Rectoras exigen a tres poderes y tres nivelesde Gobierno a frenar violencia contra mujeres y niñas.

*Gobierno de Veracruz y su Fiscal Estatal no tienen al día de hoy ningún avance sobre el homicidio de Guadalupe Martínez.

/Redacción/

Cdmx. 06 julio 2020.- Siete rectoras publicaron un manifiesto dirigido a los tres poderes de la unión y a los tres niveles de gobierno a atender la violencia hacia las mujeres por el artero crimen de su homóloga de la Universidad Valladolid, Guadalupe Martínez Aguilar.

“Recientemente, el asesinato de la Lic. Guadalupe Martínez Aguilar, en su centro de trabajo, en una institución educativa en el municipio de Emiliano Zapata, Veracruz, visibilizó la vulnerabilidad de los espacios educativos”, reclamaron al gobierno de Veracruz.

En un desplegado las Rectoras del país mostraron su indignación y agravio por la violencia contra las mujeres que no cesa, ya que por el contrario va en aumento, como sucedió en Veracruz en días pasados y al que se agrega este lunes el asesinato de una niña de 10 años donde tampoco hay detenidos.

En la carta también con destinatarios el Poder Judicial y Legislativo, gobernadores y gobernadoras y presidentes municipales de la República Mexicana, donde demandan que en los estados donde se ha declarado la alerta de género existen políticos que revientan los índices de violencia.

El documento fue signado por las rectoras de la Universidad del Caribe, Ana Priscila Sosa Ferreira, de la Universidad del Claustro de Sor Juana, Carmen López-Portillo Romano, la presidenta del Colegio de México, Silvia Elena Giorguli Saucedo, de la Universidad Autónoma Indígena de México, María Guadalupe Ibarra Ceceña. de la Universidad Autónoma de Occidente, Sylvia Paz Díaz Camacho, la rectora de la Universidad Autónoma de Querétaro, Teresa García Gasca y de la UV, Sara Ladrón de Guevara González.

“¿Qué garantías tenemos las mujeres hoy en México, si no existe un lugar en el espacio cotidiano en donde estemos seguras? ¿Cómo podemos hablar de que “en México la familia es fraterna” mientras sabemos que las niñas y las mujeres seguimos viviendo violencia al interior de nuestros hogares, atrapadas por el confinamiento y la cultura que naturaliza la violencia?”.

Las máximas autoridades de 7 universidades exigieron un freno a la violencia y aseguran que no se callaran ni se sumarán al egoísmo ni a las políticas públicas que se niegan a reconocer el aumento del problema de violencia de género y de su expresión más cruda, que es el feminicidio en donde Veracruz es líder nacional desde el año 2019 y lo que va del 2020.

“Reconocemos que la violencia contra las mujeres no inició en este sexenio, pero lamentamos que ésta no solo no ha parado, si no que el nuevo discurso continua analizando el problema, analizando así nuestra existencia, nuestros derechos, nuestra identidad y todo lo logrado en décadas de lucha y trabajo feminista”.

“Exigimos a las autoridades correspondientes que de una vez por todas cumplan su obligación de garantizar la seguridad, la igualdad, la paz que merecemos las mujeres mexicanas”.

“¡Detengamos la violencia! No queremos callarnos ni sumarnos al egoísmo ni a políticas públicas que se niegan a reconocer el aumento del gravísimo problema de la violencia de género y de su expresión más cruda reflejada en el número creciente de feminicidios”.

“Como líderes de universidades asumimos que nuestra obligación ante las mujeres de México es la de repensar cómo se forjan voluntades reales para conseguir cambios reales. En nuestras manos está la educación de mujeres y hombres que ya forjan el futuro”.

Es escalofriante constatar que vivimos en “tierra de nadie”: dejamos que las cosas crecieran desde la década de los noventa en Ciudad Juárez, asumiendo que estaba muy lejos y que eso solo les pasaba a “mujeres de estratos humildes”, en una lógica enferma, discriminatoria, racista y clasista que las consideró desde entonces “cuerpos prescindibles”.

Dejamos pasar la violencia, tanto la sociedad mexicana en su conjunto como los gobiernos municipales, estatales y Federal. Redactamos leyes, nos adherimos a Convenciones y Tratados Internacionales, pero no cambiamos las cosas. El país, como un gran vidrio se resquebrajó en su norte y a nadie se le ocurrió pensar que, como consecuencia del abandono de las mujeres asesinadas en el norte, el vidrio seguiría resquebrajándose hasta destruirse el territorio entero. Hoy pasa en todos los espacios, también en nuestras universidades y a mujeres de todas las clases, niveles, formaciones, extractos.

¡Detengamos la violencia! No queremos callarnos ni sumarnos al egoísmo ni a políticas públicas que se niegan a reconocer el aumento del gravísimo problema de la violencia de género y de su expresión más cruda reflejada en el número creciente de feminicidios. 
Defendemos a nuestras alumnas, quienes ni en tiempos normales pueden salir de sus casas para ir a la universidad, tomar el transporte público, cruzar las calles, sin el miedo a que esto les pase a ellas; o, muy lamentablemente, vivir en el propio espacio universitario situaciones de acoso u hostigamiento. Pensamos en nuestras maestras, en nuestras compañeras de las áreas administrativas y de intendencia; pensamos en nosotras, en nuestras alumnas y en nuestras hijas. ¡Ninguna está libre de ser víctima de esta violencia!

Reconocemos que la violencia contra las mujeres no inició con este sexenio, pero lamentamos que ésta no sólo no ha parado, sino que el nuevo discurso continúa banalizando el problema, banalizando así nuestra existencia, nuestros derechos, nuestra identidad y todo lo logrado en décadas de lucha y trabajo feminista.

Como líderes de universidades asumimos que nuestra obligación ante las mujeres de México es la de repensar cómo se forjan voluntades reales para conseguir cambios reales. En nuestras manos está la educación de mujeres y varones que ya forjan el futuro.

Desde nuestra mirada universitaria lo primero es no quedarnos calladas; es señalar la inequidad; es sumarnos a la lucha de las mujeres y hombres que buscan a sus hijas y sus hijos desaparecidos; es fortalecer la lucha que antes del confinamiento crecía expresando a gritos en las calles o en el silencio de nuestra ausencia el derecho a la igualdad. Reiteramos nuestro llamado a fortalecer las instituciones que investigan la desaparición forzada y la violencia, así como aquellas que procuran justicia, y por supuesto también a las que promueven la educación y la convivencia desde la no discriminación.

Exigimos un verdadero Estado de Derecho que establezca mecanismos de defensa y apoyo de la sociedad civil y que propicie instituciones que impartan verdadera justicia.

Nos corresponde defender la vocación de la Universidad como espacio libre de violencia, el espacio de todas las preguntas, de todas las posturas, pero, sobre todo, de la defensa de la verdad, de la libertad, de los derechos humanos y de la igualdad.

Exigimos a las autoridades correspondientes que de una vez por todas cumplan su obligación de garantizar la seguridad, la igualdad y la paz que merecemos las mujeres mexicanas.

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