Paralaje.
Liébano Sáenz.
Al margen de la respuesta del Presidente, que no pudo haber sido peor, al legitimo posicionamiento de los 30 intelectuales, desde la visita a Washington se ha dado en él un curso hacia el pragmatismo. Eso se advierte en la gira de esta semana a Guanajuato, Jalisco y Colima, así como una reunión próxima con los representantes empresariales. El incipiente y frágil cambio en la actitud del Presidente debe ser correspondido por todos. En bien del país, la unidad nacional debe ser el objetivo.
Los problemas están a la vista. Muchos heredados, otros vienen del infortunio y los inexplicables, son autoinfligidos, de factura reciente. Encararlos compromete a todos, y no hay unidad nacional posible sin la convocatoria, participación y liderazgo del Presidente.
La unidad no elimina la diferencia o incluso la crítica. Lo que privilegia es lo que nos es común. Ganar la batalla al crimen y abatir la impunidad a todos beneficia. Enfrentar con éxito las crisis sanitaria y económica es fundamental. Una economía en crecimiento es para el bien del país, y particularmente, de los más pobres.
La agenda está planteada, pero vienen momentos complejos. El juicio al exdirector de PEMEX debe enmarcarse en la estricta legalidad. El fiscal general de la República es garantía. Es inevitable el peso mediático del tema, más por sus implicaciones políticas y por la proximidad de los comicios. Deberán deslindarse con claridad las opiniones de los hechos, las interpretación de los datos y las emociones de la razón. Es previsible que el juicio al pasado derive en condena, pero también debe separarse el modo de llegar a las reformas estructurales, de lo que es su contenido.
Es un imperativo que los comicios del próximo año se desarrollen en normalidad. Que los partidos y los candidatos puedan emprender su proselitismo sin interferencia indebida de los gobiernos o en algunos territorios, de las organizaciones criminales.
La voluntad de reencuentro para llegar a la unidad nacional a todos convoca. Contribuir a ella es urgente incluso a pesar de señales en contrario. Cada quien en lo suyo, desde su propio espacio, sin abandonar su perspectiva. La unidad de lo diverso no es debilidad, sino soporte y fortaleza.