda la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad. Dedicada al trabajo social, es consciente de la complejidad de los seres humanos. La construcción de la paz requiere más que buena voluntad. “Trabajar a favor de la vida y de la paz significa acoger la complejidad y las diferencias en vez de tratar de eliminarlas. En un mundo destruido surge la esperanza de reconstrucción de una nueva cultura femenina”. Merecedora del Nobel por la Paz.

Quien vivió infancia y adolescencia bajo balas y estruendo de la Gran Guerra fue Simone Weil, parisina, 1909. Vio de cerca la Guerra Civil Española y sufrió las atrocidades de la Segunda Guerra Mundial. “Se es siempre bárbaro con los débiles. O, al menos, para no negar todo poder a la virtud, se podría afirmar que, salvo al precio de un esfuerzo de generosidad tan raro como el genio, se es siempre bárbaro con los débiles”. Preludio a una declaración de deberes hacia el ser humano.

Rosa Luxemburgo, “la libertad es siempre libertad de los que piensan de otro modo”. Nacida en la Polonia invadida por Rusia (1871), participó en la acción y debates para democratizar al partido comunista. Defensora de la dignidad y los derechos de las mujeres. Pacifista apasionada, buscaba la revolución desde las organizaciones obreras.

En Gran Bretaña, Virginia Woolf (1882) destacada escritora, pacifista, afirmaba que “el militarismo es característico del fascismo”. Su libro Tres Guineas, propone, con cierta ironía, tres cambios urgentes. El primero, dejar de educar a los hombres en la violencia; el segundo, apoyar a las mujeres para tener trabajo, ser independientes y, poder reflexionar para ser libres. El tercero, influir en la vida pública, a través de la política y la cultura, a fin de modificar valores.

Cuenta que las maestras antiguas enseñaban el arte de ser independientes de la lógica de la riqueza, de la jerarquía y del poder; vía para la libertad. Estuvo contra el pensamiento masculino que se pretende pensamiento único y universal. Para Virginia, la máquina opresiva usa la figura del enemigo como estrategia de dominación y división. Esa figura ¿serán “los conservadores”?

(https://revistas.unav.edu/index.php/persona-y-derecho/article/view/3123).

Svletana Alexiévich: La guerra no tiene rostro de mujer, describe la participación femenina en “gestas masculinas”. “Un monumento al valor y al sufrimiento en nuestro tiempo”, palabras del Jurado de la Academia Sueca al otorgarle el Nobel de Literatura.

El militarismo, sistema de dominación que influye y penetra con sus formas, normas, ideología y fines en la sociedad. Su lógica es la resolución violenta de los conflictos. Escuchemos a Seguridad Sin Guerra, que han propuesto otro camino para vivir sin miedo: Guardia Nacional con mando civil y apoyo suficiente en capacitación y presupuesto. Mejor, del militarismo al sistema de cuidado.

Admiración y respeto a las Madres Buscadoras y a su denuncia en la Estela de Luz.

 

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